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Clemente Polo

La mano negra de CDC

El sospechoso silencio que han mantenido los nacional-socialistas durante la pasada campaña electoral sobre este asunto ratifica que el PSC no sólo ha perdido el norte y las elecciones sino también cualquier atisbo de decencia.

Hablaba en mi anterior artículo sobre las serias dificultades que encontró el Sr. Llinares para esclarecer los delitos cometidos en la gestión del Palau durante al menos una década. Pues bien, la animadversión hacia el Sr. Llinares alcanzó su cénit cuando el juez Solaz que instruye el caso Palau solicitó opinión a las partes sobre la conveniencia de abrir una causa separada para examinar la presunta financiación ilícita de Convergencia Democrática de Catalunya (CDC) y evitar así dilaciones innecesarias en la celebración del juicio contra los saqueadores confesos Millet y Montull, cuya instrucción ya estaba casi completa.

El Sr. Llinares apoyó sin titubeos la separación de la instrucción mientras que el Sr. Busquets, que había sustituido el 24 de octubre a la Sra. Carulla como presidente interino del Orfeó hasta la celebración de las elecciones para elegir la nueva junta, descartó esa posibilidad "tras consultar por escrito a todas las personas e instituciones presentes –Fundación y Orfeón– en los dos organismos". Si Busquets no mintió, la Sra. Carulla tuvo que estar necesariamente entre esas personas consultadas que se habrían opuesto a la separación de las causas y esclarecimiento de los hechos. Bien distinta fue la reacción del Consorcio del Palau que también solicitó la separación de las dos causas, circunstancia que el Sr. Busquets trató de minimizar atribuyéndola a "una decisión política de las tres administraciones".

Las declaraciones del Sr. Llinares dejan pocas dudas al respecto: al frente de la nueva junta del Palau Orfeó continúa el mismo selecto grupo de personas que formó parte de la junta del Sr. Millet y se confabuló durante los 15 meses que duró la investigación para hurtar información y hacer todo lo que estuviera en sus manos a fin de evitar que el affaire salpicara a CDC y al Sr. Mas, su secretario general y actual president del gobierno de la Generalitat. Vale la pena reproducir un par de párrafos de la entrevista al Sr. Llinares que describen perfectamente la actitud de los responsables del Orfeó y CDC:

Me ha impresionado la doble vara de medir y el cinismo. Ver que el Palau les importaba un bledo.Mientras que las cosas derivadas del Palau afectaban a una formación política como en el caso del hotel, en el que la fiscalía imputó a cargos municipales de las Administración del PSC por posible tráfico de influencia en la gestión de modificaciones urbanísticas, todos aplaudieron el buen funcionamiento de la justicia, pero cuando esa misma fiscalía y los mismos peritos judiciales apuntaron hacia cargos de Convergencia Democrática (CDC) y empresas vinculadas como presuntos receptores de las transferencias irregulares, entonces saltan todos los fusibles y a partir de ese momento ya no es la justicia la que actúa, sino que se denuncia una conspiración para perjudicar al partido que, sin lugar a dudas, iba a ganar las elecciones.

Es cierto que la coincidencia de las diligencias judiciales con el período electoral generó muchos nervios, pero no es menos cierto que la reacción ha sido más propia de quien fomenta una sociedad tribal frente a una sociedad moderna basada en instituciones que funcionan. El espectáculo ha sido lamentable pues llegaron a manipular la voluntad interna del Orfeó y de la Fundación. El presidente en funciones, Josep María Busquets llegó a ocultar un informe jurídico en el que se recomendaba al Orfeó y a la Fundación solicitar la separación de piezas atendiendo a que era el medio procesal que permitiría que el desfalco de Millet se pudiera juzgar antes del verano... Si al final no se separan las piezas y se mantiene todo unido en la misma causa, cuando llegue la sentencia el patrimonio que ahora está bajo embargo preventivo puede haberse convertido en humo, pues una buena parte de él está hipotecada. Al oponerse, el anterior presidente en funciones y quienes le ayudaron no estaban pensando en el interés del Orfeó ni del Palau, sino en el suyo propio.

Es difícil no ver detrás de los vergonzosos comportamientos de la "sociedad tribal" catalana a la que le "importa un bledo el Palau" la mano negra y algo apestosa –Pujol dixit– de CDC. El saqueo del Palau ha sido un negocio muy lucrativo para la banda de comisionistas desde al menos 1989 hasta 2009 y la pretendida reorganización del Palau, al eliminar el Consorcio y reservar para el Orfeó el 51 por ciento de la nueva Fundación, no parece orientada a impedir que el caso vuelva a repetirse en el futuro, sino a asegurar que, caso de producirse, nunca vea la luz pública. El sospechoso silencio que han mantenido los nacional-socialistas durante la pasada campaña electoral sobre este asunto y su sumisa actitud ante CDC en el debate de investidura, a pesar de la presunta implicación de dos tesoreros de CDC en el saqueo del Palau, ratifica que el PSC no sólo ha perdido el norte y las elecciones sino también cualquier atisbo de decencia.

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