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José Antonio Martínez-Abarca

Feijóo cree en el sillón

Si FAES no es el PP porque el PP, renuente a los contenidos comprometedores, ya no es algo concreto, y Feijóo tampoco es aquel liberalismo prometido porque ya es sólo sillón, entonces el mandato de los electores también comienza a ser algo prescindible.

El presidente gallego Alberto Núñez Feijóo era considerado por sus admiradores, cuando estaba en la oposición, un liberal, y así me lo presentaron personalmente, ha muchos años, en una comida de dirigentes sanitarios cuando él tenía un cargo en el ramo. Ya saben, un liberal, de esa clase de gente extravagante y sin corazón que teoriza sobre una reducción del tamaño de lo público. Eso ocurrió cuando don Alberto aún era tan ingenuo como para creer que los políticos deben tener algunos principios. O que deben simular que creen en ellos, lo cual es si cabe aún más ingenuo (lo que hay que fingir para ganar votos, según dicen los gurús demoscópicos, es precisamente que se carece de cualquier principio, no sea que alguien se ofenda).

Hoy, sin embargo, Feijóo tiene las mismas convicciones que cierto gran empresario –prototipo de la escuela española del pensar empresarial, él– me participó un día cuando le pregunté por sus tendencias políticas: "mira, yo soy del sillón". Feijóo en la Xunta es un hombre convencido firmemente de la existencia mensurable del sillón, sin más. El contacto con el sillón, en efecto, madura rápidamente a muchos políticos autonómicos, como el contacto con la manzana podrida endulza de una noche para otra a las que aún están verdes, y hace que esos políticos dejen de pensar en muchas tonterías. Como por ejemplo, aquella de la reducción del tamaño de lo público. Un campeón de boxeo de los pesos pesados, Larry Holmes, dijo eso de "es duro ser negro, ¿has sido negro alguna vez? Yo fui negro una vez, cuando era pobre". Es duro ser liberal, ¿has sido liberal alguna vez? El actual presidente gallego fue liberal una vez, pero cuando estaba en
la calle.

Por eso ahora no se siente concernido por las recomendaciones de la fundación FAES para limitar el poder y presupuesto de las autonomías cuando el PP gane las generales. "FAES no es el PP", dice. Pero FAES se fundó para dotar de contenidos políticos al PP y no como un club de vacaciones para solteros. La candidatura de Feijóo se hizo para trasladar a los votantes un liberalismo opuesto a la hipertrofia socialnacionalista gallega. Si FAES no es el PP porque el PP, renuente a los contenidos comprometedores, ya no es algo concreto, y Feijóo tampoco es aquel liberalismo prometido porque ya es sólo sillón, entonces el mandato de los electores también comienza a ser algo vagaroso y prescindible. Cuando baja a tomarle el pulso a la calle, entre la bruma gallega sólo hay algo sólido para Feijóo: la presencia del coche oficial. Eso es toda una ideología en sí misma. El centro de gravedad permanente de Feijóo, a partir del cual explicarnos todo lo demás. Incluso que las autonomías salen baratas.

Si el PP gana las elecciones, las circunstancias van a obligar a Rajoy a "recomendar" a las autonomías algo más que el recorte de los diecisiete defensores del Pueblo, cuando se dé cuenta de que esto no se arregla en dos años. Y entonces FAES va a significar para Feijóo y el resto de barones algo peor que una oficina de teóricos sin nada mejor que hacer que darle al liberalismo, que es cosa de pobres. El PP no será FAES, pero el PP sin las ideas de FAES es sólo un departamento de personal y Feijóo sin el sillón ya se nos quedaría el hombre en nada.

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