Menú
José T. Raga

Otros rescates

Así que, señor presidente, ¿hablamos de igualdad? ¿Por qué encubre conductas que la sociedad considera presuntamente delictivas en vez de perseguirlas? ¿Por qué no aspira a algo mejor que a ser igual?

Esa pretendida igualdad, que como estribillo repite una y mil veces la izquierda ponzoñosa y arcaica, además de estar trasnochada, sólo puede ser deseada por los más tontos del concierto que, para que no se note su incapacidad, tratan de ocultarla en el tumulto de la igualdad, donde todo quedará encubierto mediante una igualación por lo ínfimo, destruyendo cualquier intento protagonizado por quien tuviera el osado deseo de mejora.

La única igualdad por la que hay que luchar, y esa sí, hasta dar la vida en el intento, es la igualdad de todos ante la ley, precisamente la que ahora está más en cuestión. Al fin y a la postre, la otra, la igualdad de los hombres ante Dios, está garantizada por mucho que pueda molestar a gobiernos y parlamentos. Salvo esas dos igualdades, que se enmarcan en la igualdad del hombre por su propia naturaleza, todo lo demás que hay en las criaturas humanas es desigual. Por eso, la cacareada igualdad que pregona, pero que nada hace para que así sea, la izquierda, es sólo un eufemismo que confortará al necio, porque su necedad se hará notar menos cuando todos sean necios.

Recordarán aquellas palabras del presidente Zapatero afirmando, o mejor pontificando, pues siempre habla ex cátedra –tanto más cuanto más convencido está de que no es verdad lo que está diciendo–, que el sistema financiero español gozaba de una salud extraordinaria que alejaba cualquier posible preocupación, hasta la de los más agoreros, porque estaba en condiciones de afrontar toda contingencia sin necesidad de ayudas, como por el contrario era el caso de otros países vecinos.

Él quizá lo haya olvidado, pero nosotros no. Porque para qué les voy a decir cómo está el sistema financiero español. ¿Y las cajas de ahorros? Fusiones, calientes o frías, para acceder a las asistencias del fondo de auxilio a fin de ir capeando el temporal. Y eso sí, todo muy oscuro, muy opaco, que no se sepa a quién hay que ayudar o, más concretamente, a quién se ayuda.

Desde el laicismo más contumaz, se espera un milagro, pues sólo por un milagro se conseguiría que, unas entidades que han llegado a la quiebra técnica, por arte de una fusión entre quebrados, y manteniendo esencialmente a los gestores que las llevaron a la quiebra, dará como resultado una entidad grande y saneada, y con una fortaleza y pulcritud en su gestión que será la envidia de propios y de extraños.

Y eso sí. Todo el proceso desarrollado como en un juego de magia por los magos del sistema: el Gobierno del señor Zapatero y el gobierno del Banco de España. Qué banco o qué caja tiene dificultades es cosa que al pueblo no le interesa y, aunque le interesase, como se le supone lelo, tampoco podría entenderlo, por lo que es mejor que no se le informa. Mientras tanto, ríos de euros fluyendo desde las arcas para el favor de un destinatario, las entidades en dificultades, conocido por muy pocos.

¿Podrán devolver lo que se les presta? Quizá no, pero renovaremos los créditos una y otra vez, hasta perder cada uno de nosotros la última gota de nuestra sangre. En el itinerario, la ofensa social de la doble moralidad de los que gobiernan la nación y en ella, de quienes gobiernan la crisis, pues poco más queda que gobernar en este nuestro país.

Una doble moralidad que consiste en defender y rubricar los acuerdos europeos e internacionales acerca del requisito de transparencia, como primer postulado para cualquier acción a tomar sobre el sistema financiero, mientras que los mismos que estampan su firma en tales acuerdos, imponen la más férrea opacidad en el sistema financiero español, para que nada se sepa, como cuestión previa de gobierno.

Frente a esto, observen ustedes una situación desigual, a la que es habitual en nuestra España que oficialmente según nuestro presidente, está llamada a la igualdad, a la que se dirige conducida por su mano sabia y poderosa. Me refiero a un país que ha aplicado la transparencia en sus ayudas y algo más. Las ayudas no han sido un torrente de dólares a las cajas bancarias esperando que, en el mejor de los casos, sirvieran para algo, sino que se han hecho mediante compras accionariales de las entidades asistidas, con capacidad, por tanto, para controlar la gestión y participar en sus decisiones. Me refiero, naturalmente, al caso de los Estados Unidos de América.

Pues bien, mientras nosotros aún no hemos visto ningún efecto tangible en los esfuerzos por salvar entidades de administración torpe y dilapidadora, ni hemos visto condenas abundantes de gestores, quizá con actividades delictivas, el Tesoro de los Estados Unidos, que no aspira a ser igual que España, ha ganado dinero con la ayuda que ofreció, comprando acciones del Citigroup, habiéndose resarcido del dinero ofrecido para el rescate, y habiendo obtenido un beneficio sobre los fondos dedicados a la operación por encima del veintisiete por ciento; todo ello en un período de dos años. Eso es un rescate, y eso es una buena administración.

¿Qué ha pasado en estos mismos dos años con las ingentes cantidades de euros dedicadas a salvar entidades financieras en España? Todo lo que sabemos, porque no se ha podido ocultar, pues la desvergüenza es una enfermedad nacional, es que los administradores de entidades quebradas, ante la imagen de salvamento, se han elevado sin moderación sus remuneraciones y premios por la nefasta gestión.

Así que, señor presidente, ¿hablamos de igualdad? ¿Por qué encubre conductas que la sociedad considera presuntamente delictivas en vez de perseguirlas? ¿Por qué no aspira a algo mejor que a ser igual? O, si quiere ser igual, tome como referencia al mejor. El Financial Times ha considerado a nuestra vicepresidenta económica, como la segunda peor de cuantos ministros de Economía pululan en estos momentos por la Unión Europea. ¿Es éste un éxito de su igualitarismo o de su compromiso con la cuota igualitaria? ¡Ponga de una vez los pies en el suelo y obre en consecuencia!

En Libre Mercado

    0
    comentarios
    Acceda a los 1 comentarios guardados