El primer viernes de marzo, y primer viernes de cuaresma, Madrid se prepara para una tradición multitudinaria por la que cientos de miles de personas acuden a rezar, pedir o dar gracias a una imagen tan imponente como milagrosa que suscita la veneración desde hace siglos.
Una imagen ligada a la casa ducal de Medinaceli, una de las más importantes de la nobleza de España y a la Casa Real española, que desde Fernando VII, renueva cada año la tradición de besar el pie izquierdo de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli, el Señor de Madrid.
El viernes 7 de marzo, las puertas de la Basílica de Jesús de Medinaceli ha abierto sus puertas a las 12 de la noche y no cerrarán hasta que haya pasado el último peregrino. Si nos remitimos a los datos del año pasado, fueron 500 mil personas las que acudieron.

A las 11:20 de la mañana ha llegado S. M. el Rey Felipe VI, en la que ha sido su tercera visita como Rey de España, tras visitarlo en 2018 y 2024. La primera vez que Don Felipe acudió a venerar la imagen de Jesús de Medinaceli fue en 1971, apenas tenía tres años, y acudió con sus padres. Posteriormente regresó en 1976, junto doña Sofía y las infantas Elena y Cristina. Por su parte, Doña Letizia tan solo ha acudido una vez, en 2004, unos meses antes de casarse y no ha vuelto.
Don Felipe ha entrado en el templo bajo los acordes del himno nacional interpretado por el órgano de la iglesia. Como todos los años, ha sido recibido por un miembro de la casa ducal de Medinaceli, concretamente por Flavia Hohenlohe-Langenburg y Medina, así como por Benjamín Echeverría, superior provincial de los frailes menores capuchinos, orden que custodia la imagen de Jesús de Medinaceli, y el hermano mayor de la archicofradía, Miguel Ángel Izquierdo mientras se sucedían los "vivas" al Rey y a España por parte del público congregado. A continuación, el Rey ha besado el pie izquierdo del Cristo, renovando su compromiso con la venerada imagen y la tradición.
Historia y devoción a Nuestro Padre Jesús de Medinaceli

Esta imagen estuvo en La Mámora (Marruecos), pero cayó prisionera y llevada a Mequinez (la por entonces capital ) donde la vejaron y humillaron por las calles. Según los cronistas de la época, en señal de desprecio a la Fe católica, el sultán Muley Ismael "mandó arrastrarla por las calles y después que la echasen al foso de los leones, como si fuera de carne humana, para que fuese despedazada".
Los padres trinitarios la compraron y rescataron en Fez, y por orden del rey Carlos II fue trasladada a Madrid en 1682. A su llegada, se organizó una procesión, a la que asistió la Familia Real, y todo el pueblo de Madrid, que lo erigió en su protector.
Se trata de una talla del siglo XVII vinculada a la escuela sevillana. Es una imagen ‘de Sentencia’ que representa a Jesús que, tras ser interrogado por Pilatos, lo presenta al pueblo diciendo: ‘Este es el hombre, Ecce homo’. Mide metro setenta y tres centímetros, está de pie, con los pies desnudos, las manos maniatadas con una soga y la cabeza coronada por una corona de espinas. En su pecho luce el escapulario con la cruz trinitaria azul y roja, distintivo de haber sido rescatado. Su rostro, una mezcla de dolor y ternura, tiene la boca entreabierta, los párpados semicerrados mientras dirige la mirada hacia el suelo en actitud humilde.
El ducado de Medinaceli cedió un terreno para la construcción de una capilla. En 1710 fue fundada la Ilustre y Nobilísima Congregación de Esclavos de Jesús Nazareno, con el IX Duque de Medinaceli, Luis Francisco de la Cerda y Aragón, como hermano mayor.
Una imagen que sufre los vaivenes de la Guerra Civil
Asimismo, la imagen también sufrió los vaivenes sociales y políticos. En marzo de 1936, los vecinos evitaron que un grupo de milicianos se llevara la imagen para quemarla. En julio de 1936, los frailes que custodiaban la imagen decidieron envolverla en sábanas y ocultarla en la cripta bajo un montón de escombros. Un día después, la basílica fue ocupada por el batallón republicano de la diputada Margarita Nelken.
La imagen permaneció oculta hasta febrero de 1937, cuando un miliciano bajó a la cripta buscando madera para avivar el fuego y la encontró. La noticia del hallazgo llegó hasta la Junta de Defensa de Madrid, que decidió entregársela a la Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico, un organismo republicano creado para evitar las destrucciones incontroladas de iglesias y conventos que caracterizaron los primeros días de la guerra, y proteger así sus obras de arte más valiosas. Pasó a un sótano del Ministerio de Hacienda y después por San Francisco el Grande. En noviembre de 1937 fue trasladado a Valencia, dentro de un ataúd, en un camión lleno de cadáveres. En marzo de 1938 fue trasladado a Cataluña y en febrero de 1939, formó parte de una expedición de 71 camiones, 1.868 cajas y 140 toneladas de peso hacia la sede la Sociedad de Naciones en Ginebra, en la que además del Cristo iban las obras más valiosas del Museo del Prado.
Finalmente, Jesús de Medinaceli volvería a Madrid el 14 de mayo de 1939, lo que se celebró con una procesión extraordinaria desde el convento de la Encarnación hasta su emplazamiento tradicional, en la que se consideró como una de las mayores expresiones de fe popular que se han podido ver en las calles de Madrid.
Sánchez ya ha dejado claro que un medio crítico como este es un obstáculo. Nos halaga pero necesitamos tu ayuda para demostrarle que lo que dice es cierto. Hazte socio del Club LD.