Leo por ahí que "la contaminación también provoca falta de sexo". Ahora resulta que Madrid Central va a rescatar a las miles de parejas que han dejado de practicar el fornicio a causa de la moratoria de multas. Y ya da igual que veamos los indicadores de contaminación (que en absoluto demuestran que, en este tiempo, con las medidas "ecologistas" de Carmena haya mejorado): que alguien tiene la culpa de que no copulemos a gusto.
Los portales (de moda y belleza) que alertan de este fenómeno, basado en el hecho de que las sustancias químicas alteran (en teoría) las hormonas, aprovechan el asunto para recomendar las "10 cremas para que la contaminación no estropee tu cutis". Como lo leen: van de ecologistas y feministas, pero la siguiente noticia que me salta en la web en cuestión es un artículo basado en la especulación de las razones por las que Melania saliera sin suje en un acto oficial la semana pasada. Como si para prescindir del sostén hiciera falta una razón y un argumentario ideológico…
Hace escasas dos semanas la cantante Amaia volvía a aparecer en público sin suje y con pelos en las axilas, y, ya nada nueva la noticia (lleva dos años haciéndolo), todos los medios del país se hacían eco del importantísimo acontecimiento, demostrando que el feminismo que promulgan tales medios de comunicación es bastante superficial: defiende la no-cosificación de la mujer, pero a la primera de cambio el titular va enfocado a algo tan frívolo como los pechos y el vello. Supongo que será noticia el día que aparezca depilada. Lo que tampoco es normal.
Pero lo que es frívolo y de mal gusto son las nuevas canciones de Rosalía, una de ellas en catalán; y que sigamos creyendo en el falso "mito" que nos han hecho creer basado en una mugrosa "democratización" del flamenco. Hablemos con propiedad: en los últimos meses lo que hace es electrolatino al ritmo de rap y trap, con aires flamencos. La tía tiene un rollazo alucinante, un marketing insuperable y tiene magia: pero, ¿de verdad hace falta salir en chándal de imitación de Louis Vuitton y llevar esas uñacas? ¿Nunca le pica la nariz?
Lo que a mí me pica es la curiosidad de ahondar más en el tema de la venta de cosméticos de segunda mano. Verán… ahora hay hasta portales para la transacción, como Glambot, con ventas anuales que superan el millón de euros, y cuya tendencia va en aumento. Que tiemble Wallapuff: la reventa de maquillaje que no usamos está a la orden del día: pues, ¡cuántas veces nos ha pasado que nos ha regalado pintalabios, sombras y demás, y no le hemos dado ni una sola oportunidad. Pero, ¿y la higiene pa' cuándo?
Que se vendan productos "sin abrir" me resulta comprensible: de este modo se evita la "cadena de los regalos". Sí, ya saben: que, pasado un tiempo razonable, entre sus amistades "recaiga" un regalo que usted mismo había hecho a un amigo meses atrás. Regalos que nadie quiere y que pasan de mano en mano, de cumpleaños en cumpleaños, y que, por despiste, vuelven a sus orígenes. ¡Rompamos la cadena de los regalos y vendámoslos para sacarnos unas perras!
¿Y los cosméticos ya usados? Productos cuya precio (recomiendan los "especialistas") debería ser el 50% de su valor inicial. Un auténtico peligro para nuestra salud. ¿Les suena de algo los herpes? Dicen que tal virus se propaga con enorme facilidad a través de labiales que actuarían como vehículo de transmisión. ¡Toma ya! Paypal para hoy, herpes para mañana.
Entre los pezones al aire, los pelos con vida propia, la contaminación que afecta al sexo y al cutis, y los (posibles) herpes en labiales, no hay semana que quede exenta de polémica alguna la industria de la moda y la belleza. Por el momento, me voy a poner el bañador de euro con veinte (del que les hablé la semana pasada); me untaré con el protector solar de Nivea (ya que, por el momento, no hay prueba alguna de que aquella conversación presuntamente homófoba hubiera existido) y me voy a la playa a captar nuevas costumbres estéticomorales que prevalezcan en el humano cuando decide quitarse la ropa (los tatuajes, la clave de Occidente). ¡Feliz sábado!