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Clemente Polo

Reunión trampa

A estas alturas, los líderes del PP en Cataluña deberían haberse percatado ya de que ni son decisivos ni van a serlo nunca mientras CDC gobierne en Cataluña.

De las reacciones que suscitó la reunión que mantuvieron el presidente del Gobierno de España y el presidente del Gobierno de la Generalitat de Cataluña el pasado 7 de febrero en La Moncloa, quizás la más desafortunada de todas haya sido la de la Sra. Sánchez Camacho, presidenta del PP en Cataluña, quien ya horas antes de la reunión advertía al Sr. Mas, presidente del Gobierno catalán, que el encuentro que iba a celebrar "volverá a ser una reunión trampa". Tenga cuidado Sr. Mas porque "no se puede esperar de Zapatero [que] saca conejos de la chistera, promete lo que sea necesario y después todos sus compromisos son papel mojado". Así se expresaba la fogosa líder del PP catalán la mañana previa a la reunión.

Qué tranquilos debieron quedarse los diputados populares en el Parlament de Cataluña al conocer al día siguiente de la reunión que los 759 millones que se trajo el Sr. Mas en la cartera junto con la autorización para emitir deuda sin presentar previamente un plan riguroso para reconducir el déficit del Gobierno de la Generalitat, no era lo que parecía –incluso a diez presidentes de comunidades autónomas– gobernadas algunas de ellas por el PSOE y otras por el PP, que manifestaron abiertamente su disconformidad, sino otro de los conejos con los que Rodríguez Zapatero engaña una y otra vez a los catalanes. ¿No les parece extraño que casi todos los mortales, salvo los sagaces líderes del PP catalán, coincidieran en calificar el encuentro como la reposición de la comedia (atribuida a Jordi Pujol) El peix al cove que se representa con gran éxito en el resto de la España autonómica bajo el título "Agarra el dinero y corre"?

No es la primera vez que sorprende a propios y ajenos la líder del PP catalán con salidas de tono de este tenor. Ya hace un par de años dejó estupefactos a sus compañeros de partido de otras comunidades autónomas al pedirles prudencia cuando éstos manifestaron su desacuerdo con el nuevo modelo de financiación autonómica que habían negociado la Sra. Salgado y el Sr. Castells al margen del Consejo de Política Fiscal y Financiera para satisfacer las exigencias del Gobierno catalán, presidido en esos momentos por el Sr. Montilla. Uno de los peones de la Sra. Sánchez Camacho, el Sr. Millo, diputado en el Parlament catalán, fue bastante más lejos y declaró sin ningún rubor que "Cataluña recibirá menos de lo que necesita" y "menos de lo que había prometido el Gobierno".

"Mi única explicación a la insatisfacción del PP catalán con unas cifras que habían desatado la euforia contenida de los correosos nacionalistas del PSC e independentistas de ERC es que la dirección del PP catalán está bajo el influjo del virus nacionalista", decía yo entonces. Lo peor es que no se trata como pueden ver de una fiebre pasajera. El pasado noviembre sin ir más lejos, "la candidata del PP a la Presidencia de la Generalitat" se reafirmaba en lo dicho en el verano de 2009 al reconocer "que Cataluña necesita un mejor modelo de financiación". ¿Mejor que el resto de comunidades?

Al calificar como "reunión trampa" el encuentro de Rodríguez Zapatero y Mas, la dirección del PP catalán empleó con poca fortuna la expresión "tregua trampa" acuñada por el Sr. Mayor Oreja acuñó para advertir del carácter engañoso de las treguas de la banda criminal ETA, e hizo un flaco favor a todos los ciudadanos catalanes y organizaciones cívicas que desde hace bastantes años vienen denunciando como el gobierno catalán atropella derechos fundamentales reconocidos en la Constitución, ignora leyes del Estado, ignora sentencias del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo, y financia campañas de intoxicación contra las instituciones centrales de nuestra democracia. Como me dijo con sorna un buen amigo: "¡Qué equivocado estaba! Fíjate que yo creía que eran los nacionalistas-independentistas catalanes los que siempre daban gato por liebre al gobierno de España".

A estas alturas, los líderes del PP en Cataluña deberían haberse percatado ya de que ni son decisivos ni van a serlo nunca mientras CDC gobierne en Cataluña. Quizás la actitud más conciliadora del Sr. Mas –¿otro conejo sacado de su chistera?– durante la última campaña autonómica les llevó a creer ilusamente que podían llegar a serlo. Craso error, pues el Sr. Mas siempre podrá llegar a acuerdos con ERC y el PSC más fácilmente que con el PP. Espero que la Sra. Sánchez Camacho haya aprendido la lección ésta vez y preste de aquí en adelante al menos tanta atención a la chistera del director de la banda de comisionistas del Palau como a la del presidente del Gobierno de España.

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