Menú
Juan Manuel González

Crítica: 'Yo, Tonya', con Margot Robbie

'Yo, Tonya' cuenta el ascenso y caída de la patinadora Tonya Harding. Y lo hace repartiendo bofetadas en todas direcciones.

Parece obligado empezar la reseña de Yo, Tonya, el biopic de la patinadora norteamericana Tonya Harding, refiriéndonos a la obligada cuota de películas de temática o tratamiento femenino en esta temporada de premios. Despachemos el asunto rápido y bien, porque ya aburre: Yo, Tonya es la historia de una mujer definida no por su físico (pese a estar interpretada por la fastuosa Margot Robbie) sino por sus talentos, por su infinita capacidad para brillar en lo suyo, el patinaje sobre hielo, así que hasta aquí todo bien para todos. ¿Verdad?

Pero la ironía de Yo, Tonya, película esquinada y contradictoria como su personaje titular, es que soporta no solo un retrato de una heroína caída, como cabría esperar, sino sobre todo una sentida oda a un sueño americano que se revela inexistente (al menos, para muchos) y sobre lo que significa encajar en una sociedad hipócrita y olvidadiza pero, sobre todo, sumamente compasiva consigo misma. En Yo, Tonya no hay redención ni triunfo (aunque sea simbólico) alguno: la white-trash que retrata y a la que pertenece la Harding no tiene solución porque tampoco la desea realmente, y en el fondo y (haciendo una cabriola digna de ella misma) no puede resultar más representativo de la hipocresía de tantos movimientos reivindicativos (y de la académica Academia de cine, al fin y al cabo siempre deseando agradar) que esa antipatía haya salido a la película tan cara como a Harding, relegada en las nominaciones en beneficio de otro retrato femenino, pero esta vez tan nimio, como es el de Lady Bird.

Pero volviendo a la película de Graig Gillespie, en ella todo se lee en clave social, precisamente por tratarse de una desopilante comedia negra sobre dos Américas distintas, dos realidades diferentes y paralelas conviviendo en el mismo mundo por mucho que a una de ellas solo se la intuya durante la práctica totalidad del metraje. El relato del ascenso y caída de Tonya Harding está repleto de picaresca miserabilista que no nos puede ser ajenos a los españoles; y vive formalmente del guiño a Scorsese y esa ruptura de la cuarta pared que tanto revalorizó otro antihéroe como Deadpool: con un inesperado dominio de los múltiples narradores (ninguno de ellos, por cierto, particularmente fiable) Gillespie construye una comedia negra de paletos pasadísimos, explota el contraste de su desconexión con la realidad (antipática también como ella sola) para generar gags y se sirve de una Margot Robbie la mar de valiente en el retrato de una mujer maltratada pero nunca victimizada... Una heroína que nunca comprendió el amor porque jamás lo recibió y, también y por eso mismo, ordinaria, basta y maleducada, una brillante cabeza dura incapaz en última instancia de comprender la realidad y por tanto imposible de salvar. ¿Crítica a la necesidad de encajar en un sistema hipócrita, o pullazo a una clase baja retrógrada? La crítica a la ausencia de una meritocracia real y el American Way existe en Yo, Tonya, pero no se comprende tanto como una burla sino como una búsqueda de sentido en medio de un sin sentido, pero siempre inaccesible y fallida para unos héroes que, ocasionalmente, también son malvados.

También, ojo, se trata de una película divertida: la segunda mitad del filme, que aborda ese "incidente" que no relataremos aquí, es una hilarante por vergonzosa sucesión de torpezas que se ve a ritmo de pop/rock ochentero y que confía en la inteligencia del espectador a la hora de desentrañar el sentido del relato: Gillespie no duda en animar a ritmo de rock las escenas de maltrato doméstico (e incluso infantil) y divertirse con lo pintoresco de los personajes para 1) ironizar y destruir el género, tan americano, del biopic deportivo y de paso el del drama comprometido, y 2), simplemente conducirnos con astucia y buen ritmo a lo largo de la historia. Y 3) añadiríamos nosotros, no subestimar el criterio del espectador a la hora de interpretar lo que pasa.

Temas

En Cultura

    0
    comentarios