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José Carlos Rodríguez

Sed de urnas

Quizá esta convención sevillana no sea el momento, pero el PP y los españoles necesitamos que Mariano Rajoy se lance a explicar en qué va a consistir ese golpe de timón.

Mariano Rajoy ha elegido Sevilla para celebrar la convención del PP con la que quería apuntalar su liderazgo dentro del partido, y también fuera, frente a los potenciales votantes. Sevilla fue donde, hace 21 años, José María Aznar inició un cambio de su partido hacia un taimado liberalismo ("Centrados en la libertad", fue el lema de aquél congreso), y finalmente hacia el poder, que llegó seis años más tarde. Ahora los plazos deben ser más cortos, pues incluso sin adelantar las elecciones, tendrán lugar en poco más de un año. Y Rajoy no tiene que definir al PP como el partido de las reformas, el del sentido común frente a las ensoñaciones ideológicas y el de las libertades, porque eso lo hizo ya Aznar. Primero en la oposición y luego en el Gobierno. El presidente del PP se ha valido del mensaje de Aznar, de su apoyo personal y de su ejecutoria en el Gobierno para postularse como una alternativa viable, creíble, en un momento de auténtica crisis económica e institucional.

España necesita que el Partido Popular releve a los socialistas en el Gobierno. Hay que decir que Rajoy lo ha hecho bien hasta el momento. Muchos le hemos criticado por hablar sólo de economía, por no mojarse en sus propuestas para España ¡con la que está cayendo! Pero en la representación del Apocalipsis es mejor no jugar un papel protagonista. Todos los tomates del público se los está llevando el Gobierno que, al fin, es quien ha escrito la obra. El PSOE es abandonado por sus propios votantes. El PP recibe sus votantes más el apoyo de otros españoles que, simplemente, quieren un cambio. Por eso ha comenzado a subir en las encuestas a partir de este verano.

Pero necesita ganar con mayoría absoluta para no estar, otra vez, a merced de los insaciables nacionalistas. O para no quedarse en la oposición siendo el partido más votado, lo cual es perfectamente posible. Aznar recordó en su intervención el Pacto del Tinell y los cordones sanitarios que querían sacar al PP del juego democrático. ¿Por qué no iban a sacarle del poder dentro del mismo? Y la estrategia que le ha llevado a Rajoy a estar a más de quince puntos de distancia frente a Zapatero no le asegura ni la cuarta parte de esa ventaja frente a otro candidato. Porque si la gente desea un cambio, el PSOE es capaz de vender que ya se ha producido con el abandono de Rodríguez Zapatero. Sí, Rubalcaba no puede encarnar un mensaje de renovación, pero sí de cambio, y eso puede ser suficiente.

Quizá esta convención sevillana no sea el momento, pero el PP y los españoles necesitamos que Mariano Rajoy se lance a explicar en qué va a consistir ese golpe de timón. En su discurso se ha limitado a constatar que estamos ante un cambio de ciclo político, aunque sin ir tan lejos como hubiera podido. Sencillamente, no sabemos qué hará cuando llegue al poder. Habla de austeridad autonómica, pero Feijóo y demás barones ya dicen que del modelo no se puede tocar un pelo. Así que no podemos esperar una reforma en profundidad. Anuncian un programa de austeridad en la administración local, y luego dicen que consiste en limitar los gastos de personal y los burocráticos. Es decir, mucho titular y poca chicha. ¿Qué políticas van a recortar? ¿De veras es necesario que hasta el último ayuntamiento tenga su casa de cultura? ¿Son necesarios 8.000 consistorios? Va a eliminar los privilegios en las pensiones de diputados y senadores, pero ¿qué va a hacer con las nuestras? Palabras vacías, las de Mariano Rajoy.

Sí, los españoles tienen "sed de urnas", pero también de cambio, de un cambio real, que Mariano Rajoy todavía no se ha atrevido a liderar.

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