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Amando de Miguel

Los raros momentos de lucidez

Es el momento de concentrarnos en la lucidez, de sacar fuerzas de flaqueza. Ahora o nunca.

Es el momento de concentrarnos en la lucidez, de sacar fuerzas de flaqueza. Ahora o nunca.
Retrato de Lope de Vega, uno de los gigantes literarios del Siglo de Oro | Cordon Press

Se dice que las últimas desesperadas palabras que pronunció el gran Goethe en su lecho de muerte fueron: "Licht! mehre Licht!", es decir, que trajeran más luz. Era la intuición de que la muerte significaba para el sabio que todo se vuelve oscuro. El ejercicio del pensamiento implica claridad ambiental.

En la vida de todos nosotros hemos experimentado momentos de lucidez y otros de oscuridad. En el ritmo circadiano hay personas que tales instantes de lucidez los encuentran hacia la madrugada. Es la sensación tan corriente de "consultar con la almohada" para resolver un problema que nos acucia. Tras unas horas de sueño, al despertar, parece que se nos ilumina la mente y encontramos la solución al enigma que nos traía de cabeza.

A lo largo de una biografía, si miramos hacia atrás con distanciamiento y serenidad, podemos comprobar que hemos tenido momentos en los que nos hemos sentido particularmente lúcidos. Parecen más afortunados cuando el paisaje general ha sido más bien grisáceo. De ahí que todos los recuerdos autobiográficos sean siempre una selección intencionada. Los malos ratos suelen olvidarse o, al menos, rebajamos su incidencia en nuestras vidas.

Una circunstancia curiosa es que, después de experimentar ciertos traumas o contratiempos, se suele despejar la mente, se agudiza la imaginación y nos encontramos con soluciones inesperadas. El ejemplo pedagógico es el de Newton que dijo intuir la ley de la gravedad cuando, en una siesta debajo de un manzano, le despertó una manzana que se desprendió del árbol. Naturalmente, el suceso parece un tanto fantasioso, pues muchas personas han visto desprenderse una manzana del árbol y a ninguna otra se le ocurrió formalizar la ley de atracción de los cuerpos. El otro ejemplo clásico es el famoso "¡eureka!" (= lo encontré) de Arquímedes. El azar benéfico ayuda a los individuos que previamente se sitúan en disposición de reconocerlo.

Lo que sí permanece es la impresión general de que el ejercicio de la inteligencia no sigue una trayectoria rectilínea; dibuja más bien una línea quebrada como la que se nos muestra en los resultados de los electrocardiogramas. Es decir, hay momentos esporádicos de lucidez en medio de una superficie más o menos desdibujada de tonos grises o indeterminados.

Lo interesante es que las trayectorias erráticas que se atribuyen a los estados de ánimo individuales se pueden extrapolar a la dimensión colectiva, a la vida de los pueblos. Además, no tienen por qué coincidir los momentos de alta creatividad con los de intenso desarrollo económico. Es claro que el siglo XVII español fue más bien de decadencia económica, de miseria material, pero coincidente con una estupenda expansión de las artes todas, singularmente la Literatura. Es el ápice, por ejemplo, de Cervantes y Lope de Vega, entre otros genios. Es lo que se llama "siglo de oro", una concentración de inteligencia y de creatividad nunca vistas.

Otro caso para España es el que se refiere a la fecha de 1898, el año del desastre de la pérdida de las provincias ultramarinas. Se acompañó del pesimismo de los políticos y el desánimo de los escritores "regeneracionistas". Sin embargo, el enlace entre los siglos XIX y XX coincide con los de una desconocida expansión económica, otra vez una gran creación literaria y artística. Es evidente la lucidez colectiva de esa época gloriosa.

Apliquemos el cuento a la situación actual de la vida colectiva española. El panorama no puede ser más oscuro e indeterminado, incluso agravado ahora con la crisis económica del "coronavirus". Pues bien, es el momento de concentrarnos en la lucidez, de sacar fuerzas de flaqueza. Ahora o nunca. Se impone un decidido voluntarismo por parte de los sectores más dinámicos de la sociedad. Nunca como ahora ha habido un conjunto de españoles preparados. Todo es cuestión de organizarse bien, a pesar del gran obstáculo que significa una política en estado de putrefacción.

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