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Emilio J. González

Dos errores estratégicos

La economía va a contar en estas elecciones, sobre todo porque los ciudadanos, aunque no acaben de comprender muy bien cuáles son las causas de la crisis, sí entienden que lo que ha hecho Zapatero para tratar de combatirla, la ha agravado aún más.

Los socialistas de José Luis Rodríguez Zapatero están cometiendo muchas equivocaciones que les pueden llevar a perder las elecciones. Pero, desde el punto de vista económico, las fundamentales son dos de naturaleza estratégica: pensar que la economía no cuenta a la hora de decidir el voto y creer que con intentar asustar a los electores de lo que puede hacer el PP cuando llegue al poder les basta. Craso error.

El PSOE fundamenta su creencia de que la economía no cuenta a la hora de decidir el voto –lo que lleva a que Zapatero piense, en relación con su estrategia de gobierno, que estos asuntos no son relevantes y que lo único que importa es la política– en dos experiencias pasadas: la de 1986, cuando con un paro disparándose a causa de la crisis económica y la reconversión industrial la entonces Alianza Popular de Fraga no sólo no fue capaz desalojar del poder a los socialistas de Felipe González, sino, ni tan siquiera, de acabar con su mayoría absoluta; y la de 1993 cuando, con un desempleo del 24%, a lo más que llegaron los del PP fue a que los socialistas tuvieran que buscar apoyos entre los nacionalistas para poder gobernar. Entonces, efectivamente, la economía no contó porque primaban otras cosas, entre ellas las incertidumbres que rodeaban a la vuelta de la derecha al poder por primera vez desde que desapareció el franquismo. Pero ahora las circunstancias son otras. Los del Partido Popular demostraron en sus ocho años de gobierno que su estancia en el poder no implica una involución política hacia etapas pretéritas y, encima, dejaron claro que había una alternativa a la política económica socialista, que condenaba a millones de personas al paro.

La economía, por tanto, va a contar en estas elecciones, y mucho, sobre todo porque los ciudadanos, aunque no acaben de comprender muy bien cuáles son las verdaderas causas de la actual crisis económica, sí entienden a la perfección que lo que ha hecho Zapatero para tratar de combatirla, lejos de resolverla, la ha agravado aún más. Es más, saben perfectamente que salvo algunas actuaciones puntuales, más de cara a la galería que otra cosa, la política contra la crisis de ZP se está caracterizando por la más absoluta inacción, por esperar a que la tormenta pase para que después, por la lógica cíclica de la economía, las cosas empiecen a arreglarse por sí solas y entonces vender la mejora de los indicadores como un éxito del Gobierno. Los españoles, sin embargo, ya no se creen nada de eso después de tres años de crisis, y son cada vez más pesimistas respecto al futuro económico. Piden soluciones pero, hoy por hoy, lo cierto es que Zapatero no es capaz de ofrecerles ninguna, sino todo lo contrario, como demuestra el intento de renovar su alianza con los sindicatos después de la huelga general del 29-S y a pesar del fracaso de la misma. En este sentido, el presidente del Gobierno hará bien en tomar nota de lo que le acaba de suceder a Obama, que ha recibido un serio correctivo electoral precisamente por no hacer lo que tiene que hacer para sacar a Estados Unidos de la crisis y volver a crear empleo. Y es que, digan lo que digan los socialistas, a estas alturas la economía cuenta de nuevo, y mucho, en las perspectivas electorales de los distintos partidos políticos españoles.

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