La aparición de Renee Zellweger, popular gracias a su papel en El diario de Bridget Jones, en un acto de la revista Elle en Hollywood causó un enorme revuelo. No se trataba de su look o su acompañante, sino de su rostro. Zellweger, que ya había sido noticia por sus retoques estéticos, estaba irreconocible. No quedaba ni rastro de sus ojos ni del contorno de su rostro. Tampoco de la dulzura que desprendía en sus primeras apariciones en el cine.
La prensa local se dedica este martes a analizar qué se ha hecho Zellweger para parecerse tan poco a la que era en el pasado. Los cirujanos consultados apuntan al bótox y también a la cirugía para explicarlo. El bisturí, coinciden, se le ha ido de las manos.
El cambio más evidente, además del afinamiento de su óvalo facial, es el de su mirada. Zellweger, que se caracterizaba por tener un rostro aniñado y natural, tenía unos ojos achinados, muy pequeños. Un retoque en el contorno, en la zona de las ojeras, los ha agrandado drásticamente, lo que ha cambiado de manera radical la expresión de su cara. También le han quitado naturalidad las inyecciones de bótox. Ella, sobre la alfombra roja, presumió de cambio de imagen y también de su estilizada figura.