Antes de convertirse en reina de Holanda, Máxima Zorreguieta era hincha de Racing de Avellaneda. Apenas había cumplido siete años cuando Argentina derrotó a la selección de Holanda en el Mundial que en 1978 había organizado el país sudamericano, que por aquel entonces vivía bajo la dictadura del general Jorge Videla.
Su padre, Jorge Zorreguieta, era uno de los responsables económicos del gobierno instaurado por Videla y su implicación con la dictadura (1976-1983) siempre ha sido un tema incómodo para la monarquía holandesa. De hecho, el padre de la esposa de Guillermo de Holanda no fue invitado a la boda real de su hija y tampoco estuvo presente el pasado 30 de abril cuando Máxima se convirtió en la reina consorte de Holanda, tras la abdicación de la reina Beatriz.
Su padre verá el duelo de semifinales del Mundial de Brasil entre Holanda y Argentina como un hincha más de la albiceleste en su casa de Buenos Aires. Quien tendrá el corazón dividido será Máxima de Holanda, que vivirá el partido inmersa en los sentimientos encontrados hacia uno y otro equipo. Será la segunda vez que se encuentre ante esta disyuntiva. En la primera, en el pasado Mundial de Alemania 2006, el empate entre ambos equipos le permitió respirar con alivio, pero esta noche solo será un país el que alcance la gloria de jugar la final del Mundial.
Desde Argentina, asumen que Máxima ha dejado de ser albiceleste para animar a los oranje. "Apoyar a Argentina sería una traición para un pueblo que la ha tratado bien y que la ha aceptado", asegura el diario Clarín. Desde Holanda, buscan el consuelo para la reina con sentimientos encontrados. "Máxima tendrá un equipo al que animar en la final", afirma el periódico holandés De Telegraaf.