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Jeff Jacoby

Europa dice no a los estímulos

Los Gobiernos europeos han rechazado de forma deliberada la adhesión por parte de Washington al gasto deficitario como mejor forma de reanimar una economía en horas bajas; con mejores resultados de los que han visto los estadounidenses.

¿Quién se apunta a más estímulos? ¿Debe pedir Washington otra generosa ronda de gasto keynesiano deficitario para estimular a la floja economía estadounidense? Sí rotundo, afirman muchos economistas notables.

Peter Diamond, ganador del premio Nobel de Economía en 2010, se decanta a favor de "acometer gastos sustanciales ahora" subvencionando las nóminas de las administraciones estatal y local y destinando dinero "en grandes cantidades" a proyectos de construcción. "Entre el error de quedarse cortos y el de pasarse", dice Diamond, "quedarse cortos parece ser el riesgo mayor". Joseph Stiglitz, otro distinguido economista, conviene: "Durante los dos próximos años vamos a ver el coste real de no tener una segunda ronda de estímulo", decía a la Society of American Business Editors and Writers. "Vamos a ver a la economía moderar su ritmo paulatinamente a un coste económico muy alto".

¿Una nueva batería de medidas de estímulo enorme es pues el camino a seguir? Rotundamente no, afirman muchos economistas notables.

 "¡Basta de gasto público!", exclama Vernon Smith, que ganó el Premio Nobel de Economía en 2002. Lejos de ser la clave de la recuperación económica, insiste, el "estímulo" deficitario sólo va a agravar la situación económica. Su escepticismo recuerda al de otro ganador del Nobel económico, Gary Becker: "No hay ninguna prueba rigurosa", escribía Becker en julio, "de que la batería de estímulo de 800.000 millones de dólares aprobada hace un año haya surtido un gran efecto estimulante sobre el paro o el PIB".

En resumen, no hay consenso. Y si ni siquiera los expertos en teoría económica más notables del mundo pueden decidir si una nueva ley de gasto enorme mejorará o agravará la actual crisis, la orientación tendrá que venir de otra parte.

Puede que esa otra parte sea Europa, donde los Gobiernos han rechazado de forma deliberada la adhesión por parte de Washington al gasto deficitario como mejor forma de reanimar una economía en horas bajas; con mejores resultados de los que han visto los estadounidenses.

Gran Bretaña es el lugar de nacimiento de John Maynard Keynes, pero el Gobierno británico sigue el enfoque diametralmente contrario al keynesiano en política fiscal. En lugar de tratar de estimular la demanda y crear más empleo a través de extravagantes subidas del gasto público, Londres practica la austeridad. La coalición de Gobierno encabezada por el primer ministro David Cameron está recortando de forma drástica el gasto público, podando todo lo que va los dispendios sociales a los militares. Hasta las partidas destinadas a la manutención de la Corona se van a reducir. Alrededor del 8% de los casi 6 millones de puestos de trabajo en el sector público, 490.000 plazas, serán eliminados.

"Hemos salvado a nuestro país de la insolvencia en el último momento", decía George Osborne, canciller de Éxchequer, a la Cámara de los Comunes. "Administrar enormes déficit presupuestarios y lastrar a las futuras generaciones con las deudas que nosotros no estamos dispuestos a pagar no tiene nada de justo".

Gran Bretaña no es una excepción. Por toda Europa, informa el New York Times, "los Gobiernos de Alemania a Grecia están recortando de forma drástica los desembolsos públicos... El debate en Europa es más la forma rápida de recortar el gasto público que si tales reducciones son lo correcto o no... En Europa casi no hay legisladores que expongan el argumento de que los Gobiernos tienen que gastar más, no menos".

¿Resultados hasta la fecha? El crecimiento económico en los Estados Unidos ha sido más débil, y la destrucción de empleo más acusada, que en los 16 países de la eurozona. Especialmente llamativo es el contraste con Alemania, que se resistió a las fuertes presiones estadounidenses para que acometiera nuevos gastos deficitarios sustanciales. Mientras la economía estadounidense viene registrando un anémico crecimiento anual de apenas el 2%, la economía de Alemania prospera actualmente al ritmo anual del 9%. El paro en Alemania ha caído al 7,5%, el menor de los últimos 18 años. Aquí apenas ha descendido sensiblemente. ¿Qué se entiende en Berlín que en Washington no?

"Los Gobiernos no deben volverse adictos al endeudamiento como forma rápida de estimular la demanda", decía en junio el ministro germano de Economía Wolfgang Schäuble en respuesta a las críticas de la administración Obama a las medidas de austeridad de Alemania. "El gasto deficitario no se puede convertir en la situación permanente". El presidente Obama, por otra parte, habla alegremente de "déficits billonarios durante los próximos años".

Se pueden encontrar economistas que respalden cualquier punto de vista. Algunos le dirán incluso que la mejor forma de salir del bache provocado por la excesiva deuda es endeudarse aún más. La endeble recuperación estadounidense sugiere que el mundo real no está de acuerdo con estos economistas. Las elecciones del otro día sugieren que los votantes tampoco.

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