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Manolo Escobar en vísperas de recibir un homenaje en su pueblo

El Ejido hará un homenaje a Manolo Escobar con vistas a su retirada de los escenarios.

El Ejido hará un homenaje a Manolo Escobar con vistas a su retirada de los escenarios.
Manolo Escobar, con su esposa Ana Marx y su hija Vanesa | Cordon Press

"Nadie es profeta en su tierra", dice un popular y añejo refrán español. Que no siempre se corresponde con la verdad. Es el caso de Manolo Escobar, al que el Ayuntamiento de El Ejido, localidad distante a 32 kilómetros de Almería, tributará un homenaje el próximo viernes, 26 de abril, en el Teatro Auditorio. La Concejalía de Cultura es quien ha organizado un concierto en honor de su ilustre paisano, quien presentará su último espectáculo, Antología de la copla, con el que ha anunciado su retirada una vez que haya cumplido sus contratos por toda España; que bien culminarán a finales del presente año o tal vez se alarguen hasta los primeros meses de 2014.

Nuestro veterano maestro de la copla ha dicho que no tiene prisa y que por él, seguiría, puesto que aún le responde la voz. "Porque es de tontos dejar lo que yo más quiero después de mi familia, que es actuar para el público". Pero su quebradiza salud de los últimos tiempos (su corazón y un cáncer del que todo hace pensar que ha remitido) es motivo más que suficientemente para que diga adiós a los escenarios de manera digna, en pleno triunfo, ya que su popularidad no ha decaído después de una carrera que dura ya cincuenta y cinco años.

Es fácil suponer que cuando este viernes inmediato pise las calles de su pueblo natal se emocione vivamente y echando la vista atrás recuerde su casa de la barriada de Las Norias, donde en una familia de diez hermanos –él era el quinto- su padre, un campesino llamado Antonio García, luchaba diariamente para sacar a flote a los suyos. Fue un hombre modesto pero muy emprendedor, que regentaba una pequeña tienda de ultramarinos, una casa de huéspedes y en algunas temporadas hasta llevó las riendas de un cine de verano. Se preocupó de que sus retoños adquirieran una suficiente cultura. Había conocido a un maestro de escuela de filiación republicana, que estaba represaliado, Antonio Manzano. Y convino con él que, a cambio de proporcionarle alojamiento y comida, daría lecciones de cultura y general a sus hijos. Tres de ellos (Baldomero, Salvador y Manolo) aprendieron también a tocar la guitarra y el laúd. Que se anunciaron como el trío "Los Niños de Antonio García" para amenizar algunas fiestas familiares. Y con algún otro crearon también una rondalla. Serían los cimientos artísticos del futuro artista de la canción española.

Aquellos tres hermanos, llegada la mitad de la década de los 50, tomaron la determinación de marcharse a Barcelona. El Ejido era entonces una población de apenas tres mil habitantes, sin apenas futuro. Tiempos de la emigración masiva en toda España. Y en la Ciudad Condal, Baldomero se dedicó al estraperlo, Salvador trabajaba en lo que podía y Manolo... los esperaba en la habitación que habían alquilado en el Barrio Chino y era el encargado de hacer la comida. Tras muchos esfuerzos y ocupaciones varias, conseguirían salir adelante. Se afincaron en Badalona y pudieron acoger al resto de sus familiares, aunque ya el padre había fallecido. La madre era aquella "Madrecita María del Carmen" de la copla. A finales de 1957 en el teatro Clavé de Mataró se anunciaba el debut de Manolo Escobar y sus guitarras. Éstas, las pulsaban tres de sus hermanos: los antes mentados Baldomero y Salvador reforzados por Juan Gabriel, quien se convertiría en autor de buen número de canciones del cuarteto. Las dos primeras que sonaron en las emisoras de radio de toda España fueron El primer bautizo, bolero flamenco y Te canto con mis guitarras, a ritmo de vals y bulerías.

Con ochenta y un años y casi seis décadas después de haber dejado Manolo Escobar su pueblo, El Ejido se ha convertido en un próspero núcleo de 83.000 habitantes, conocido por sus frutos tempranos, la riqueza conseguida merced a los invernaderos y al sistema de riego por goteo que se implantó en el Campo de Dalías. Allí quieren a su hijo predilecto, quien ya hace años tiene en la capital una plaza que lleva su nombre frente al Mediterráneo. El que siempre cantó a su querida tierra, con ritmo de pasodoble: "Almería, un inmenso coral es tu hermosa bahía...".

Nino Bravo conducía su coche

No me he manifestado hasta la fecha sobre los comentarios que algunos lectores de mis artículos en Libertad Digital tienen a bien realizar y que agradezco. Haré hoy una excepción acerca de uno de ellos, firmado por Pilar Martín Quintana, quien la pasada semana aseguraba –en contra de lo por mí aseverado- que Nino Bravo no conducía el vehículo en el que encontró la muerte hace ahora 40 años, "pues iba durmiendo en el asiento trasero". No, no fue así. Asistí, como contaba, al entierro e hice la investigación precisa, que publiqué. Ahí están las hemerotecas para consultarlo. Y si no, remito a dicha comunicante al libro que publicó un buen amigo del intérprete valenciano, Guillermo J. Ortigueira, Y la voz se hizo mito. Por tanto, me reafirmo en cuanto escribí. Por lo demás, no he denigrado a Nino Bravo; no lo consideré jamás "un cantante del montón". Todo lo contrario: poseía una voz de oro. Ahora bien, aunque consiguió varios números 1 (lo mismo que otros colegas de su generación) su mitificación le llegó ya estando muerto. Mitos en el mundo del pop español hay pocos. Ocurre que en España a veces, injustamente, bajamos del pedestal a alguien pero, si se va de este mundo, de repente lo elevamos al máximo. Un país necrofílico el nuestro.

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