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Amando de Miguel

A vueltas con el politiqués

Hace más de un lustro ya dije públicamente que, en lugar de "violencia de género" (luego "machista"), se dijera "violencia doméstica". Así se incluirían todas las formas de violencia extrema dentro del grupo familiar en el sentido más amplio.

José Miguel Vizcaíno señala que le horrorizan algunas expresiones comunes de los políticos y comunicadores; por ejemplo, "lo que es" o "como no puede ser de otra manera". Comparto ese sentimiento y aquí lo he expresado de cutio. Cuando oigo esas expresiones adocenadas por la radio o por la tele, zapeo hacia otros canales. Tampoco me gusta otra muletilla, la de "dicho lo cual" de muchos tertulianos. Son trucos retóricos para alargar el discurso. Da la impresión de que en la radio o en la tele a los contertulios les pagan en razón directa del tiempo que están en el uso de la palabra. Tanta es la avidez de los tertulianos por arrebatar la palabra al que está hablando, incluso aunque sea para decir más o menos lo mismo. Mi experiencia me dice que esa avidez es directamente proporcional a la necesidad de ayudar al Gobierno para de ese modo mantener unos ingresos regulares del tertuliano en cuestión. Podría ser de otra manera.

Manuel Molins se asombra de que llamemos "violencia machista" a la nueva y monstruosa costumbre de asesinar, no solo a la esposa, sino a los hijos. Es evidente que, como sugiere don Manuel, el asunto de matar a los hijos poco tiene que ver con el machismo, incluso aunque fueran niñas. Hace más de un lustro ya dije públicamente que, en lugar de "violencia de género" (luego "machista"), se dijera "violencia doméstica". Así se incluirían todas las formas de violencia extrema dentro del grupo familiar en el sentido más amplio. A partir de ahí sería mucho más efectiva la política de reducir los casos de violencia extrema. No me hicieron caso. Ahora arrostramos y arrastramos las consecuencias. Lo de la "violencia de género" queda como una moda maligna del politiqués en su versión feminista, que suele ser la más hipocritilla.

Juan José Carballal se queja de que en el lenguaje oficial u oficialoide ya no quepa hablar de "muertos" sino de "fallecidos". Añado que, por la misma regla de la eufemia, ya no hay "cadáveres" sino "cuerpos". Tampoco se habla de "militares, soldados o policías", sino de "efectivos". Resulta curioso ese pudor cuando se puede decir públicamente lo de "puta España", entre otras lindezas.

De sobra es conocido el soniquete de "compañeros y compañeras", que menudea en los discursos oficiales de la izquierda. Pío Vadillo anota esta expresión en un discurso del ministro Corbacho (cuando lo era): "que los trabajadores que quieren y quieran trabajar". Seguramente fue una corrección sobre la marcha, al no haber dicho "los trabajadores y las trabajadoras".

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