Menú

La descomunal fortuna (de 850 millones de euros) de Julio Iglesias

Repasamos el inmenso patrimonio de Julio: fincas en la Pampa, aviones, inmensas mansiones...

Repasamos el inmenso patrimonio de Julio: fincas en la Pampa, aviones, inmensas mansiones...
Julio Iglesias | Archivo

La revista Forbes, que viene a ser la biblia en estos asuntos del dinero, acaba de publicar que Julio Iglesias amasa una fortuna estimada en ochocientos cincuenta millones de euros. No le llega a las zapatillas de Amancio Ortega, el dueño de "Zara" que tiene setenta y cinco mil millones, pero es el cantante español con mayor patrimonio. Por cuanto conozco al personaje no suele nunca referirse a sus inversiones. No es fácil calcular a nadie lo que posee, salvo probadas propiedades, pero hemos de fiarnos de Forbes, que en Norteamérica goza de gran credibilidad. Por su parte, la pasada semana, otra publicación estadounidense, People with Money aseguraba que entre octubre del pasado año y el de 2016 el cantante se había embolsado ochenta y dos millones de dólares. La pregunta siempre es que en dónde invierte esa inmensa fortuna. Lo que sabemos es que abarca grandes intereses en negocios petrolíferos e inmobiliarios. De estos últimos, los más importantes localizados en la República de Santo Domingo, en Punta Cana (donde goza de una inmensa mansión, aparte la de Miami), donde asimismo posee acciones del Aeropuerto Internacional. Una isla en las Bahamas. Una gran finca en la Pampa argentina. Su avión lo compró por treinta millones de euros. Accionista de un equipo de la BNA, los Miami Heat. Propietario de una cadena de restaurantes, de unas bodegas de cava, en donde aportó otros treinta millones; de una marca de vodka; de la marca de cosméticos Cover Girl. Imaginamos que pocos habrán entrado en otros muchos secretos de sus finanzas, sus diversos negocios. Todo ello reunido a lo largo de cuarenta años en el mundo del espectáculo. Aunque en sus orígenes y en los comienzos de la que era una vacilante carrera musical, nunca podría imaginar que se convertiría en multimillonario.

Pertenecía Julio Iglesias a una familia de clase media, que encabezaba su padre, ginecólogo de prestigio al frente de su consulta en la clínica de la Maternidad de la madrileña calle de O´Donnell. El futuro cantante soñaba con ser algún día portero del Real Madrid. Pero parecía destinado a ganarse la vida como abogado, carrera que estudiaba en los primeros años 60. Salía con una chica, "Chispa", con quien formalizó noviazgo. Los posteriores sucesos tan conocidos en su biografía a partir de su accidente de automóvil me ahorran repeticiones archisabidas, hasta ser un ídolo popular a partir de 1968, cuando ganó el Festival de Benidorm con "La vida sigue igual". Y su vida dio un giro de trescientos sesenta grados, se olvidó de "Chispa", y se marchó a Londres una buena temporada, donde tuvo amores con la rusa que le inspiró su canción "Gwendolyne".

En la capital británica, para subsistir, recurrió a interpretar canciones mexicanas, rancheras y boleros. Pasaba una vergüenza enorme esperando que la clientela del "pub" se rascara los bolsillos y con las propinas poder pagarse su alojamiento y comida, como si fuera un bohemio pedigüeño. Posteriormente mantuvo otro romance con la actriz británica Jean Harrington, su compañera en su debut cinematográfico, también con el título "La vida sigue igual". El dinero que ganaba aún no era importante cuando se recorría España a finales de los 60 percibiendo por cada "bolo" setenta y cinco mil pesetas, de las que había que descontar gastos, pago de músicos y porcentaje a su "mánager". Gracias a su presencia en el Festival de Eurovisión en 1970, su "caché" subió considerablemente hasta cobrar cuarenta mil duros en cada actuación. Por entonces, al quedarse embarazada Isabel Preysler, Julio Iglesias no tuvo más remedio –como era corriente en muchas familias españolas ante esa eventualidad- que hacer frente a sus consecuencias y adelantar una boda en la que jamás había pensado. Quede claro que Isabel no le presionó: estaba incluso decidida a tener la niña sin pasar por la vicaría. En 1971 ya eran tres en el hogar del cantante, con la llegada de Chábely. Vivían en un piso alquilado en la calle del profesor Waksman, no muy lejos del estadio Bernabéu. Luego nacerían Julio José, en 1973, y dos años después Enrique.

