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Los atormentados amores de Bob Dylan (y su canción fetiche en español con Joan Báez)

Su amante Joan Báez dijo de Bob Dylan: “Él no es un tipo normal”

Su amante Joan Báez dijo de Bob Dylan: “Él no es un tipo normal”
Dylan y Báez | Cordon Press

Hace pocos días, casi rozando el límite impuesto por la Academia Sueca, que le solicitó el texto del discurso que no llegó a pronunciar al no asistir a la entrega del Premio Nobel de Literatura que le otorgó, Bob Dylan remitió a Estocolmo unos folios, donde expresaba sus pensamientos sobre los libros que le habían interesado desde su infancia y un superficial repaso a su obra poética y musical junto a las influencias que ha tenido en su carrera. Con ese envío, el tesorero de la Academia Sueca pudo ingresar en la cuenta bancaria del cantautor norteamericano la cantidad de ochocientos diecinueve mil euros, la dotación de su galardón. Una de las frases contenidas en ese discurso que nunca pronunció, era: "Las canciones son diferentes a la literatura. Están destinadas a ser cantadas, no leídas". No podíamos estar más de acuerdo con tan perogrullesca afirmación. Acerca de sus últimas creaciones hay quienes han dicho que están lastradas por la soledad que parece rodea a este genio, en la creencia de que ahora que no comparte su vida con ninguna mujer viene a meditar sobre sus amores atormentados del ayer, que parece le sirven de inspiración. La infelicidad, aseguran los entendidos en la materia, genera más producción poética, literaria y también musical en el presente caso.

De Robert Allen Zimmerman, así llamado realmente Bob Dylan, se sabe que su primera amante fue Joan Báez, considerada en su tiempo, finales de los años 50, como "la reina del folk". Con una tesitura de soprano, este norteamericana nacida en Puebla, México, hace setenta y seis años, era por entonces una destacada intérprete, ganadora de tres discos de oro, cuando conoció a un desconocido cantautor, de aire desgarbado, una ya visible pelambrera y ajeno a cualquier convención social en su vestimenta. Un anticipo de cómo sería en líneas generales la juventud de posteriores años. Era el año 1961 y el encuentro acaeció en un festival, el Gerde´s Folk. La amistad entre ambos se forjó en los garitos existentes en el Greenwich Village neoyorquino. El chico era Bob Dylan, componía baladas y Joan Báez no sólo las encontró maravillosas; es que se enamoró como una colegiala del recién llegado. Lo curioso es que junto a Joan estaba su hermana Mimi, que es al principio de la que se prendó Bob. Pero Joan, persuasiva y prendada de él lo protegió, lo ayudó y lo llevó consigo a una gira donde en poco tiempo, si bien la estrella era Joan, él resultó ser un descubrimiento para los jóvenes esos primeros años 60. Sus letras contenían unas palabras, unos conceptos, hasta entonces no cultivados por otros cantautores. El Festival de Woodstock sería el arranque para aquel extraordinario binomio de artistas. Se convirtieron en el referente para los jóvenes luchando en pro de los derechos civiles. Mas aquella sucesión de canciones surgidas en esa época, etiquetadas como de protesta, no acababan de entusiasmar a Dylan. Y entre discusiones al respecto y pérdida de interés sentimental hacia ella, su relación fue enfriándose. Influyó también que a finales de 1964 él acudió a la boda de su representante y allí conoció a una atractiva modelo, aspirante a aparecer en las páginas de "Playboy", llamada Sarah Lownds. No le importó a ésta, casada con el fotógrafo Hans Lownds y madre de una hija, María, abandonar su casa unas semanas después para instalarse en una habitación contigua a la que ocupaba el cantante en el hotel Chelsea.

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Sara Dylan | Archivo

A Bob Dylan se le presentó la ocasión de marcharse a Inglaterra, meca entonces de la más avanzada música juvenil europea. Lo hizo al frente de la Paul Butterfield Blues Band. Joan Báez lo siguió, con la esperanza de reconquistar a su amor, pero él no se dejó. Reconocería mucho después que en aquella ocasión estuvo muy desconsiderado con Joan, pues ésta le pidió el favor de dejarla subir al escenario en el Festival de Newport, y Dylan se negó. Para Joan Báez fue una decepción. Pero Bob Dylan ya no podía dejar en la estacada a Sara Lownds, que esperaba un hijo de él. Embarazada, contrajeron matrimonio el 22 de noviembre de 1965. Ceremonia secreta, sólo con la presencia de un par de testigos. El New York Post informó del enlace ¡un año más tarde! La hija que ella tuvo con su anterior marido se fue a vivir con ellos y Bob la adoptó como propia. Y el pequeño que vino al mundo fue bautizado con el nombre de Jesse. La pareja tuvo dos hijos más: Samuel y Jacob.

