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Cuando Javier Bardem se ganaba la vida como 'stripper'

Javier Bardem cumple 47 años. Su biografía, pese a ser conocida, todavía arroja datos casi inéditos.

Javier Bardem cumple 47 años. Su biografía, pese a ser conocida, todavía arroja datos casi inéditos.
Javier Bardem | Cordon Press

Cumple Javier Bardem cuarenta y siete años este martes, 1 de marzo. Tipo poco simpático con "la canallesca", sobre todo la de la prensa rosácea. Los "paparazzi" lo tenían frito hace años cuando, con un "barrido" de su teléfono a través de sofisticados aparatos, conseguían seguir sus pasos y sobre todo conversaciones íntimas con Penélope Cruz, con quien se casó en 2010. Matrimonio feliz, con dos hijos, Leonardo, que acaba de cumplir cinco años en enero, y Luna, que hará tres en julio.

La biografía del actor nacido en Las Palmas de Gran Canaria, aunque de familia madrileña de gran raigambre teatral, contiene datos no muy conocidos, incluso inéditos, del gran público. Por ejemplo, éste: lo dieron por prácticamente muerto a poco de nacer. Viviendo en la capital canaria, su madre, Pilar, que había perdido dos años antes un bebé, de nombre precisamente Javier (razón por la que al hoy actor lo bautizaron con igual apelativo), advirtió que su pequeño lloraba sin desmayo y tenía una fiebre alta. El pediatra de la familia no advirtió la gravedad del niño. Ya casi en estado cianótico, en brazos de su madre, fue llevado a la clínica donde había nacido. Dos médicos que lo auscultaron, creyendo que se moría, indicaron a Pilar Bardem que se lo llevara a casa, a esperar "lo peor". Buena manera, nunca mejor dicho, "de quitarse el muerto de encima". Mas ocurrió, digamos, un milagro. Acertó a enterarse del caso un médico interno al que le faltaban aún varias asignaturas para acabar la carrera. Auscultó a Javier. Las posibilidades de que superviviera eran mínimas: padecía una congestión pulmonar. Para no alargar el relato de tintes necrofílicos: lo introdujeron en una incubadora donde permaneció cuarenta días… y cuarenta noches, de interminables vigilias, con una madre casi permanentemente despierta, pendiente de su hijito. Que si al nacer dio en báscula cuatro kilos y medio, al salir de la clínica pesaba el doble.

No fue la primera vez que Javier Bardem estuvo a punto de palmarla. Porque a los dos años, cosas de críos y descuidos de los mayores, se tomó un vaso de agua que contenía las gotas previstas para que las ingiriese su abuelo materno. A poco el niño se envenena.

La vida familiar de estos Bardem transcurrió en tonos sombríos, ya superadas aquellas contingencias descritas. En gran parte porque el marido de Pilar Bardem, tipo inestable en sus negocios y ocasionales trabajos, mujeriego y despegado de los suyos, fue culpable de la infelicidad de la pareja. Y aunque los tres hijos habidos en aquel matrimonio eran de corta edad, poco a poco fueron comprendiendo las penurias que se vivían en el hogar.

Ya instalados en Madrid, Pilar se separó de José Carlos Encinas Doussinague, al que confesaba haber amado con locura aunque admitiendo que la vida con él llegó a ser un infierno. Parece que a este sujeto le venía de familia su carácter anárquico pues ya su padre, ganadero salmantino, muy aficionado al juego, se arruinó, marchándose a Sudamérica, donde acabó suicidándose. El abuelo paterno del hoy popular astro del cine, vamos. Y también el padre de Javier Bardem acabaría de mala manera, enfermo de leucemia, aunque asistido en su última hora por su exmujer y sus tres hijos, hasta su fallecimiento en 1995.

Los Bardem | Archivo

Javier Bardem, por aquello de continuar la dinastía familiar materna, hizo su debut teatral con sólo cinco años en el madrileño teatro María Guerrero, en una representación de Platero y yo, exclamando únicamente la frase: "Grillos, grillos, he visto grillos". Pedro Masó le daría, ya en su edad adolescente, una buena oportunidad en la serie televisiva Segunda enseñanza. No tenía muy claro Javier a qué dedicarse, pues con su carácter hiperactivo advertía la inestabilidad de la profesión de sus mayores. Durante algún tiempo pensó ganarse la vida como jugador de rugby, donde destacaba por su fortaleza física y hasta fue reclamado para jugar con la selección nacional, sección cadetes.

Mientras tanto, arrasaba entre el elemento femenino, al punto de que su madre, liberal siempre, contaría que ya desde temprana edad juvenil dejaba a sus dos hijos varones (el otro es Carlos, también actor y guionista) que se desfogaran con sus amigas, en sus habitaciones de la vivienda familiar, cercana al parque del Retiro. Y es que a Javier Bardem se le ponían a tiro y no daba abasto para satisfacer a sus admiradoras.

Mejor rendimiento, desde el punto de vista laboral, obtuvo ya veinteañero, oficiando de stripper en un local no alejado de su barrio, al que acudían sobre todo los fines de semana docenas de mujeres para celebrar las "despedidas de solteras". El cometido de Javier Bardem consistía en irse desnudando en el centro de la pista al compás de una música sugerente, hasta quedarse casi en bolas luciendo musculatura, y paquete, entre los desmayados "¡ohhhh!" de la concurrencia. Tal y como hemos contemplando en más de una película norteamericana, al stripper se acercaban las más osadas depositando bajo su mínimo slip un billete, entonces de cien, doscientas, quinientas o mil pesetas, que contribuían a aumentar la estrecha retribución económica que percibía de los dueños de la sala.

Es un pasaje prácticamente desconocido en la biografía del primer actor español que logró un Oscar, en 2007. Me fue relatado por un colega de aquellos tiempos de supervivencia, Santiago Urrialde, el que hacía de émulo de "Rambo" en un programa nocturno de Tele 5. Añadiéndome que la frase que pronunciaba, "No siento las piernas", era ocurrencia de Javier Bardem, con quien había coincidido en aquél bar del despelote, donde también estaban obligados a servir copas. ¡Tiempos aquellos! Cuando ahora Javier Bardem vive como un pachá.

Se acerca en su filmografía al medio centenar de títulos cinematográficos. Es un estimable actor, no nos cabe duda. Que ha dirigido también un par de documentales. Se le admiraría más si su carácter no fuera tan agrio. También Antonio Banderas es objeto de la persecución de los reporteros y rara vez se ha mostrado hosco. ¿Tanto le cuesta a Javier ser amable? Parece que alimentara un odio enfermizo hacia aquellos, aunque le asista desde luego su derecho a la intimidad, sobre todo de sus hijos, menores de edad.

Por lo demás tiene previsto rodar el biopic sobre el narcotraficante Pablo Escobar, basado en la novela de Virginia Vallejo Amando a Pablo, odiando a Escobar, que dirigirá Fernando León de Aranoa, si no se tuerce el proyecto, aún sin ajustar la fecha, que uniría por cuarta vez en una cartelera cinematográfica a Javier Bardem con su esposa, Penéope Cruz, ahora concluyendo su último rodaje, La Reina de España, continuación de La niña de tus ojos.

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