Esos primeros años de la década de los 70 no fueron fáciles para la economía del cantante. Contaba su representante, el gran Alfredo Fraile, que había noches en las que al final de una actuación sólo les quedaban, a repartir entre los dos, doce mil pesetas. Tuvieron, en sus actuaciones por Galicia y Asturias, que anunciarse en un mismo espectáculo junto a Victor Manuel y Andrés do Barro. Sus primeros viajes a Hispanoamérica resultaron desastrosos: nadie lo conocía, tuvo que actuar en lugares inhóspitos, iba en una furgoneta, con sus músicos, en la que también viajaba Isabel Preysler. Si no hambre, atravesó días con lo justo para comer. Fue ya en torno a 1975 cuanto el cantante estabilizó su carrera, triunfó en Europa con "Un canto a Galicia" y en el continente americano se hizo ya un hueco importante, apoyado en principio por sus intervenciones en Galavisión, México.

julio-iglesias-isabel-preysler.jpg
Julio Iglesias e Isabel Preysler | Cordon Press

A Julio le importaba más el dinero que a Isabel. No obstante, cuanto iba embolsándose por sus actuaciones se lo entregaba a ella para que lo administrara. Dados los ahorros que tenían a mitad de los 70 se fueron a vivir a un lujoso bloque de pisos situados en la calle de San Francisco de Sales, edificado con destino a personalidades del régimen franquista. Fue el doctor Iglesias Puga quien logró que le adjudicaran tres de aquellas viviendas: una para él, otra segunda para su hijo Carlos y la siguiente se la ofreció a Julito, quien aceptó encantado. Y mucho más Isabel, que sería vecina de la mayor de las nietas del Jefe del Estado, María del Carmen Martínez-Bordiú, de quien se hizo buena amiga.

La aparición de Julio Iglesias en el Madison Square Garden en un memorable concierto en 1976 fue el punto de arranque para su ascenso paulatino en los Estados Unidos. Y a raíz de su éxito varias multinacionales se disputaron un contrato en exclusiva. Y firmó con la todopoderosa CBS. Claro que como el madrileño tenía otro con la española Columbia, tuvieron que indemnizarla. Cierto que cobró una cifra mareante pero otra buena parte de ella también acabó en los bolsillos de unos abogados que intervinieron en aquellas negociaciones. Los que aconsejaron al cantante fijar su residencia fiscal fuera de España. La inesperada amistad que le brindó a Julio el presidente Torrijos le sirvió para convertirse en ciudadano panameño, y así evitar el pago de elevados impuestos. Ya en la frontera de los años 80 la fortuna de Julio Iglesias era considerable, permitiéndose adquirir una de las veinticinco exclusivas mansiones de Indian Creek, en Miami, donde fijó su residencia. Le costó 875.000 dólares, donde invirtió otra millonada en reformas y caprichos. A esas alturas de su vida Julio Iglesias ya disfrutaba de un yate y de un avión privado. Si aquel comando de Eta que secuestró a su padre pretendía conseguir mil millones de pesetas Julio Iglesias ya había hecho sus cálculos para hacer frente al rescate. Menos mal que los Geos lograron dar con el paradero del doctor y el cantante no hubo de desembolsar un solo duro.

Volviendo a las interesantes memorias de mi amigo Alfredo Fraile, se cita que pasó una larga temporada en Los Ángeles y pagaba doce mil dólares por el alquiler mensual en una mansión de ensueño en Beverly Hills, en el 1100 Bel Air Place (como tituló el álbum grabado en unos estudios de la inmensa urbe). Su contrato discográfico le permitía ingresar un ochenta por ciento de las ventas, en concepto de "royalties". A punto estuvieron que casi quebrara la compañía, obligada a esos pagos. Momento doloroso para Julio Iglesias fue cuando Isabel Preysler, sin él imaginarlo, le pidió la separación (luego obtendrían la nulidad matrimonial). Ella sólo se conformó con que le pasara cada mensualidad 85.000 pesetas para la manutención de sus tres hijos, sin querer percibir nada más. Se comportó como una auténtica señora. De otro modo el patrimonio del cantante se hubiera visto muy disminuido, por mucho que ambas partes tuvieran que litigar largo tiempo. Porque no habían hecho separación de bienes. ¿Es Julio un hombre egoísta? Al menos así quedaría retratado más de una vez como evidencia Alfredo Fraile cuando dejó de ser su representante. "Para él cuenta más su bienestar y su interés", escribió en su libro "Secretos confesables". Donde revela que Julio Iglesias actuó en varios locales controlados por la Mafia. Conoció a las familias de los Gambino y los Castellano. Las mujeres de algunos de esos "capos" resultan que se derretían con el repertorio romántico de nuestro compatriota. Y así el cantante tuvo que aceptar algunas invitaciones en la residencia de aquellos tipos, que eran a primera vista encantadores y nada peligrosos.

El día a día en la vida de Julio Iglesias viene a ser, en cuanto a lo que obsesivamente piensa siempre, marcarse un nuevo reto para triunfar. Fraile acotaba que llegado el momento en que ya no tenga esas ilusiones profesionales, "se va a sentir tremendamente vacío". Para rematar después: "Sufre una enfermiza adicción al éxito. Es la única razón de su vida". Que le aprovechen sus ochocientos cincuenta millones, que lo mismo son más. Desde luego se los ha "currado" muy bien. ¿Le tendrá en eso envidia Raphael?

Temas

En Chic

    0
    comentarios