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Juan Morote

¿Dos Españas?

Siempre me pareció que unos y otros eran versiones de socialistas avergonzados del totalitarismo intrínseco de dicho pensamiento. Hay, en cualquier caso, una pluralidad de matices a la libertad como valor absoluto.

Siempre me ha parecido un tópico más o menos maniqueo el tema de las dos Españas. La gente progre no suele haber leído nada en su vida. Esto es un modus vivendi plenamente coherente, no resulte que lean algo y se den cuenta de que las posiciones que sustentan adolecen de fundamentación alguna. Estos progres de todos los partidos creen que lo de las dos Españas se acuñó para hacer referencia a los dos bandos de la guerra, sin embargo, Machado escribió: "Españolito que vienes/al mundo te guarde Dios/una de las dos Españas/ha de helarte el corazón", mucho antes de que Alfonso XIII huyera desde Cartagena, y anteriormente, en plena Restauración, ya la había utilizado Ortega. Algunos miembros de las huestes rojiprogres siguen apelando a las dos Españas, especialmente hoy, que se cumplen treinta años del ridículo intento de golpe de Estado.

Aquel día no había dos Españas, como nunca las ha habido; sería excesivamente simplista pretender encerrar los anhelos de los españoles en dos grandes bloques. Nunca hemos buscado lo mismo los liberales que los conservadores, ni los democristianos que los socialdemócratas, si es que alguna vez estos dos grupos existieron. Siempre me pareció que unos y otros eran versiones de socialistas avergonzados del totalitarismo intrínseco de dicho pensamiento. Hay, en cualquier caso, una pluralidad de matices a la libertad como valor absoluto. Para algunos católicos, la libertad es el don más preciado del hombre, ya que proviniendo de un Dios creador, Éste nos ha hecho libres hasta para negarlo. Por eso hemos existido y existiremos católicos liberales, porque en el don está también el remedio de muchos males humanos, y detrás de la pretensión de justicia que justifica la injerencia en los asuntos humanos, no hay más que una desconfianza hacia el hombre y sus capacidades.

Lo que vino, pues, después del 23-F fue una constatación del temor a la libertad cuasi generalizado en todos los partidos. Desde entonces, se ha incidido en la idea de la nación española como una idea decrépita, caduca; y, en cambio, se ha optado por apostar por un supuesto mapa plurinacional cuya base es hacer hincapié en lo poco que nos distingue y soslayar lo mucho que nos une. Es falaz hablar hoy de dos Españas, a fuer de primar lo centrífugo deberíamos partir de no menos de una docena de Españas, cada una de las cuales se halla más dividida y esquilmada que nunca.

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