Por su parte, Joan Báez, en tanto seguía protestando por la guerra de Vietnam, encontró a un estudiante con el que hizo buenas migas, pues pensaba como ella. Es curioso que se conocieron en la cárcel de Santa Rita Jail, donde él llevaba un tiempo cumpliendo condena y ella ocupaba la sección de mujeres por haber armado un alboroto a las puertas de un cuartel. Cuando quedaron libres prepararon su boda, en marzo de 1968 y se fueron a vivir a una comuna, donde cultivaban verduras. A David Harris, que así se llamaba el esposo, lo volvieron a "enchironar" por negarse a ingresar en el Ejército. Ella tuvo un hijo de esa relación, Gabriel y como el padre seguía preso, decidió divorciarse en 1973. Aún seguía acordándose de Bob Dylan. Éste, por su parte, ya estaba hasta el gorro de su mujer, Sara. No se entendían. Ella lo acusó de maltratador. Firmaron el divorcio, que al cantautor le costó un ojo de la cara: treinta y seis millones de dólares. Con la condición imprescindible de que jamás ninguno de los dos se refiriera públicamente a su desastroso matrimonio contando detalles a las revistas del chismorreo. Sarah no abrió la boca para nada. Y Dylan se hizo cargo de la prole. Extrañamente a su personalidad, fue un buen padre, al menos a sus hijos los protegió. Era el año 1975 cuando Joan Báez, que no dejaba de pensar en él, retomó la amistad con su antiguo amante. Ambos se enrolaron en una gira conocida con la leyenda Rolling Thunder Revue. Y compusieron la banda de una película, Ronaldo y Clara, de cuyo rodaje se encargó totalmente él. Volvieron las noches de pasión en la pareja. Joan Báez siempre lo consideró el hombre de su vida, para el que creó estas canciones, entre otras: "To Bobby", "Diamonds and Rust" y sobre todo "Winds of the Old Days", donde recordaba lo mucho que él la hacía sufrir en aquellos días ventosos y de furia. Porque Dylan no parece fuera tierno nunca con las mujeres. Pero lo disimulaba, como tantas otras cosas de su maldito carácter, su inestabilidad, sus cambios de humor.

El caso es que se decidió a componerle una melodía a su amada, a Joan, que resultó ser "Spanish in the loving tongue". El español es la lengua del amor. Quedaba muy lírico, muy bonito, pero como Joan Báez declaró: "Si él nunca quiso aprenderse ni una palabra en español". Porque Joan Báez, como sabrán, es bilingüe. Yo la conocí. Me pareció muy simpática. No siendo muy amiga de las entrevistas me concedió media hora, al concluir una actuación en el Palacio de los Deportes de Madrid, en donde hizo subir al escenario a Marisol y a Luis Eduardo Aute. Eran cerca de las dos de la mañana, cuando al preguntarle por Bob Dylan lo definió con esta frase: "No es un hombre normal". Aquella reanudación de sus amores en 1975 tuvo su punto final un par de años después. En 1978 él contrató para sus conciertos a una vocalista que había formado parte de los coros de Stevie Wonder, Carol Dennis. De la colaboración profesional entre escenarios y viajes acabaron un día encamados. Ocho años más tarde se celebraron sus esponsales. También en secreto. Tuvieron una niña, Desirée. Se divorciaron en 1992, y también se preocupó de la pequeña, estando de acuerdo en pasarle una pensión a su "ex".

Los destinos de Bob Dylan y Joan Báez volverían a encontrarse en 1984, cuando cantaron nuevamente juntos en una gira organizada por Carlos Santana. Yo creo que el amor que ella seguía sintiendo por Bob, no siendo correspondido por él con la misma intensidad, no se apagaría en los decenios siguientes, hasta la actualidad. Pero las rarezas del divo, como ella repito me confió, imposibilitaban una estabilidad entre los dos. Que, por cierto, aunque parezca un contrasentido, coincidían en una cosa. Joan confesaría: "Estoy hecha para vivir sola". Que es lo mismo que ha acabado haciendo él. Cuando pasó por el mal trago de una pericarditis, de todos sus hijos, la única que lo cuidó fue María, precisamente la niña adoptada cuando celebró su primer matrimonio.

A lo largo de los años, aunque muy de tarde en tarde, en publicaciones musicales como Rolling Stone, Bob Dylan ha realizado algunas declaraciones, a las que dudamos darle mucho crédito. Como contar que se llevó mal con sus padres y que se fue de casa, lo que era mentira. Sucede que no quería involucrarlos en sus embrollos. Confesó ser adicto a la heroína, pero eso lo desmintió en otra ocasión. Es probable que abusara de las drogas más de una vez. Como anécdota se contaba que fue él quien facilitó por primera vez marihuana a John Lennon y a Paul MacCartney, lo que quizás sea otra falsedad. ¿O es que Los Beatles no conocían ya toda clase de sustancias desde su etapa en Hamburgo, pasando luego por Liverpool y Londres? El caso es que las extravagancias de Dylan han sido una constante. Para provocar a su clientela, afirmaba haber sido prostituto. Cosas de un tipo difícil de clasificar, genial por otra parte por su ya abultado repertorio musical. Estrafalario, ajeno a todo convencionalismo. Le importó un pepino que le concedieran el premio Príncipe de Asturias y se negó a viajar a Oviedo. Lo mismo que ha repetido con el caso del Nobel. Insistimos: un tío muy raro…

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