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Karina, en retirada

"Yo era la que más discos vendía, la que más cobraba".

El pop español surgió a partir de 1959. Y la primera voz femenina que destacó en ese género fue Karina. Los franceses tenían a Sylvie Vartan, los italianos a Rita Pavone, los ingleses a Lulú y los norteamericanos a la formidable Brenda Lee.

Karina se llama realmente Maribel Llaudes, nacida en Jaén el 4 de diciembre de 1945. Y desarrolló su carrera musical en los albores de la década de los 60, cuando era acompañada por Los Pekenikes, pioneros del pop-rock, con su magnífico sonido instrumental. Era la novia rubia que muchos hubiéramos querido tener; aparecía todos los domingos en aquella televisión en blanco y negro, en un programa de gran audiencia, Escala en Hi-Fi, el primero donde se aplicaba la técnica del play-back: ella movía los labios simulando cantar los éxitos internacionales del momento. Y eso que en 1961 ya había debutado discográficamente, aunque anunciada con su nombre de pila y primer apellido. Dos años después firmó con la importante discográfica Hispavox, donde de un modo casual, al ser presentada por su director general a Torrebruno, éste, cariñosamente, la saludó de esta guisa: "¡Hola, carina…!". Utilizando una expresión de Italia, su país. Lo que sugirió a aquel ejecutivo, Martín Garea, para bautizar a su juvenil estrella rockera, distorsionando la grafía, con la consonante "k", en estos tiempos tantas veces recurrente en los mensajes y "tuits". La lista de éxitos de Karina a partir de entonces es abultada, impresionante, pues muchos de esos temas llegaron a los primeros puestos del hit parade durante aquel maravilloso decenio de los 60. Y eran, entre otros: "Dile", "Muñeca de cera", "Me lo dijo Pérez", "Concierto para enamorados", "Romeo y Julieta", "La fiesta", "Las flechas del amor", "El baúl de los recuerdos"… Títulos llenos de ritmo, de contagiosa alegría, propios de quien era aclamada como nuestra primera cantante ye-yé. Lo de Conchita Velasco fue, simplemente, circunstancial. Se trataba, salvo alguna excepción, de versiones en español de números en inglés. Aunque estreno absoluto fue "El baúl de los recuerdos", de su novio de entonces, Tony Luz, guitarra de Los Pekenikes.

Karina decayó en popularidad en la década de los 70, aunque se mantuvo en activo. Y en adelante, alternó temporadas flojas con otras en las que reivindicaba su veteranía en el pop español, con giras con otros compañeros de generación como Tony Ronald, Micky, Jeanette, abrazados bajo el paraguas de un espectáculo, Mágicos 60. Que lo fueron, sin duda. Y así continuó hasta el presente, cuando ya está de retirada. Hablé con ella uno de estos días de implacable calor agosteño en Madrid: "A principios de este año decidí jubilarme y en marzo comencé mi gira de despedida en Valladolid. Procuro que sea en teatros. He estado después en Bilbao, Cáceres y ahora en este nuevo mes tengo compromisos en Galicia: Pontevedra, La Coruña, Orense… El título de mi espectáculo es No digo adiós… Os digo ¡hasta siempre!. Me acompaña un cuarteto, la formación clásica que ya tenían Los Beatles, a base de batería, bajo y dos guitarras. En directo total".

¿Y qué canciones interpreta ahora Karina? Pues un "popurrí", porque el público quiere escuchar siempre "El baúl de los recuerdos" y "Las flechas del amor". Aunque ella, me amplía esto: "Repaso también otras canciones de la época que estuve en México, rancheras, algún bolero como "Contigo en la distancia" y asimismo otras que en su día no pude grabar ni tampoco cantar, caso por ejemplo de "La ciudad solitaria", que fue un éxito sensacional de Mina. Y desde luego también "Tú serás mi baby" y "Oh, Carol". Los asuntos profesionales, es decir lo referente a las contrataciones sobre todo, los maneja su primogénita, Azahara, nacida en 1982 de su unión con el actor Carlos Díaz, que además es azafata de vuelo. Su otra hija, Rocío, trabaja de enfermera en Castellón, en donde vive su padre. Quien, por cierto, la ha convertido en joven abuela de un niño llamado Íker. ¿Cómo podrías resumir ese rebasado medio siglo de vida dedicada a la canción? "Me considero mujer muy trabajadora, disciplinada, que he sacrificado muchas cosas. Por ejemplo, apenas jugué siendo niña. Piensa que con catorce años me vine con mis padres y hermanos a Madrid, a ver si teníamos mejor fortuna que en Jaén, nuestra tierra. Y ya con quince años yo estaba trabajando…".

Y llegaste a ser una auténtica estrella, a mediados los 60…, le digo. "Sí, era la que más cobraba, la que más discos vendía, sobre todo "singles". Con "Las flechas del amor" superé los doscientos cincuenta mil ejemplares, sólo en el primer trimestre… Y en 1971, después de mi paso por el Festival de Eurovisión, donde quedé segunda con "En un mundo nuevo", mi cotización llegó a lo más alto: ciento setenta y cinco mil pesetas por gala". Le pregunto por algo delicado, su salud. Sé que superó un cáncer, que se sometió a una operación de tiroides… "Bien, estoy bien… Seguí un tratamiento de medicina nuclear. No he vuelto a tener más problemas". ¿Y tu corazón, cómo sigue? Me refiero a tu vida sentimental… Y Karina me responde sin dudarlo: "A estas alturas de mi vida, si no he encontrado pareja estable, no la voy ya a tener. Vivo sola. Tranquila, pendiente de mis hijas, de mi nieto…". Le pido finalmente que me resuma si en su vida prima más el éxito o el infortunio: "He tenido una vida apasionante. Era una niña tímida de Jaén, una provinciana que se vino a vivir a la gran ciudad… Alcancé la popularidad, el dinero, tuve amores… Y si me pides que haga balance, te digo que todo lo que he vivido mereció la pena". Cuando llegue el verano de 2015 quiere ya dejar definitivamente de cantar: "Lo haré en Madrid, en un concierto bien organizado". Quiere Karina disfrutar, poco a poco, de este año que le queda para despedirse. Después de más de medio siglo en activo. Toda una vida, como rezaba aquel añejo bolero del cubano Oswaldo Farrés. De una voz que acompañó a miles de parejas de novios cuando jurándose amor eterno escuchaban "Las flechas del amor".

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