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Cuando Paquirri y Pantoja se burlaron de Lolita (y lo que hizo Lola Flores)

La larga y apasionante lista de amores de la cantante, ahora que cumple 58 años.

La larga y apasionante lista de amores de la cantante, ahora que cumple 58 años.
Lolita | Gtres

La vida de Dolores González Flores, Lolita, que este viernes, 6 de mayo, cumple cincuenta y ocho años, viene a ser como uno de esos carruseles de feria; la noria que sube y baja. Sus descensos, alguna vez a los infiernos cuando le dio por la droga, fueron durísimos. Temporadas en las que no tenía, literalmente, para comer. "Sí, he llegado a pedir dinero en esas circunstancias". Acudía, sobre todo a Rosario, su hermana, que la auxiliaba. O a algunos amigos íntimos. También recurrió al Monte de Piedad, como hacía Lola Flores, su madre, a menudo cuando le venían mal dadas. Por ejemplo: Lolita llegó a empeñar un valioso regalo de Paquirri, la cabeza de un Cristo tallada en oro. Épocas de angustia económica las ha vivido Lolita desde que se independizó de su familia. No hace mucho tuvo que hacer frente a los impagos a sus acreedores porque fracasó en la tienda que había montado de ropa infantil en el madrileño barrio de Salamanca; deudas que ha arrastrado hasta fechas cercanas. Lo mismo que Hacienda le reclamó el pago de unos retrasos a los que no había hecho frente.

Pero Lolita, amén de brutalmente sincera, es mujer que no se arredra fácilmente y se enfrenta a todos esos problemas con la seguridad de que saldrá adelante. Hace un par de meses, paseando por Sevilla, a espaldas del Ayuntamiento, descubrí en una tienda de "souvenirs" unos cuadros de pequeño formato que llamaron mi atención. Reflejaban la estampa de una bailarina. Me resultaron conocidos esos trazos. Llevaban la firma de su nombre y primer apellido, no el de su sobrenombre artístico. Obra de Lolita, que no había querido comercializarlos con el apelativo con el que es conocida. Los dibujos de bailaoras con bata de cola son su especialidad. Conservo uno que me regaló al final de un almuerzo que compartimos.

Si ha ido rehaciéndose de sus quebrantos económicos ha sido desde luego con su esfuerzo, porque ya se le ha pasado el tiempo en el que vendía exclusivas a las revistas del corazón. Ella no lo ocultaba: "Si no me contrataban como cantante, de algo tenía que vivir. Al fin y al cabo esas publicaciones se aprovechan también de nosotros". En los últimos meses Lolita "ha hecho caja" como jurado del programa Tu cara me suena, donde sustituyó a Mónica Naranjo. Y también desde hace año y medio, gracias a su espléndida interpretación del monólogo teatral La plaza del Diamante, que ha representado en el teatro Español y el de Bellas Artes", de Madrid y en otros escenarios de diversas capitales. Con críticas formidables. Y eso que ella no se considera actriz, sino cantante. Tenía miedo a hacer el ridículo cuando le propusieron ese monólogo.

Su boda con Guillermo Furiase | Hola

Fue su gran amigo Joan Manuel Serrat quien la animó a firmar el contrato. El Noi, o Nano, como se le conoce, fue en los años 70 el amor platónico de Lolita, porque él nunca la consideró más que una encantadora muchacha con la que lo pasaba bien conversando o en algunas fiestas, pero sin traspasar nunca esos límites. Pero ¿cuáles y cuántos han sido los verdaderos amores de Lolita? Esconde algunos nombres; no quiere complicar a estas alturas a hombres que ya están casados. Pero que se puedan nombrar, aquí van unos cuantos.

Empezando por el que fue su primer novio, Rufino García, al que ella llamaba Rufo. Tenía sólo trece años. Y sufrió su primer desengaño y dolor cuando se enteró que él, a sus diecinueve años, había encontrado la muerte en un accidente de moto. Salió luego con Manolo Lapique, hermano de Cari. Nada serio el romance. Poco menos que le pasó con Sebastián Palomo Linares, quien sí se hizo ilusiones pero Lolita no acababa de enamorarse del entonces alevín de figura del toreo; quien por cierto le puso el mote de cucaracha, lo que no era precisamente un modelo de halago y que a ella le fastidiaba.

