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Carlos Pérez Gimeno

El futuro que Marichalar y la infanta Elena no quieren para su Froilán

Una cosa es la afición y otra la profesión.

Froilán ha heredado de sus padres la afición por los toros, y es que ver a la infanta Elena o a Jaime de Marichalar en la plaza acompañados por sus hijos, es una estampa bastante normal. No es excusa para que sus padres, según me comentan, puedan estar preocupados por su hijo por si se le ocurriese ser matador de toros: una cosa es la afición y otra muy diferente que se convirtiera en matador de toros. Tanto la madre como el padre, prefieren que se dedique a estudiar y que ahí termine la historia. Las fotos de Froilán manchado de sangre después de participar en un tentadero en el que se puso enfrente de una vaquilla de más de 200 kilos, hicieron que saltaran las alarmas. Si esto se hiciera realidad, el sobrino del rey se convertiría en el primer miembro de la realeza en convertirse en torero.

A los padres tampoco les hizo ninguna gracia la actitud agresiva que demostró tener a la salida de una discoteca cuando discutió con otro joven de su edad. Según un testigo de los hechos, comentó que le gusta mucho alardear de ser nieto y sobrino de reyes.

A pesar de su divorcio, la relación que mantienen actualmente Jaime de Marichalar y la infanta Elena es cordial. Según me cuentan, el que fuera duque de Lugo cumplirá en unos días 54 años y lo celebrará con sus amigos más íntimos, con la discreción que le caracteriza. Tan sólo asistirá su círculo más estrecho, como Marisa Borbón, Delphine Arnaud, hija de Bernard Arnaud, dueño de LVMH (donde trabaja), o María Teresa Ortiz-Bau, con la que trabajó en la Fundación Winthertur, Nati Abascal, entre otros.

Desde su divorcio, la vida de la Elena cambió de manera radical y sus apariciones públicas son prácticamente inexistentes y prefiere hacer vida social muy íntima. Tanto doña Elena, como su ex marido prefieren tener a su hijo estudiando en Estados Unidos y hasta allí su padre se trasladó el pasado diciembre para pasar el día de Acción de Gracias con su hijo. Por su parte, su hija Victoria Federica es muy buena estudiante, le encanta el ballet y el baloncesto, y comparte afición por los caballos con su madre.

A Marichalar se le ha intentado relacionar a raíz de su divorcio con alguna de sus amigas, con las que se le ha podido ver en algún acto social, pero nada más, tan sólo han sido amistades. Siempre se ha dicho que su separación de la infanta supuso un duro golpe del que nunca se ha recuperado.

Prefiere las comidas o cenas con amigos y es un gran lector. Físicamente está muy recuperado, tan sólo le ha quedado una pequeña secuela de aquel ictus sufrido hace años, que le permite hacer una vida totalmente normal. Le apasiona París donde vivió hace años y conserva a un nutrido número de amistades. En las distancias cortas gana, a pesar de tener fama de esnob.

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