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José García Domínguez

El indulto de Jordi Pujol

Lean con urgencia este libro. Si son capaces de encontrarlo, claro.

Lean con urgencia este libro. Si son capaces de encontrarlo, claro.
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El único nacionalista catalán conocido que, una vez concluida la represión de la inmediata posguerra en toda España, pasó una breve temporada por las cárceles del general Franco, pese a los muy largos y célebres cuenta años de su dictadura, Jordi Pujol i Soley por más señas, reo entonces enjuiciado aún no por delitos comunes, abrevió sobremanera su estancia en prisión gracias a un indulto particular que el interfecto solicitó personal, discreta, humilde y respetuosamente al mencionado general. Asunto, como tantísimos otros de su vida, maquillado, oscurecido y deformado hasta tornar por entero irreconocible la verdad en su libro de memorias, Pujol firmó de su puño y letra la petición del indulto a Franco, huelga decir que de ninguna inimaginable amnistía, el 17 de octubre de 1961. Solo cinco días antes, un nada casual 12 de octubre, había aparecido en el Boletín Oficial del Estado un decreto por el cual el jefe del mismo Estado ofrecía la concesión de una excarcelación extraordinaria a los condenados que quisieran acogerse a ella.

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El 10 de noviembre se lo otorgaron. Y tan pronto como el 22 de noviembre, el futuro padre de la pàtria ya estaba en la calle. Detalle escasamente épico de la mítica peripecia resistencia de Pujol, el de su humillación ante el dictador para librarse de la trena, que si hoy se conoce, aunque únicamente sea en algunos ambientes muy restringidos merced al tupido manto de silencio que se acaba de tender sobre la obra donde se cuenta, es gracias a esa imprescindible biografía no autorizada del fundador del nacionalismo catalán moderno que acaban de publicar Manuel Trallero y Josep Guixà, la que lleva por título Pujol. Todo era mentira (Almuzara). Y cuyo exhaustivo subtítulo no me resisto a hurtar a los lectores: "Educación nazi, trastornos mentales, vinculación al Opus, negocios familiares corruptos e impostura patriótica de Jordi Pujol". Por lo demás, obra, la de Trallero y Guixà, de difusión perfectamente clandestina (a mí me ha sido imposible dar con ella en ninguna de las principales librerías de Barcelona).

Y es que cuando se habla de la ya legendaria valentía del gremio periodístico local a la hora de plantar cara a la voluntad castradora y uniformista del catalanismo político con mando en la plaza tiende a olvidarse el parejo amor por el riesgo temerario en defensa de la libertad que igual retrata a los dueños y directivos de las grandes editoriales con sede en Barcelona y Madrid (que en eso tampoco se distinguen en nada). De ahí la evidente anomalía de que la obra fundamental para conocer la verdad sobre la persona determinante en el proyecto de destrucción de la soberanía nacional en Cataluña haya tenido que ser compuesta y distribuida por una empresa tan meritoria, pero también tan artesanal, como la pequeña editora de Manuel Pimentel, Almuzara. Nadie más se ha atrevido, por lo que pudiera pasar. Y después, clamoroso, el silencio. Ni una sola crítica, ni una sola mención ni mucho menos una sola entrevista a los autores en los grandes y menos grandes medios de comunicación domésticos. También por lo que pudiera pasar. Y tampoco, que yo sepa, en los de Madrid. O sea, lo de siempre. Lean con urgencia el libro. Si son capaces de encontrarlo, claro.

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