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EDITORIAL

La temida independencia de las víctimas

Lo que no soportan de ninguna manera PP y PSOE es que haya cuerpos de la sociedad civil que escapen a sus designios e intereses; nada teme más un político que la existencia de contrapesos que puedan limitar su poder y eventualmente derrocarlo.

Durante mucho tiempo los medios de izquierdas trataron de desacreditar la rebelión cívica de las víctimas del terrorismo contra el proceso de rendición del Gobierno ante la ETA acusándolas de estar al servicio del Partido Popular. Se trataba, qué duda cabe, de una completa difamación por cuanto el único objetivo de las víctimas era el de defender la memoria, la dignidad y la justicia que el PSOE venía mancillando con sus genuflexiones ante la banda terrorista.

Con el tiempo, el progresivo acercamiento del nuevo PP de Rajoy al Ejecutivo de Zapatero demostró que las víctimas siempre habían actuado por su cuenta, sin otra motivación política que abortar las cesiones ante la ETA, las realizara quien las realizara desde el Gobierno de España. Recientemente, las protestas contra el nuevo proceso de negociación, en las que la deliberada ausencia del PP como partido ha sido percibida por todos, sólo ha hecho más que reforzar esa imagen de independencia de las víctimas.

Sin embargo, sí es cierto que desde siempre ha existido una tentación entre los dos principales partidos nacionales por colocar a las víctimas al servicio de sus propias agendas. Al cabo, lo que no soportan de ninguna manera es que haya cuerpos de la sociedad civil que escapen a sus designios e intereses; nada teme más un político que la existencia de contrapesos que puedan limitar su poder y eventualmente derrocarlo. Por eso, PP y PSOE han tratado, a veces con éxito, o de someter a las víctimas o de suprimir su influencia social: el PSOE lo hizo a través de Peces Barba y de sus intentos de infiltración en sus diversas asociaciones, y el PP condenando a las víctimas a un boicot informativo al que obviamente jamás se sumó Libertad Digital.

A día de hoy todavía hay gestos que ponen muy de manifiesto esa pulsión política por controlar los mensajes y las manifestaciones de las víctimas. Así, ante la próxima marcha de la AVT contra la posibilidad de que ETA permanezca en las instituciones tras las elecciones de mayo, al líder de los populares vascos no se le ha ocurrido otra cosa que aleccionar a las víctimas sobre cuál es el motivo último de la misma: no exigir firmeza y respeto a la ley en un contexto donde se están produciendo inquietantes movimientos que sugieren un nuevo proceso de rendición, sino "apoyar al Gobierno". La ecuación es simple: si el PP acude a la manifestación de la AVT y el PP, por motivos poco claros, continúa apoyando la política antiterrorista del Gobierno, es que la manifestación de la AVT tiene como propósito apoyar al Gobierno.

Normal, pues, que a las pocas horas la AVT de Ángeles Pedraza haya mostrado su indignación por la interesada manipulación de Basagoiti y Francisco José Alcaraz, cuya asociación Voces contra el Terrorismo secunda la marcha, muestre su perplejidad ante las palabras del líder popular. Las víctimas tienen muy claro que no son ni tienen la intención de ser los instrumentos de ningún partido político. ¿Algún día aprenderán la lección todos los políticos?

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