Un amigo médico siempre me dice que las mujeres tendemos a la histeria (y los hombres, a la neurosis). Los guionistas de televisión deben de jugar con esa idea. Con esas patologías mentales (si lo son) y con otras. La tendencia en las series que tienen una policía como protagonista es que a ésta le falte un tornillo. Ya no estamos en aquellos tiempos en que Sam Goldwyn decía: "Cualquiera que vaya a un psiquiatra necesita que le miren la cabeza". Angie Dickinson no tenía problema alguno en La mujer policía, salvo el de estar buena. Años más tarde, la Helen Mirren de Principal sospechoso, madre de todas las polis actuales, sólo era alcohólica. Pero las de la nueva generación están para encerrarlas: desde la Holly Hunter de Saving Grace a la Kyra Sedgwick de The Closer. Y, por encima de todas, la campeona, la Claire Danes de Homeland (cómo era la imitación de sus loqueras por Anne Hathaway en Saturday Night Live). La última en incorporarse al serrallo armado de las tocadas del ala es Diane Kruger en The Bridge, que FX estrena el 10 de julio en Estados Unidos (Fox la emite al día siguiente en España). El ‘remake’ de la sueco danesa Bron, Broen es una producción muy recomendable. Como está ambientada en la frontera mexicano-estadounidense y sus protagonistas son dos policías pica y rasca de ambos países, es una mezcla perfecta entre ‘Como el perro y el gato’ (es decir, Dempsey and Makepeace) y Sed de mal. Con permiso de Orson Welles. El caso es que Diane Kruger, que aquí es buena actriz, interpreta a un personaje que está un poco ‘p’allá’ (aunque como solo he visto el episodio piloto, gracias a Fox, no sé todavía por dónde le va a dar la ventolera; pero muy normal no es).
Antes estaba bien visto que las poetas tuvieran algún desequilibrio. Ahí están Anne Sexton y su amiga Sylvia Plath. Anne se cabreó cuando Sylvia se suicidó sin contar con ella. Luego tuvo que hacerlo sola. Pero no veo yo cómo iban a meter las dos las cabeza en el horno. El coche, el garaje y el monóxido de carbono, método de Sexton, es más adecuado para hacerlo en pareja, aunque lo ideal y molón es marcarse un ‘Thelma y Louise’. Bueno, que si antes estaba bien visto que las poetas (y Panero) tuvieran algún problemilla, ahora también está bien visto que dudemos del estado mental de las policías televisivas. Es verdad que en España hemos jugado mucho con la locura hasta en los títulos de las películas. Lo que en Estados Unidos se llamaba asépticamente Police Academy aquí se tituló Loca academia de policía. Porque sí. Los guionistas americanos no conocen a Raquel Mosquera, que siempre saltaba medicada del trampolín, pero sí a Catherine Zeta-Jones, que ha estado ingresada por su trastorno bipolar. Lo bueno de las enfermedades mentales de las mujeres de hoy, reales o de ficción, es que no las llevan directamente al ático de Jane Eyre. Las llevan a la comisaría. O a la CIA.