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Agapito Maestre

El Informe Pisa y Rubalcaba

Salgan al foro público todos ellos, desde Maravall, que sin duda alguna fue el peor, hasta el muchachote que hay ahora, y digan algo. Hablen.

Muchas filosofías han brotado en la soledad. En la cueva de Andrenio, o junto a la estufa de Descartes, brotaron pensamientos decisivos para la humanidad. Se crearon principios que condujeron a los hombres en un andar y desandar caminos; a veces, esos principios fueron seductores por atrevidos y valientes, otras por elegantes y sencillos, y también otras nos gustaron determinadas nociones por fastuosas y deslumbradoras. Leo el Informe Pisa 2009 sobre la educación y me preguntó por los principios, los conceptos, las nociones, las ortodoxias, en fin, cuáles son las doctrinas por las que se dirige la educación, o mejor, la inexistencia de educación en España. No lo sé; lo desconozco.

Quizá en un ejercicio de cinismo podría decir todo lo contrario: conozco de modo exacto por qué hemos llegado a esta situación de desastre educativo. Sé incluso, en un ejercicio de cortesía con el PP, dónde está la caverna solitaria de la que salieron esas perversidades: el PSOE. Pero todo eso, siento decirlo, sería falso; en esta historia de la educación la caverna pepera también tiene responsabilidades; quizá menos que la socialista, sí, pero son ineludibles.

Yo, como otros millones de españoles, no sabemos, en verdad, los cientos de motivos, perversidades y atrocidades políticas que se han cometido para que nuestro país esté a la cola de la educación de la Unión Europea. Es, pues, necesario que reivindiquemos espacios de soledad para pensar de verdad cómo salir de este caos. El Informe Pisa 2009 es demoledor. Es la muestra dramática de una catástrofe terrible. La educación en España no levantará cabeza en décadas.

Hay, sin embargo, algo peor que ese Informe Pisa; se trata de la indiferencia y falta de responsabilidad de los políticos para comentar los datos de este Informe. A las jeremiadas y lamentos generales de los medios, se une el cinismo más descarado de los políticos. Todos pasan de puntilla sobre el asunto. En esta hora solitaria de búsqueda de principios, de explicaciones, lo primero que descubro es un sentimiento básico que me hace desconfiar aún más del futuro de nuestra educación. Todos son circunloquios, rodeos mentales, perífrasis para darse pisto de novedad, todo es bueno para mantenerse al margen del sentido común y de la razón... ¡Cualquier cosa, antes que aceptar lo obvio!

Y lo obvio es fácil de ver: muchos son los culpables de tal situación, pero, sin duda alguna, todos los ministros que han pasado por ese ministerio son culpables del estado lamentable de nuestra educación. Pocos se salvan. Ninguno. Salgan al foro público todos ellos, desde Maravall, que sin duda alguna fue el peor, hasta el muchachote que hay ahora, y digan algo. Hablen. No es necesario que entonen todas sus culpas, sino sencillamente que hagan "autocríticas"; por ejemplo, que les parece un mano a mano entre Rubalcaba y Rajoy, después de todo, los dos han sido ministros de la cosa. Ea, pues, coraje. Digan cuáles son los dos o tres principios que ellos utilizarían para limpiar las heces de la educación española.

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