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La reacción de Corinna a la "traición" de su exsuegro

La amiga entrañable del rey Juan Carlos no entiende la actitud de su suegro, con el que "tenía buena relación". 

La amiga entrañable del rey Juan Carlos no entiende la actitud de su suegro, con el que "tenía buena relación". 
Corinna | Archivo

Hace dos días que Corinna, la amiga entrañable del rey Juan Carlos, fue desenmascarada por su ex suegro, el príncipe Alexander de Sayn-Wittgenstein-Sayn declarando que no es ni princesa, ni Alteza Serenísima y mucho menos puede usar el apellido Zu Sayn-Wittgenstein. Tan solo es Corinna Larsen Adkins. "De acuerdo con la ley alemana y el código familiar de la casa principesca de Sayn-Wittgenstein-Sayn, desde el divorcio de nuestro hijo, el príncipe Casimir, el 5 de octubre de 2005, la señora Corinna Larsen Adkins no tiene derecho a utilizar el título de princesa o el tratamiento de Su Alteza Serenísima (S.A.S.)", confirmó la familia en un comunicado.

Aunque Corinna no ha querido hacer declaraciones al respecto, su entorno cercano ha hablado con la revista Vanity Fair y han contado cómo se encuentra: "Ella no tenía ni idea de que su exsuegro tuviera algún problema con que siguiera usando el título de princesa o el apellido Sayn-Wittgenstein. Tenían una buena relación. De hecho, ella intentó ayudar en todo lo que pudo a su familia política, incluso después de su divorcio de Casimir. Ha sido una puñalada por la espalda".

"Son los medios de comunicación los que se empecinan en llamarla princesa, pero ella no utiliza el título en su trabajo. No figura ni en su website, ni en la firma de sus correos, ni en sus tarjetas de presentación ni en sus invitaciones. Para ella, eso no tiene ninguna importancia a la hora de hacer negocios. Con suerte, le permite conseguir una mesa mejor en un restaurante, poco más…", concluye el entorno.

Corinna cambió su nombre en el año 2000, cuando se casó con el príncipe Casimir. Es tradición en la nobleza alemana que la mujer incorpore el título nobiliario a su apellido. El entorno reconoce que durante los años de matrimonio se le trató como princesa, pero más como un gesto de cortesía: "Nunca fue legal el rango. Tampoco hubo un acuerdo verbal o escrito que la autoriza a seguir utilizando el título o el apellido después del divorcio. Todo lo contrario". Además, aseguran que si la familia no la "desenmascaró" antes fue por el bien de Alexander, hijo que tiene en común con Casimir: "No querían hacer sufrir al niño. Por eso han callado durante tanto tiempo".

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