Luego entró en su vida un tipo nada corriente, de existencia aventurera, llamado Antonio Arribas. Un abulense que llegó al cine como especialista; es decir, rodando escenas de riesgo que los protagonistas simulaban ejercer. Hasta que tuvo una caída y abandonó aquella peligrosa profesión. Luego se enroló con un grupo de Marbella al que bautizaron como los Chorys. Él, un hijo del actor Manolo Morán, Luis Ortiz (que se casaría con una descendiente del canciller Bismarck) y Yeyo Llagostera, heredero de una gran fortuna que "pulió" con su banda entre viajes y continuas francachelas. Pues, bien, aquel Antonio Arribas fue quien deslumbró a Lolita y la convirtió en mujer. Una entrega total de quien descubrió a su lado una vida diferente a la que entonces había tenido acceso. Cuatro años de relación. Y, lo que son las cosas: después, Arribas enamoró también a Carmen Ordóñez, íntima amiga de Lolita, en tanto en la vida de ésta entraba como un "tsunami" Francisco Rivera Paquirri. Recuerdo alguna foto del cuarteto. Amores cruzados. Durante el tiempo que duró el idilio con el torero, éste la engañó cuanto pudo y cuanto quiso: con Bárbara Rey, con una colombiana llamada Nora y con las que se le ponían a tiro. Paquirri, incluso, le contaba sus aventuras de cama. Y Lolita aguantaba. Y no se enfadaba si la llamaba enana. Porque lo quería. Incluso se hizo ilusiones de casarse con él.

Hasta que el torero le dijo por teléfono que había empezado a salir con Isabel Pantoja. Y ahí acabó el sueño de Lolita. "Isabel Pantoja enamoró a Paquirri, pero yo no pude". Lo que le sentó a olor a cuerno quemado es que actuando en la sala de fiestas del Retiro madrileño Florida Park se presentaran en primera fila Paquirri y la Pantoja. Una humillación innecesaria. Enterada Lola Flores, en la presentación de una serie de galas en una sala de la madrileña plaza del Callao, en la que estuve presente, recuerdo cómo la Faraona dedicó un surtido de denuestos al torero y una canción en la que él quedaba malparado porque había dejado abandonada a su hija Lolita. El destino final del torero es algo que se escapa de aquellas frases de una Lola Flores herida porque, según ella, él se había burlado de la inocencia de Lolita. Insisto en que fueron unas palabras tremendas. De folletín, si se quiere. Que ninguno de los periodistas presentes aquella noche en Xairo quiso reproducir en sus crónicas. Más adelante, los reporteros del cuore creyeron haber descubierto el flechazo del año cuando sorprendieron a la cantante divirtiéndose con Fran Rivera, el hijo de Paquirri. Pero aquella historia no pasó de ser anécdota en el corazón de Lolita.

Pablo Durán y Lolita Flores | Archivo

En cambio sí que vivió durante tres años una romántica relación con el presentador de televisión Juan y Medio. La llevaron discretamente sobre todo porque él no quería comprometerse; pero ella estuvo muy colada por el almeriense. Lolita, encontró cierta noche el aparente gran amor de su vida. Charo Vega, íntima amiga suya, le presentó al argentino Guillermo Furiase. Boda, doce años de unión, dos hijos. Y una desilusión final, porque él le puso los cuernos más de una vez. Tardó años en volver a enamorarse. Creía recuperar la ilusión por vivir el matrimonio estable que esperaba cuando conoció al actor cubano Pablo Durán. Pero tampoco en este segundo enlace ha sido feliz.

Y ahora está sola, sólo piensa en sus hijos y en encontrar la estabilidad artística que precisa bien como actriz o como cantante, aunque es consciente de que en estos tiempos de crisis la música ha quedado para ella en un segundo plano. Enamorarse otra vez… lo ve lejano.

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