Menú
Pío Moa

¿Qué se mueve en Cataluña?

¿Qué hará el PP ahora en Cataluña? Se ofrecerá rendidamente a CiU, por si esta se digna a prestarle atención y ofrecerle alguna prebenda. Otra cosa sería un milagro.

Las últimas elecciones catalanas han demostrado el hundimiento del golfante tripartito, que ha logrado hartar a la mayoría de los catalanes con sus corrupciones y dislates. El hundimiento habría debido ser mucho mayor, pero no ha salido una alternativa clara, capaz de entusiasmar a la gente, con lo que se ha vuelto a la mediocre situación anterior, el triunfo de una CiU clásicamente corrupta: la oscilación entre la sartén y el cazo.

Algunos analistas dan valor desmesurado al avance del PP. Al PPC le pasa algo muy parecido a lo que al PSC: no es un partido con intereses nacionales, sino regionales y cada vez más afín al nacionalismo. Baste recordar a su irrisoria presidenta explicando que riñe a su hijo por hablar en castellano y luego mintiendo con descaro a Dieter Brandau al respecto. Un partido que no quiere usar en el Parlament el idioma común de toda España y cooficial en Cataluña. La dispersión balcanizadora del PP sigue la tónica de la del PSOE. Basta ver su política en Baleares o en Galicia, por no hablar de Andalucía. O de Cataluña, por supuesto.

Si recordamos la evolución del nacionalismo catalán bajo el franquismo constatamos su nula ejemplaridad. No luchó por la democracia, fue corrupto y enredoso (recuérdese, por ejemplo, a Banca Catalana y a Andreu Abelló, el del Vita), y solo logró verdadero impulso gracias a la absurda política de Suárez. La historia del nacionalismo catalán puede condensarse en episodios como los de Prats de Molló, el asesinato de los hermanos Badía o en el asunto antes mencionado. Aun así, en las primeras elecciones de la transición solo logró mayoría en una provincia, para perderla después. El grueso de los catalanes votaba a los partidos nacionales, no a los nacionalistas.

La pregunta es: ¿cómo ha cambiado esto? Ante todo, por la frivolidad e ignorancia histórica de la mayor parte de la derecha. Suárez y compañía no sabían con quiénes trataban, y no se les ocurrió mejor cosa que tratar de ganarse a aquellas gentes y dilapidar el caudal político heredado del franquismo, regalándoles todo tipo de legitimidades y ventajas, incluso dinero (por lo menos al PNV). Algunos hasta lucubraban sobre la falta de necesidad de un partido nacional en Cataluña y Vascongadas, pues la derecha ya la representaban allí los nacionalistas. Aquellos genios de la política no dudaban en escupir sobre las tumbas de sus padres (acaban de hacerlo nuevamente en Gijón) para ganarse la complacencia de quienes siempre han sido enemigos de España y de la democracia. Y cuando Jiménez Losantos y otros protestaron, el primero a costa de su integridad física, "Madrid" apoyó las antidemocráticas y antiespañolas medidas impulsadas por Pujol. Ocurre que en la izquierda domina la falsificación de la historia, y la ignorancia en la derecha. El espíritu de Suárez terminó contagiando también a Fraga y ha ido a peor hasta ahora.

En la tumultuosa presentación de Nueva historia de España en la Universidad Carlos III, anuncié que una nueva edición del libro llevaría la dedicatoria "A los políticos, para que aprendan algo de la historia del país en que viven". No sé si lo haré al final, porque implica una estima intelectual probablemente excesiva hacia la casta política; pero en todo caso la triste realidad es esa ignorancia, generadora de disparates.

¿Qué hará el PP ahora en Cataluña? Se ofrecerá rendidamente a CiU, por si esta se digna a prestarle atención y ofrecerle alguna prebenda. Otra cosa sería un milagro.

En España

    0
    comentarios
    Acceda a los 8 comentarios guardados