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Emilio J. González

¿Cuánto añade ZP a la prima de riesgo?

He aquí una razón más para que Zapatero se marche de La Moncloa lo antes posible: mejor hoy que mañana, porque él y su política forman parte importante de nuestra prima de riesgo.

Los mercados confían cada vez menos en la economía española, como prueba la evolución alcista de nuestro diferencial de tipos con Alemania, que sólo el BCE consigue moderar a golpe de compras de deuda y más deuda española en los mercados para evitar que se produzca la catástrofe que más teme la zona euro, o sea, la quiebra de nuestro país. Hoy se echa la culpa a Portugal del castigo que está sufriendo la deuda española, pero lo cierto es que la cosa viene de algo más atrás, concretamente desde el pasado otoño y el asunto empieza a tener que ver cada vez menos con la situación real de nuestra economía y nuestras finanzas públicas y más con la desconfianza creciente acerca de que el Gobierno de Zapatero vaya a ser capaz de enderezar mínimamente la situación. Sólo así se explica que después de que ZP consiguiera el apoyo del PNV para salvar los presupuestos –que se supone apuestan por seguir reduciendo el déficit– y la legislatura, la prima de riesgo siga yendo a más y los mercados empiecen a colocar a la deuda española en la categoría de bonos basura. Esto ya no es una crisis económica, sino una crisis política y los mercados empiezan a tenerlo en cuenta.

Lo primero que están descubriendo los mercados es lo que los españoles ya conocemos de sobra, esto es, que una cosa es lo que dice Zapatero y otra muy distinta lo que luego hace. ZP es de los que se creen que con anunciar una medida ya basta y no tiene que hacer nada más. Así, lleva tiempo hablando por todas partes de la reforma de las pensiones que se ha comprometido a que el Consejo de Ministros apruebe el próximo día 28, pero luego la letra pequeña dice que no entrará en vigor hasta dentro de quince años, con lo cual, no hay reforma inmediata ni nada que se le parezca. Los mercados ya se han percatado de ello y actúan en consecuencia.

¿Qué hace Zapatero para contrarrestarlo? Pues anunciar que China seguirá apoyando la deuda española. Lo malo es que los chinos ni son tontos, ni están por perder dinero a mansalva, con lo cual ese apoyo sólo se materializará realmente si el Gobierno hace lo que tiene que hacer, lo cual, por ahora, no es el caso porque ZP se cree que con el apoyo chino basta y ahí se acaba la historia. Eso es lo que entienden los mercados.

Además, la estrategia del Ejecutivo para reducir el déficit pasa, fundamentalmente, por un crecimiento económico generador de empleo que aporte más recursos a las arcas de Hacienda a través de los impuestos. Y, nuevamente, los mercados perciben que la estrategia del Gobierno es absurda porque se basa en pedir a China, al resto de Asia y a Latinoamérica que compren más productos y servicios españoles, en lugar de tomar las medidas adecuadas para que la empresa española recupere su competitividad. Zapatero ya ha dicho que saldremos de la crisis a base de vender más en el exterior. Para ello, sin embargo, no son suficientes los acuerdos comerciales sino que se precisa, ante todo y sobre todo impulsar la capacidad de la empresa española para vender en el exterior a través de las reformas estructurales que demanda a gritos nuestra economía. ZP, sin embargo, no quiere oír hablar de esta cuestión y así difícilmente creceremos, exportaremos y crearemos empleo.

Los mercados, además, se caracterizan por tratar de anticiparse al futuro, tratando de estimar lo que sucederá de aquí a unos meses, o a un año vista. Y las proyecciones para la economía española no son nada buenas en este sentido porque con un petróleo y unas materias primas al alza, con una Alemania creciendo con fuerza, está más que cantado que el BCE va a empezar pronto a subir los tipos de interés, por mucho que se oponga España. Con tipos más altos no sólo la economía crecerá menos y creará menos empleo, sino que la propia financiación del déficit y la refinanciación de la deuda serán más caras y añadirán más gasto público a través del servicio de la deuda y, con ello, más déficit. Pero los males no terminan aquí, porque esas perspectivas alcistas de tipos se producen con nuestro sector financiero pendiente de sanear y con los problemas adicionales que le puede acarrear la posible caída de Portugal. Y, encima, tipos más altos implican subidas de la cuota mensual de la hipoteca, que unas familias no podrán pagar, aumentando así la morosidad, y otras tendrán que reducir aún más su consumo y, con él, el crecimiento económico y el empleo.

Con semejante panorama, los españoles estamos llamados a tener que perder bastante poder adquisitivo para poder salir de la crisis. Si no habíamos tenido bastante con las subidas de impuestos y la de la luz, ahora vienen las del petróleo, los alimentos, las hipotecas, etc. La cuestión está en si los sindicatos entenderán que ese sacrificio es necesario o si, por el contrario, seguirán insistiendo en que se mantenga el poder adquisitivo de los salarios, lo cual acarreará más despidos y más cierres de empresas. Con otro Gobierno no habría dudas de que se impondría la lógica económica, dijeran los sindicatos lo que dijeran. Con éste, entregado como está ZP a los sindicatos, nadie puede dar nada por seguro y lo más conveniente es ponerse en la peor situación posible. Es lo que están haciendo los mercados.

Por tanto, en todo lo que está ocurriendo con el diferencial de tipos con Alemania no sólo hay razones económicas, que haberlas, haylas, sino también, y sobre todo, razones de desconfianza política hacia un Gobierno que sigue sin hacer nada mientras marea la perdiz a la espera de que se produzca poco menos que un milagro, con lo cual los mercados están perdiendo la paciencia y actúan en consecuencia. He aquí una razón más para que Zapatero se marche de La Moncloa lo antes posible: mejor hoy que mañana, porque él y su política forman parte importante de nuestra prima de riesgo.

En Libre Mercado

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