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Ramón Villota Coullaut

¿Un cambio de rumbo?

Todo el trabajo realizado previamente puede perderse, y volver a iniciarlo y volver a ganar credibilidad cuesta su tiempo.

Cuando ETA está más debilitada y el Gobierno también, vuelve a surgir la polémica de si hay negociaciones con la organización terrorista. De las últimas reformas legales puede deducirse que no, que ese riesgo no existe. Así, por ejemplo, la última reforma de la Ley Orgánica de Régimen Electoral General de este mismo año ha blindado la posibilidad de que se utilicen otras siglas políticas para que personas vinculadas con un partido ilegalizado puedan presentarse a las elecciones. Además, el nuevo Código Penal, que entrara en vigor desde el 23 de diciembre de este año, va a ampliar los supuestos delictivos del terrorismo. Es decir, que las últimas reformas parecen incidir en que la vía negociadora no tiene mucho futuro.

Pero, y aquí surgen las dudas, ya se habla de un cambio en la percepción política, un cambio de aires, y de lo necesario que sería que Otegi estuviera en libertad para ser más útil en su labor negociadora. Por ello, su defensa jurídica ha solicitado su libertad, entendiendo que el delito de enaltecimiento del terrorismo del que se le acusa no es tal, sino el producto de las negociaciones secretas del 2004. Lo peor de ello es que se ha puesto a la Audiencia Nacional ante la disyuntiva de cumplir las leyes o de dar credibilidad a quienes creen que las negociaciones ya se han iniciado o se iniciarán en el futuro, dándole a elegir entre una respuesta jurídica y la claudicación de lo jurídico respecto a una posible negociación. En cualquier caso, el periodo de tiempo que se inicia ahora y finaliza con las elecciones municipales de mayo de 2011 será fundamental para conocer si la voluntad del Gobierno se mantiene firme en la idea de que con los terroristas no hay negociación posible o si, por el contrario, las cesiones se van produciendo, vía acercamiento de presos o admisión de ciertas listas electorales.

Y es que la debilidad tiene estas cosas: el espíritu negociador puede volver en cualquier momento junto a la idea de obtener el beneficio de acabar con el terrorismo, cuando la única forma de acabar con una organización terrorista es desmantelar no sólo a quienes realizan atentados, sino también a quienes los apoyan sea de forma política, social o económica. Lo demás son atajos que no hacen más que retrasar su derrota, ya que cualquier atisbo de negociación lo único que hace es dar alas a los terroristas, que sienten que están venciendo y que pueden obtener beneficios. Por tanto, todo el trabajo realizado previamente puede perderse, y volver a iniciarlo y volver a ganar credibilidad cuesta su tiempo.

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