Menú

EL MUNDO DE LOS CÓMICS
Maus
David Jiménez Torres



En 1992, un tal Art Spiegelman, antiguo colaborador de revistas underground, ganó el prestigioso premio Pulitzer por una obra (publicada en dos partes) llamada Maus. El cómic relataba la historia de su padre, superviviente de Auschwitz, y desde entonces los aficionados españoles pidieron la llegada a nuestro país de la obra. Por fin, hace algunos meses, conseguimos nuestro deseo: Planeta, a través de su recién nacida Colección Trazado, publicó la historia en un tomo de 296 páginas.

Siempre es difícil criticar una obra sobre el Holocausto, ya que todas las historias de sus supervivientes son igualmente impactantes, pero Maus destaca por encima de cualquiera que haya leído jamás. Spiegelman va más allá de la recreación de la vida en los campos de concentración: cuenta la historia de sus padres, de cómo se conocieron, casaron, y vivieron hasta la invasión de Polonia, y luego se lanza a detallar las penurias que pasaron para esconderse de los nazis hasta que por fin fueron capturados y llevados a Auschwitz. Uno de sus detalles más interesantes (y que le da una gran profundidad a la historia) son las alternancias entre futuro y presente que hay en la obra: para que nos hagamos buena idea de cómo cambió el Holocausto a su padre (Vladek), el autor nos cuenta también cómo era cuarenta años después. Así, podemos comparar entre el Vladek que sobrevivió a Auschwitz y el Vladek jubilado que pasa los últimos años de su vida atormentando a su segunda esposa y único hijo. Y las diferencias son increíbles, hasta el extremo de que parecen dos personas diferentes: el Vladek joven es bueno, compasivo, cariñoso con su mujer, inteligente y con recursos, mientras que el viejo es avaro, desconsiderado, ligeramente desequilibrado e incluso xenófobo. También asistimos a la difícil relación existente entre el autor y su padre, que nos revela la tremenda sinceridad de Spiegelman a la hora de publicar una obra tan personal.

El sistema de dibujo utilizado por el autor, que representa a los judíos como ratones, los nazis como gatos, los americanos como perros y los polacos como cerdos, es también un gran acierto, ya que le da un cierto toque inocente a una trágica historia que de cualquier otra forma sería muy difícil de leer. Además, resulta igual de impactante ver a esos ratoncitos que parecen salidos de una serie infantil muriendo en las cámaras de gas, que si hubieran sido dibujados como humanos.

Algo que se ha comentado mucho es su traducción al español, y los que la han criticado revelan su ignorancia respecto a esta obra: el uso imperfecto de la lengua de Vladek no es un fallo del traductor (a ningún editor se le pasaría por alto que el protagonista dice “ser” en vez de “estar”, y viceversa, a lo largo de 300 páginas), es que en el original el personaje hablaba mal el inglés, y eso es algo que el traductor español (muy acertadamente, creo yo) ha querido mantener a la hora de hacer la edición de Planeta.

En definitiva, Maus es, sin duda alguna, una obra que llega al corazón. Tanto como relato del Holocausto como historia independiente, Maus supone una compra obligada no sólo para cualquier fan que se precie sino también para cualquier persona que disfrute con las buenas (y, en este caso, buenísimas) historias.

En Opinión