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El turbulento amor de Sara Montiel con un exiliado dirigente comunista

El peluquero de la actriz ha revelado en Lecturas que tuvo una hija secreta en México.

El peluquero de la actriz ha revelado en Lecturas que tuvo una hija secreta en México.
Sara Montiel | Archivo

El que fuera peluquero y, según él, confidente de Sara Montiel nos ha sorprendido esta semana con su revelación de que la estrella tuvo una hija secreta en México. Dice que era muy joven entonces, que nació mediante una cesárea mas cuando la mamá despertó de la anestesia fue informada de que la niña había muerto. A Sara Montiel le extirparon entonces el útero. Tiempo más tarde, siempre siguiendo la confesión del peluquero José de la Rosa, ella se enteró de que aquella "hija secreta, muerta", en realidad vivía. Que cuando vino al mundo alguien se la robó, acabando en el hogar de una familia: "… se la habían dado a una familia para criarla… a un matrimonio que al parecer vivía en Valencia".

Le resulta extraño que no haya dado señales de vida hasta la fecha, pues "podría reclamar la herencia que le corresponde". Sara, según dicho peluquero, estaba en aquellos años volcada en sus compromisos cinematográficos por lo que, cuando le dijeron que la niña vivía, no se preocupó de indagar su paradero. "Es más, una vez me contó que la niña tuvo intención de buscarla y que ella lo cortó porque no quería escándalos en la España de Franco". Jamás dijo quién era el padre de la criatura, "un hombre mexicano muy importante". "Sí lo sabían su madre, su hermana Elpidia y algunos íntimos amigos como Marujita Díaz". Hasta aquí, el relato condensado del tal José de la Rosa en las páginas del semanario Lecturas.

¿Qué les parece el folletín, a estas alturas, cuando ya no vive la protagonista de la historia? Ella no se refirió nunca a ello en las memorias que dictó en distintas ocasiones, una para una revista, y otra en el libro "Vivir es un placer". ¿No resulta raro que una actriz como ella, entonces muy conocida en México, fuera objeto del robo de una niña, previamente engañada en el hospital diciéndole que había nacido muerta? ¿Y no es extraño que esa supuesta hija secreta jamás apareciera públicamente ni nadie diera señales de su existencia? O, acaso de ser verdad aquel parto ¿pudo la propia Sara Montiel haberse desentendido del bebé, entregándolo a una familia para su adopción? Y todo ello, desde luego por nuestra parte, sin poner en duda el testimonio del susodicho peluquero. Quien señala que entonces la actriz era muy joven.

Sara Montiel | Archivo

Según siempre dijo, había nacido en Campo de Criptana en 1928, luego en el momento del nacimiento de esa niña podría tener alrededor de veinticinco años. Damos esa filiación por lo siguiente: se había establecido en México el año 1950, después de rodar en Madrid El capitán Veneno, junto a Fernando Fernán-Gómez. "Me fui de España sin haber triunfado". Cuatro años duró su permanencia en tierras aztecas, donde vivió en un hotel de Cuernavaca junto a su madre, Vicenta. Le fueron bien las cosas, ganó muchos pesos, los suficientes entre otras adquisiciones, para comprarse una casa en dicho lugar. Mas ¿qué vida hizo en México? Por lo que respecta a su biografía artística, una docena de películas que le aportaron gran popularidad, emparejada con Pedro Infante y otros ídolos de la canción ranchera, amén de actuaciones en la televisión y en escenarios como el teatro Lírico de México D.F., alternando con Pedro Vargas y el Trío Calaveras.

En lo referente a sus amoríos hay mucha tela que cortar. La pretendieron desde Mario Moreno "Cantinflas" hasta Arturo de Córdova, uno de los principales galanes del cine mexicano. Pero también "le tiró los tejos" el incorregible seductor Agustín Lara, el más importante autor de boleros de entonces. El poeta León Felipe, que le llevaba más de cuarenta años de diferencia, se prendó de sus encantos, casi de manera patética y ridícula.

Ahora bien: ¿quién fue en verdad el auténtico amor de Sara Montiel aquellos años? Un dirigente comunista, el español Juan Plaza. Era uno de los muchos miles de exiliados que llegaron al puerto de Veracruz a bordo del barco "Vita", al terminar nuestra guerra civil, encontrando la generosa ayuda del Presidente Lázaro Cárdenas. Cuando Sara Montiel arribó a México once años más tarde llevaba una lista de algunos de aquellos exiliados, que le proporcionó el director Antonio del Amo (el de las películas de Joselito). Así es como conoció a Luis Buñuel, a León Felipe, quien le presentaría al mentado Juan Plaza, con quien ella congenió en seguida, encamándose a las primeras de cambio. Resultó que, amén de atractivo, era también manchego como ella, de El Pedernoso. Tuvieron una turbulenta relación entre esos años mencionados, 1950-1954, aunque no podamos cifrar el tiempo exacto que duró. Sí insistimos que fue intensa, que ambos estaban "colados" el uno por el otro.

Llevado por su exacerbada ideología, Plaza acudía a la cárcel donde estaba preso el comunista catalán Ramón Mercader, asesino de Trosky. Sara fue testigo de alguna de esas visitas. Un día, a pesar de sus éxitos en México, le llegó la oportunidad que esperaba en Hollywood: un contrato inicialmente para ser una de las dos protagonistas femeninas de Serenade, también película conocida con el título de Dos pasiones y un amor, junto a Joan Fontaine y el tenor de fama mundial Mario Lanza. Las autoridades norteamericanas no permitían la entrada de ningún comunista en los Estados Unidos, por lo que Sara Montiel no tuvo más remedio que "darle puerta" a Juan Plaza. De madrugada, después de haber compartido una noche de ardiente pasión, se levantó sigilosamente y ya advertida su madre, dejaron aquella casa de Cuernavaca para salir a escape rumbo a Los Ángeles, donde le esperaba el director Anthony Mann (luego su primer marido).

El comunista Juan Plaza nunca perdonó a Sara Montiel haberlo dejado tirado como a un perro y la persiguió años después, pistola en mano, cuando ella abandonó temporalmente Los Ángeles. La encontró una noche en Guayaquil y quiso asesinarla. Medió el representante y descubridor de la estrella, Enrique Herreros (el gran dibujante de La Codorniz), quien convenció al cornudo de lo inútil de su obsesión por quitársela de en medio: "Mejor déjela envejecer…". Era el año 1960. Sara Montiel se afincó definitivamente en Madrid, dos años después de haber triunfado con El último cuplé. Enrique Herreros (hijo) fue quien contó las peripecias de la pareja. Aunque la estrella nunca contó la verdad de cómo se deshizo de su despechado amante comunista.

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