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New Hampshire, segunda estación

El campo republicano es una colección de nombres en perpetuo movimiento. El martes 10 volverán a reclasificarse en New Hampshire, la primera primaria propiamente dicha, en zona demócrata (Nueva Inglaterra), y con un republicanismo poco conservador.

El campo demócrata es Obama. El republicano es una colección de nombres en perpetuo movimiento. El martes 10 volverán a reclasificarse en New Hampshire, la primera primaria propiamente dicha, en zona demócrata (Nueva Inglaterra), y con un republicanismo poco conservador. Las votaciones están abiertas a los independientes.

En el caucus de Iowa del 3 pereció la portaestandarte del Tea Party, Bachman (5%), que había sido la primera en ponerse en cabeza. Romney (25%) quedó como estaba, de primero, mejor de lo que él mismo esperaba unas semanas antes. Santorum dio un impresionante brinco empatando con Romney, contra toda expectativa. Premio a su recorrido por cada uno de los 99 condados y gracias a su incremento en el voto más conservador debido al relativo hundimiento del brillante y problemático Gingrich (13%), que días antes parecía el rival de Romney, pero que éste hundió con una intensa campaña de anuncios negativos, primer ataque de esa virulencia dentro del partido. Gingrich sale rabioso y deseando hacer sangre. Perry, gobernador de Tejas –que entró en la carrera como gran esperanza conservadora– se vino abajo por su torpeza en los debates, beneficiando también a Santorum. Perry, con un 10%, pensó en retirarse, pero finalmente omite New Hampshire para concentrarse en Carolina del Sur (el próximo día 21), envolviéndose en la bandera sudista. Ron Paul, difícilmente clasificable, quedó tercero con un 21%, muy por encima de su base de incondicionales (en torno al 10%).

Romney, que compitió ya en el 2008 y no cesó desde entonces de trabajar esta elección, se presenta ahora como centrista dentro de su bando y cuenta con el apoyo tácito del aparato del partido, como candidato más tranquilizador. Vende, ante todo, elegibilidad frente a Obama. Suscita pocos entusiasmos y bastantes reticencias, lo que explica que el campo no acabe de definirse. Es el que menos altibajos ha experimentado, pero su techo no es muy impresionante. No pasa del 30% en las encuestas nacionales, resultado que no alcanzó en el entorno de un republicanismo conservador, de base evangélica, propio de Iowa. El tono ideológico del partido le es mucho más favorable en New Hampshire, en donde espera pasar del 40%. Quedarse claramente por debajo sería un mal golpe que haría tambalear su campaña, la mejor dotada. Su estrategia es mantener divididos a los más conservadores, cortándole la cabeza al que más destaque, pero sin alienarse demasiado a la base, pues su mejor oportunidad es ser la segunda opción de casi todos. Lo que ha hecho con Gingrich no lo podría hacer con Santorum y le interesa tener a Paul de tercero.

Lo que resulta propicio para el exgobernador de Masachussetts perjudica al exsenador por Pensilvania. Empujado por el torrente de publicidad gratuita que le ha supuesto su éxito en Iowa, Santorum puede hasta triplicar su voto en New Hampshire, pero sin apenas sobrepasar los dos dígitos. Sus ojos están puestos en Carolina del Sur, a la que es extraño geográficamente pero más afín en ideología. Superar o quedarse corto respecto a las expectativas puede ser para él decisivo. Los resultados de Gingrich y Paul también.

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