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Musas del destape

Victoria Abril, la muchacha de las bragas de oro

Victoria Abril sigue de actualidad, a diferencia de otras musas del destape. Ahora mismo colabora en la serie Sin Identidad.

Victoria Abril sigue de actualidad, a diferencia de otras musas del destape. Ahora mismo colabora en la serie Sin Identidad.
Victoria Abril, en la película de Vicente Aranda

Victoria Abril lleva tres decenios viviendo en París, con algunas escapadas a España, pero sin apenas trabajos aquí durante ese periodo de tiempo. Para muchos, habrá constituido una sorpresa ahora contemplándola en una serie televisiva, bien acogida, que se emite en la noche de los martes en Antena 3. Está a punto de cumplir cincuenta y cinco años y vivió sus primeros pasos cinematográficos justo cuando estrenábamos democracia, mostrándonos ya en su adolescencia las delicias de su hermoso cuerpo. Ya le llegaría la hora de demostrar su enorme talento interpretativo.

Victoria Mérida Rojas, que así figura en su carné de identidad, nació en la capital de España el 4 de julio de 1959. No conoció a su progenitor. Desde los dos a los seis años residió en Málaga, en una casa habitada sólo por mujeres: su abuela, su madre, su hermana. Aquella situación marcó de alguna manera su carácter difícil. Resulta curioso que, cuarenta años después, exactamente, protagonizara en Francia la película Mamá, preséntame a papá, cuyo argumento tenía mucho que ver con su propia existencia. Desde que tuvo uso de razón preguntaba constantemente a su abuela por el paradero del padre. Siempre le decían que había muerto, hasta que la abuela acabó por contarle la verdad: vivía, trabajaba en un Ministerio. Abuela y nieta llegaron hasta ese lugar, y allí se enteraron que ya había fallecido. Victoria contaba entonces quince años.

Con ocho fue inscrita en una escuela de danza, pero las estrecheces económicas familiares le impidieron continuar su perfeccionamiento como bailarina, ya que a los catorce hubo de aprender un oficio, el de secretaria, para arrimar el hombro en casa. Dio la casualidad que su profesora de baile le habló acerca de su marido, director cinematográfico, Paco Lara Palop, quien buscaba una joven para su inmediato filme, Obsesión. Y Victoria Mérida –que así apareció en los créditos de su primera película- fue elegida para el papel de una criada que inicia en las artes amatorias al hijo de la familia en cuya casa sirve. Luego tomaría parte en un breve papel, luciendo sus encantos de nuevo, de la coproducción internacional Robin y Marian, nada menos que a las órdenes de Richard Lester. Era una joven reina "más p… que las gallinas", al decir de la actriz.

Victoria Abril en Un, dos, tres | Imagen TV

Es en ese periodo cuando se hace muy popular como azafata contable en un programa de televisión, Un, dos, tres… responda otra vez, actividad sobre la que después nunca quiso hablar y si lo hizo alguna vez, fue despectivamente. Y ya en 1976 es cuando es bautizada artísticamente como Victoria Abril por su director fetiche, Vicente Aranda, en Cambio de sexo, en el rol de un adolescente que se relaciona con un travestí. Puede suponerse que ello la obligó a aparecer "en pelota picada". Ya era por aquellas calendas una jovencita desinhibida, con un delicado y armonioso cuerpo de hermosas proporciones, que no dejaría de mostrar en sucesivas películas. Ello la convirtió, en esa segunda mitad de los años 70, los de la Transición, en otra de las grandes musas del erotismo hispano. La revista Interviú no cejaría en ofrecerle "el oro y el moro" hasta tenerla en su colección fotográfica de estrellas en porretas. Otra faceta suya es la canción. Tiene grabados varios discos.

Quería independizarse y sin el consentimiento materno se casó civilmente el 27 de agosto de 1977 con el súbdito chileno Gustavo Laube, futbolista retirado y luego representante artístico de su mujer. Pero el tipo acabó cansando a una indómita Victoria Abril, que deseaba volar por su cuenta, y se dijeron adiós, oficialmente cinco años más tarde. Para esas fechas ya había rodado La muchacha de las bragas de oro, basada en la novela homónima de Juan Marsé, con un personaje que ni pintado para ella.

En esos inicios de la década de los 80 es cuando se instaló en París, conviviendo con un operador cinematográfico, Gérard de Battista, con quien tendría dos hijos, Martin, nacido en 1991, y Félix, en 1993. Otra relación sentimental fue con Pierre Edelman. Hay en la filmografía de Victoria Abril, con un cómputo que supera los ochenta títulos, de todo. Como en botica, que se decía antes. Pero nadie olvida sus espléndidos trabajos, entre los que condensamos: La colmena, La noche más hermosa, Las bicicletas son para el verano, Tiempo de silencio, La ley del deseo, El Lute, camina o revienta (que le reportó la primera de las dos Conchas de Plata que logró en el Festival de San Sebastián, la otra fue Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, en la que la premiaron también con un Goya), El séptimo día, Amantes (Oso de Plata en Berlín a la mejor actriz), Kika,… Se convirtió en "chica Almodóvar", cuando el realizador manchego tarifaba con su antes favorita Carmen Maura. Y a sus órdenes rodó Tacones lejanos junto a Miguel Bosé; fiel a su más habitual lenguaje que deja el Diccionario Secreto, de Cela, en manos de ursulinas, Victoria no se cortó un pelo, al prometer: "Esta vez voy a poner los cinco sentidos para que el orgasmo sea mutuo". Ya filmó una escena de sexo puro y duro, que se dice, con Antonio Banderas en ¡Átame!. Nadie podía llamarse a engaño, porque hacía tiempo había confesado sin ningún pudor: "Me niego a hacer una versión recatada del amor y del sexo".

En los rodajes, trata de imponer su manera de interpretar tal o cual escena. Lo que le llevaría a ser llamada por Pedro Almodóvar "Petite Larousse". La que enmienda la plana al más pintado. Y, como les decíamos al principio, ha rodado en las cercanías de Madrid la serie televisiva Sin identidad. Hacía años que no trabajaba entre nosotros. Da vida a la madre de la protagonista. Es Fernanda. Embarazada, drogodependiente. Le quitaron a su hija y se reencuentra con ella veintisiete años después. Ese personaje obliga a la actriz a aparecer desmejorada físicamente. Le recuerda aquel otro, el de "la Chelo", que hizo en El Lute, camina o revienta. No hace mucho que en la televisión gala consiguió un gran éxito en otra serie, Clem, que le ha valido mantener en Francia una notable popularidad. Y es que, dejando de lado su carácter complicado, esas palabras soeces que de vez en cuando suelta en entrevistas, es una actriz temperamental, como la copa de un pino. Para mí, una mujer fascinante.

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