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Manuel Benítez 'El Cordobés', dispuesto a torear a beneficio de los damnificados de Aragón

"Me duele saber que sufre tanta gente que ha perdido sus casas, sus muebles, sus cosechas y no tiene nada. Aquí estoy yo para torear un festival".

"Me duele saber que sufre tanta gente que ha perdido sus casas, sus muebles, sus cosechas y no tiene nada. Aquí estoy yo para torear un festival".
Manuel Benítez 'El Cordobés'. | Cordon Press

Fue este pasado martes cuando, en el transcurso de la entrega de los premios ATP (Asociación Taurina Parlamentaria), uno de los galardonados, el exmatador de toros Manuel Benítez El Cordobés, se ofreció en la sede del Senado, en el llamado Salón de los Pasos Perdidos, a torear completamente gratis en cualquier plaza que se le ofrezca, incluyendo Las Ventas de Madrid, a favor de los damnificados por las recientes inundaciones en Aragón, ocasionadas por el desbordamiento del río Ebro.

A su gesto lo acompañaron también estas palabras: "Nunca conocí a mis padres. Nací muy pobre. Vivía con mis hermanos en un corralillo, sin nada para comer. Vivíamos de trincar lo que podíamos para llevárnoslo a la boca. Hasta que un día vi por primera vez un toro bravo en las tierras de una ganadería de mi pueblo, Palma del Río. Saltaba las cercas de la dehesa por las noches, intentando dar algún pase a la luz de la luna a alguna de aquellas reses. Hasta que me pillaron y fui a parar al cuartelillo de la Guardia Civil. Por eso me duele ahora saber que sufre tanta gente que ha perdido sus casas, sus muebles, sus cosechas y no tiene nada. Así es que, aquí estoy yo para torear un festival".

En medio de abrazos, risotadas, parabienes y alabanzas, El Cordobés se ganó la admiración de un puñado de senadores, entre ellos su Presidente, Pío García Escudero, reconocido aficionado a la fiesta brava. Lo que no puede obviarse es la edad del torero, que en el próximo 4 de mayo alcanzará la edad de setenta y nueve años. Cierto es que se mantiene en excelente forma física, hace deporte, pero resultaría muy arriesgado verlo de nuevo en el ruedo. Aunque fuera lidiando un becerro. Recordemos que quien fue su padrino de alternativa, Antonio Bienvenida, perdió la vida ante un eral en una plaza de tientas el año 1975.

Manuel Benítez ha sido siempre proclive a esas repentinas reapariciones. Ya en 1974, en una de sus etapas retirado, en la sobremesa de un almuerzo, ante la noticia de uno de los entonces frecuentes atentados de ETA, se ofreció a torear un festival en la Monumental madrileña, a favor de las víctimas del terrorismo. Estaba previsto que al festejo asistiera el entonces Jefe del Estado. Pero días después El Cordobés alegó haber sufrido una lesión mientras se preparaba en un tentadero… Y aquel festejo quedó en agua de borrajas.

Franco siempre le tuvo simpatía y lo invitó a varias cacerías, incluso a una fiesta de fin de año en Arroyovil, la finca jiennense de los Condes de Argillo, padres del Marqués de Villaverde. Velada en la que el torero "empinó el codo más de la cuenta" y hubo de ser llamado al orden, cuando farfullaba alguna gracieta a doña Carmen Polo de Franco. Una madrugada, El Cordobés fue llevado a una comisaría madrileña, tras un altercado en un local, y cuando fue instado para mostrar su documentación y alegar qué había ocurrido, se mostró muy ufano de tratar "a don Paco", refiriéndose así al General. Pasajes anecdóticos de un singular personaje que revolucionó el toreo mediada la década de los 60 y la siguiente con su estilo heterodoxo.

Pero no se le puede negar que gracias a él las plazas se llenaban. Y que mantenía una peculiar técnica ante los toros, con un formidable manejo de la muñeca y la cintura, obligando así a que obedecieran el mando de su prodigiosa muleta. Claro está que su estética era infame, con su invento del "salto de la rana", que luego ha seguido practicando su supuesto hijo, Manuel Díaz, al que nunca ha reconocido legalmente como tal. Precisamente junto a él estaba previsto en los primeros años del presente siglo que hiciera el paseíllo algunas tardes. Era un contrato de muchos millones ofertado por la cadena de televisión Antena 3. Pero al final, Benítez se rajó. Probablemente influido por su esposa, Martina Fraysse. Adivinen por qué. Reunir a padre e hijo…

Manuel Benítez El Cordobés dejó de vestirse de luces el año 2000. Después lo hizo de corto en algunos festivales. Desde luego lidiando novilletes. La última vez hace un año, en un festejo benéfico en la cordobesa plaza de los Califas, saliendo a hombros de uno de sus hijos, Julio, matador de toros en activo aunque con una carrera más bien gris. Es el ahijado de Julio Iglesias, por cierto, razón por la que le impusieron su mismo apelativo. En los últimos tiempos, quien fue honrado con el galardón de Quinto Califa del Toreo, ha seguido vinculado a los negocios del campo en su Córdoba natal. Pero el gusanillo de la fiesta, sentirse admirado todavía, le han impulsado ahora a ese generoso ofrecimiento de torear gratis para los afectados por esas riadas. ¿Lo convencerán, una vez más su mujer y sus cuatro hijos de que ya no está en edad de hacer locuras?

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