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Katy Mikhailova

Dogflute’s Style (I)

El 'Estilo de los Perroflautas’, o el ‘Dogflute’s Style’ llega a las marcas de moda.

El 'Estilo de los Perroflautas’, o el  ‘Dogflute’s Style’ llega a las marcas de moda.
Campaña de Roberto Cavalli

Llevo años analizando la simbología de los 'progres'. Y lo cierto es que da para mucho. Pero el impulso a tratarlo en esta columna de hoy se debe a que las propias empresas de lujo ya están empezando a apostar por el 'Estilo de los Perroflautas’, o el ‘Dogflute’s Style’, término que he decidido acuñar en compañía de un amigo mío politólogo.

¿Ironías de la vida?; ¿o ganas de ganarse más espacio publicitario? Desde luego estoy segura de que a ningún progre del 15-M se le habría ocurrido nunca ir vestido de Roberto Cavalli a una de esas macro acampadas amorales y antihigiénicas vestidos con ropajes cuyo estampado simula pieles de guepardos o de tigres –que es uno de los rasgos más característicos de la marca italiana-. Aunque, como bien contaba Federico J. Losantos en La Libertad tiene un precio, las "gentes" del 15-M venían de un adosado de Las Rozas; vamos, ‘empijotados’ hasta las cejas –y nunca mejor dicho-.

Empiezo hablando de Cavalli porque una vez más una empresa capitalista –y, para colmo, de lujo- se inspira en los movimientos anti-sistema –y, por si fuera poco, lo hacen en Barcelona-. ¿Qué será lo siguiente? ¿Que Mango saque una campaña en donde una Moss o un Messi aparezca quemando banderas españolas? Ambos envueltos con una buena  kufiya, algo que no me sorprendería demasiado.
Sí, muy radical me he puesto. Pero me parece ridícula esta nueva campaña para otoño-invierno de 2013-2014 de la marca italiana, en donde reivindican en un vídeo en Youtube de dos minutos las revueltas sociales. ¿Lo más gracioso saben qué es? Que se supone que luchan por la belleza, la juventud y la libertad en la vestimenta. ¿Qué tontería, no? Fíjense que me parece aun más estúpida esta campaña que los pobres alienados y embobados del 15-M.

Para aquellos que no quieran contribuir a aumentar el número de visionados del vídeo –pues no merece mucha la pena, salvo que se dediquen a la labor de analizar las estrategias de empresas de moda-, se aprecia en él un grupo de jóvenes, todos monísimos de la muerte, protestando en Barcelona. Son los dogflute’s más guapos que he visto: dentaduras perfectas, cutis limpios, melenas tirando a ese look desenfadado perroflautino –unas cabecitas, que de lo perfectamente despeinadas que están, se deduce que hay un hercúleo trabajo de laca y peine; esto sí coincide con esos lideruchos de la PAH, por ejemplo-; y ropajes sueltos. Muy sueltos. Esto último es un guiño a las revueltas sociales, porque cuando uno acude a una manifestación se precisa de ropa cómoda: maxi jerséis a lo 'look boyfriend’, colores oscuros –ya saben, como se van a ensuciar, que se vean poco las manchas de sudor, por ejemplo-, algún que otro estampado con el Che o del padrecito Stalin y, si hay  palestina al cuello, insisto, mejor que mejor. ¡Nunca, lectores, nunca, un pañuelo o un jersey anudado al cuello! A ver si en vez de borrokas del Casco Viejo de Bilbao, se van a pensar que paseamos por La Concha de San Sebastián. Eso sí que no. Pero que el Iphone -o un buen S III o un proletario Lumia- no falte para twittear cada movimiento que hagan. Parece que se ha decidido que nazca una nueva tendencia. Se llama el Dogflute’s Style. O, para los reacios al inglés, el Estilo de los Perroflautas. ¡Revolución o Fashion!

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