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Orlando Fondevila

Trini y la obsesión castrista del PSOE

A Trinidad Jiménez y al Gobierno del PSOE no les interesan las libertades en Cuba. Serían felices si los Castro accedieran a imponer un modelito a lo chino o a lo vietnamita. Los cubanos demócratas no lo olvidaremos.

Trinidad Jiménez, flamante canciller española, se ha estrenado en los tejemanejes diplomáticos europeos con una defensa encendida de las supuestas buenas intenciones de la dictadura militar-comunista de Cuba. Sustituta abrupta del olvidable Moratinos, lo ha hecho poniendo su mejor sonrisa a la avinagrada imagen de aquel. Nada más. Y es que la Trini, igual que Moratinos, igual que el jefe admirado de ambos, Zapatero, e incluso igual que el anterior mandamás del PSOE, González, no son otra cosa que representantes ideológicos de esa izquierda que, dado el paso democrático, guarda tal vez en su antiguo e irredento corazoncito el irrenunciable amor por sus cercanos parientes en las ideas y las mañas políticas. Tal vez el viejo sueño juvenil, inconfesado, escondido y negado, permanezca agazapado en las conmovidas conciencias de quienes todavía hoy entonan, de vez en cuando, con sus siniestros puños en alto, la Internacional.

Más grave aún, porque ahora le bailan el agua a la longeva y sangrienta dictadura desde los intereses del poder y bajo la retórica democrática y buenista. Esa obsesión del PSOE, digan lo que digan, por "tirarle un cable" a los Castro en sus horas más bajas no puede ser explicada ni por la realidad de lo que acontece en Cuba ahora mismo, ni siquiera por la defensa de los intereses españole en Cuba. La explicación es ideológica. La ríspida y obscena obsesión de Moratinos –ahora más amable pero igualmente apasionada– por ayudar a sus amigos cubanos (no los disidentes, no el exilio, no el pueblo) es ideología pura y dura.

¿Cómo se puede defender, como ha proclamado Trinidad Jiménez, que "Cuba ha hecho innegables progresos" que merecen "una señal, un cambio" en las relaciones de la Unión Europea con el régimen? ¿Deportar a decenas de presos políticos significa un progreso? ¿Permitir que los cubanos puedan vender mangos, pasear perros o ejercer de peluqueros muestra interés por respetar los derechos humanos y las libertades de los ciudadanos?

Lo cierto es que el régimen cubano está hundido en un verdadero desastre político, económico y social. Le urge ayuda económica y financiera. Necesita créditos e inversiones, así como cobertura política, para poder ganar tiempo y continuar explotando y reprimiendo a sus ciudadanos. Por ello, en complicidad con el Gobierno del PSOE y con un extraño contubernio eclesial, buscan desesperadamente el auxilio europeo que pasa en primer lugar por suprimir la Posición Común. Y así, después, conseguir que la Administración Obama levante las restricciones a los viajes de los norteamericanos y facilite el acceso a los créditos de Estados Unidos. Alcanzado estos objetivos, a olvidarse de libertades y derechos.

A Trinidad Jiménez y al Gobierno del PSOE no les interesan las libertades en Cuba. Serían felices si los Castro accedieran a imponer un modelito a lo chino o a lo vietnamita.

Los cubanos demócratas no lo olvidaremos.

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