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Humberto Vadillo

El gerente del concesionario

A Zapatero sólo le queda un deber: disolver las cámaras y convocar elecciones. Si lo hubiera hecho en mayo pasado, España se habría ahorrado un año de precipicios.

Días antes de la elecciones del 2004, Martín Prieto intuía para Zapatero un tranquilo futuro como gerente del concesionario de la Citroën en León. Fue antes de que los atentados del 11-M y su habilidosísima manipulación por el PSOE dejaran a un sorprendido José Luis varado en La Moncloa. Para nuestra desdicha y la de Zapatero al destino se le puede distraer pero no derrotar y al que nace para gerente de concesionario del cielo le caen las circunstancias. Siete años de Gobierno Zapatero han convertido a España en una graciosa concesión de Alemania.

La visita de Angela Merkel acompañada de sus principales ministros no es una cumbre, es un descenso. La única líder que ha quedado en Europa, la que tomó difíciles decisiones económicas cuando debía en lugar de negar la crisis y aceptar el cactus del salón como evidencia de brote verde, quiere asegurarse de que el más torpe de sus directivos no le estropea el trabajo conseguido, ni los resultados de fin de año. Ni el bonus de reelección.

Y Merkel se encuentra una España amancillada, de antigua habitación hecha despojos. Más de cuatro millones y medio de parados. 130.000 de ellos recién estrenados. Un millón y medio de familias con todos sus miembros en paro. Una inflación interanual que supera en más de un punto a la del resto de la zona euro. Un déficit público desbocado y una deuda creciente. La afiliación a la Seguridad Social retrocede cinco años. Medio sistema financiero precisa de respiración asistida. Los jóvenes vuelven a soñarse emigrantes y los inmigrantes saltan la valla de Melilla no para entrar, sino para salir. Angela Merkel lo entenderá. Viene del Este. Conoció el muro.

Una avalancha de incompetencia está laminando con glacial necesidad las esperanzas de dos generaciones de españoles y derribando los logros de las que las precedieron y para compensar Zapatero nos ofrece una lágrima y una flor. La flor se la presenta a los sindicatos de trabajadores y empresarios con los que puso ayer en escena el Amor de Don Perlimplín con Melisa en su Jardín de la Moncloa. Y la lágrima a la fracasada Merkel a la que suplicaba hoy paz, piedad, perdón. 

El Pacto para el Crecimiento, el Empleo y la Garantía de las Pensiones lo único que garantiza es un severo recorte de las pensiones. Muchos sabemos ya que jamás cobraremos pensión y conforme esta certeza vaya permeando la sociedad tendrá efectos deletéreos sobre la misma. El Pacto no contiene una sola medida que favorezca el crecimiento económico y tampoco fomentará el empleo. Es un informe colección de píos deseos entre los cuales sorprende no encontrar compromisos en la lucha contra la calvicie. Ya sabemos que para Zapatero lo único que importa es la foto. Ya tiene su foto. La foto del momento "mira-mamá-sin-manos" que quería presentar a Angela Merkel. "He hecho mis deberes".

A Zapatero sólo le queda un deber: disolver las cámaras y convocar elecciones. Si lo hubiera hecho en mayo pasado cuando Merkel y Obama le quisieron hacer cambiar de política económica sin lograr que cambiara otra cosa que la retórica económica, España se habría ahorrado un año de precipicios y, tal vez, estaríamos hoy un año más cerca de la recuperación. No lo hizo, ni lo quiere hacer. No sabe quién es Godoy pero cada vez más tardes lo encuentran rumiando porvenires de olvido y oprobio.

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