Menú
40 años en los micrófonos

Muere Mariano de la Banda, un maestro de la radio española

No poseía una voz deslumbrante como los citados, pero ello no le privó de trabajar cuarenta años ante los micrófonos.

Se nos ha ido para siempre un maestro de la radio, quien nunca hizo alardes de exhibicionismo dada su extremada sencillez y bondad con todos sus compañeros. Había nacido en Aranjuez en 1939, y desde 1993 estaba jubilado. Con una biografía radiofónica que lo sitúa junto a los mejores del medio. No quiso ejercer su carrera de ingeniero industrial, matriculándose en la entonces denominada Radio Escuela del SEU (Servicio Español Universitario). De aquel medio destartalado edificio situado en la madrileña calle de Diego de León surgieron voces de oro como José Luis Pécker, Ángel de Echenique, Fernando Forner, Luis del Olmo, Eduardo Sotillos… La emisora terminaría siendo conocida como Radio Juventud. Mariano de la Banda no poseía una voz deslumbrante como los citados, pero ello no le privó de trabajar cuarenta años ante los micrófonos: eficaz, directo, entrañable para con sus radioyentes. Cuando no estuvo ejerciendo esa labor, cumplió otra, quizás más difícil, la de realizador de programas, productor también.

Mediados los años 60 surgió Radio Peninsular, "la más musical", según el eslogan de sus mentores. Emisora perteneciente a Radio Nacional. Especializada en emitir novedades musicales y también éxitos discográficos del pasado. A Mariano de la Banda se le ocurrió un programa mano a mano con su hija Beatriz, que apenas contaba cinco años. Varias temporadas se mantendría el espacio en antena. La pequeña respondía al remoquete de "Cuchi-Cuchi". Padre e hija se hicieron popularísimos en toda España. Él le preguntaba por tal o cuál disco o artista y la pequeña, resuelta y dicharachera, soltaba una parrafada graciosa y desde luego sensata. Tenían una de las variadas listas de éxitos que por entonces se confeccionaban en las redacciones con especialistas que nos ponían al día de las canciones más divulgadas.

El éxito de Mariano de la Banda lo llevó a la cadena Ser, la más potente entonces cadena privada de radiodifusión. Allí nacerían Los 40 Principales, en 1966, espacio de gran audiencia entre los jóvenes que comandaba Tomás Martín Blanco. Se trataba, claro está, de elaborar un listado con ese número de temas musicales, por orden de calidad y ventas discográficas. Pronto se convertiría en el espacio más escuchado en su especialidad. A Martín Blanco le sucedió como presentador Mariano de la Banda que, con su acreditado oficio, sentó cátedra una vez más. Porque, al menos entonces, no se trataba de emitir una serie de soflamas guturales, gritos o aspavientos. Mariano siempre hablaba cadenciosa, lentamente, con excelente dicción. Y así convencía, probablemente más que aquellos otros más próximos a los antiguos vendedores de peines del Rastro madrileño.

En el plano personal siempre fue así: sabía escuchar, algo no muy común en los españoles; rara vez lo vi enfadado, procurando exhibir la sutileza de su finísimo humor, cuando no prefería un tono más coloquial, de tipo cachazudo lleno de bonhomía. Otros programas en Radio Madrid y la cadena Ser lo tuvieron de director y presentador; subdirector con Iñaki Gabilondo de Hoy por hoy. Para finalmente dedicarse a escribir guiones, realizar o producir programas, como decíamos al principio, con el rigor que siempre le caracterizó. Ninguno de los que trabajó a sus órdenes le escucharía nunca una palabra más alta que otra. Sí en cambio regalaba consejos con la sabiduría y naturalidad de quien hacía tiempo ejercía un indiscutible magisterio. Fue premio Ondas en 1974, y recibió una Antena de Oro en 1986. Entre su anecdotario profesional figura la de haber trabajado como actor, ejerciendo el papel de Alonso Quijano, Don Quijote de la Mancha, porque amén de sus características para el arte dramático Mariano podía muy bien físicamente representar al héroe cervantino dada su elevada estatura y su delgadez. Los amigos le gastábamos bromas al respecto, pues jamás padeció sobrepeso.

Otra de sus cualidades ocasionales fue la de letrista de canciones. Aunque intervino en toda clase de programas, retransmisiones, concursos y realizó centenares de entrevistas a artistas populares o a gente de la calle, se especializó en aquellos de contenido musical. Compartí, por ejemplo, a su lado la presidencia de un jurado, el del "Long-Play de Oro", donde sabía ponderar mejor que nadie las excelencias de quién debía ser galardonado cada trimestre. Siempre bromeando a pesar de su aspecto de aire grave y algo taciturno, publicó dos libros, Escafurcios y palabros, ilustrado por Forges, y Palabros de honor, donde daba a un repaso al común vocabulario de los españoles, lleno de impropiedades lingüísticas en su pronunciación y en su escritura. El primero de esos volúmenes lo subtituló acertadamente Diccionario de abuso de la lengua castellana. Por ejemplo: ambos sexos. "No deja de ser una barbaridad. ¿Conoces muchas personas que tengan ambos sexos?". O esta otra tan común que muchas veces escriben inadecuadamente algunos o la pronuncian por radio y televisión: detentar, cuando debiera decirse el infinitivo ostentar. "Detentar es retener uno sin derecho lo que no le pertenece".

La jubilación no dejó inactivo a Mariano de la Banda, que todos los días dedicaba varias horas a Internet, porque le entusiasmaba comunicarse con sus amigos y seguidores en eso que se ha dado en llamar redes sociales. También seguía muy de cerca a su hija, aquella "Cuchi-Cuchi" de la infancia, perteneciente a un grupo coral y últimamente cooperante en África en una ONG. Lamento haber escrito este obituario por la marcha de un buen amigo y compañero, con el que tantas veces me reí. Prefiero recordarlo así, como cuando me definió el vocablo escafurcio, que no está en los diccionarios: "Es el resultado de un descarrilamiento del tráfico entre neuronas".

En Chic

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal