Menú
Jake Sandoval

La derecha, como en 1931, abandona a su suerte al Rey

Cada vez hay más paralelismos entre la caída de la monarquía de Alfonso XIII y la actual crisis de estado.

Cada vez hay más paralelismos entre la caída de la monarquía de Alfonso XIII y la actual crisis de estado.

Desde 1931, el mes de abril es el mes de los republicanos. Ese año, tras unas elecciones municipales, cayó una monarquía y se proclamó la II República, que duraría poco más de 5 años. Desde entonces los nostálgicos de la bandera tricolor siempre nos lo recuerdan por estas fechas. Como coincide con la primavera, la gente entusiasmada se echa a la calle, y este año el republicanismo ha venido casi con el mismo ímpetu que el buen tiempo.

Cada vez hay más paralelismos entre la caída de la monarquía de Alfonso XIII y la actual crisis de estado. Hay muchas evidentes, como un nacionalismo catalán que se ha echado al monte, una clase política completamente desprestigiada, un ciclo económico de crecimiento que termina con una depresión mundial, un caciquismo que actualmente se manifiesta en las comunidades autónomas y sus "barones". La muerte y jubilación en ambos casos de la generación que logró ambas transiciones, así como de la generación que sufrió y vivió el cansancio y desesperación de la etapa anterior. Incluso en ambos casos se da el envejecimiento de ambos reyes, Alfonso XIII y su nieto Juan Carlos, y en ambos casos el levantamiento del velo: donde antes todo eran loas favorables a los monarcas ahora son críticas y calumnias. La primera restauración duró 55 años (1876-1931), y de la II llevamos transcurridos 38 años (1975-2013).

Pero por encima de todas ellas destaca una y es que, al igual que en 1931, la derecha y las clases conservadoras le están dando poco a poco la espalda a la Corona, y con ello al régimen que representa. Para que Alfonso XIII decidiese tomar el camino de Cartagena fue necesario que él comprendiese que los conservadores no le apoyaban. Primero fue el pacto de San Sebastian de 1930 cuando se adhieren Miguel Maura y Niceto Alcalá-Zamora, luego fue necesario que Ortega y Gasset escribiera Delenda est monarchia, y que con los principales intelectuales españoles, como Gregorio Marañón o Ramon Pérez de Ayala, fundara la "Agrupación al Servicio de la Republica". Y es muy simbólico que fuera en casa de Gregorio Marañón donde el 14 de Abril el viejo conde de Romanones negociará con Alcalá Zamora la salida de Alfonso XIII de España, todo ello apoyado por el General Sanjurjo, director de la Guardia Civil.

Nada se puede reprochar a aquellos intelectuales que hicieron lo que creían y lucharon contra la Corona que consideraban un anacronismo. Ellos apoyaron un cambio de régimen que pensaron ayudaría a solucionar los problemas de España. Y no fueron los responsables, pero sin su apoyo es difícil pensar que podría haber sucedido. El problema es que, al mes de proclamarse la ansiada República, se produjo la quema de conventos, dejando claro el cariz que tomaría la nueva época que les tocaba vivir. Y en menos de 8 meses Ortega y Gasset, nuestro intelectual por antonomasia, decía aquello de "no es esto, no es esto". Y sólo un año después el mismo General Sanjurjo daba un golpe de Estado para intentar controlar a esa nueva República que él tanto había ayudado a crear. El verdadero problema es que para entonces la situación ya no tenía arreglo. Todo el mundo sabe cómo acabo este cuento, con una Guerra Civil y 40 años de dictadura.

Por eso no deja de impresionar la cantidad de gente que se ha empezado a volver republicana, algo impresionante ya que basta con coger cualquier panfleto del suelo para ver lo que piden los partidarios de la III República y comprender lo alejado que están los conservadores de esas ideas. Repetir los errores dos veces es lo más humano del mundo. Intentar arreglar las cosas desde dentro es difícil y requiere mucho más esfuerzo. Cada día que se habla de la monarquía hay mucha gente contenta en la sede de los partidos políticos. Mientras no tengamos eso claro poco podremos hacer por solucionar nuestros problemas. La monarquía ha cometido equivocaciones, pero hacerla responsable de los males del país no es algo que vaya a solucionar los problemas del mismo. Al final, los conservadores sólo saben conservar la revolución.

Y a quien no le convenza este argumento le recomiendo el estupendo libro que acaba de escribir Emilia Landaluce sobre Jacobo Alba, uno de mis personajes favoritos del siglo XX español, quien dedico toda su vida al servicio de su país y de la monarquía, que para él era lo mismo. Jacobo fue un gran intelectual y siempre quiso y luchó por que España se convirtiera en un sitio civilizado como su admirada Inglaterra.

En Chic

    0
    comentarios