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Katy Mikhailova

Me gustan gorditas

Que debemos concienciarnos de que la moda lleva imponiendo décadas un canon de belleza poco saludable es necesario.

Que debemos concienciarnos de que la moda lleva imponiendo décadas un canon de belleza poco saludable es necesario.
The Real Catwalk | Instagram

Pongamos que 20 mujeres en pleno diciembre en Nueva York protestan en bragas -bajo el lema de ‘the real catwalk’- contra la perfección. ¿La razón? Que "aquellas que se sientan mal con sus propios cuerpos y rostros al ver el famoso espectáculo de Victoria’s Secret encuentren otros referentes". Cita textual de una tal Khrystyna, fundadora del movimiento body positive y la culpable de esta "guerrilla de lencería" urbana.

Sí: la idea mola, pero el discurso verbal es una mierda. Se puede hacer lo mismo pero no tomarla con los Ángeles de Victoria y orquestar semejante desfile callejero con más tacto, sentido común y un mensaje más elaborado.

Que debemos concienciarnos de que la moda lleva imponiendo décadas un canon de belleza poco saludable es necesario; que la hiperdelgadez no es sana ni estética, creo que todos lo compartimos; que ser guapo no es tener una 38, también se supone. De ahí a que estemos protestando por cada acción que se haga dentro del mundo de la moda empieza a aburrir. Amén de que concretamente las modelos de Victoria’s Secret no parecen sufrir hambrunas voluntarias, pero sí vivir por y para las flexiones y los abdominales. Algo que yo no practico pero respeto.

Presumen de cuerpos musculosos y musculados -la mayoría-, y la androginia forzada brilla por su ausencia, frente a un exceso de femineidad despampanante en donde no faltan ni curvas, ni pechos ni, en suma, cierta voluptuosidad contenida y equilibrada. ¿Qué hay de malo? ¿Debemos protestar contra esto?

Me cuesta empatizar con las personas que sienten un profundo rechazo a la "perfección", a veces casi odio. Entrecomillo "perfección" pues, como tal, no existe, pero la definen las tendencias estéticas de un imaginario social colectivo. No puedo defender el odio hacia la belleza; esa belleza que regala la naturaleza y que posteriormente, cada afortunada la trabaja y la completa.

Aplaudo que se cuiden y aplaudo que no se cuiden. La que no se depila, no se peina con plancha GHD y no tiene un entrenador personal y ni siquiera ha pisado en su vida un gimnasio se merece el mismo respeto. Puede que, incluso, la ‘guapura’ la lleve igual o más que la que pasa 5 veces por quirófano cada año para "dar" con su perfil "recomendado" probablemente por algún cirucomplejín -lean aquella columna mía- .

Porque hacer 5 series de 30 sentadillas no ‘mola’, aunque en Instagram se finja lo contrario; que lo que ‘mola’ es desayunar todos los días napolitanas de crema, zamparse un bocata de panceta a media mañana, almorzar un cocido con su respectivo flan de postre, merendar 2 trozos de roscón con trufa y cenar pizza con pepperoni maridada con cola -pero de las de verdad, de las que llevan azúcar, gas y cafeína-. Y es que desmaquillarse antes de irse a la cama da pereza, beber litro y medio de agua por día obliga a uno a no salir del urinario y otros tantos rituales más aburren, cansan y agotan. Y, lo reconozco: aún cumpliendo rutinas de esta índole nadie garantiza que te transformes en Naomi Campbell. Por eso, aceptemos de una vez por todas que ser guapo es estarlo y saber manejar semejante físico.

Violencia de género, sida, cáncer, autismo, homofobia… tanto temas tan serios, y la protesta es para que una no se sienta mal cuando vea a Miranda Kerr con alas de mariposa desfilando sobre una simple pasarela.

Hay gorditas bellas y flaquitas feuchas. Y viceversa. Y biceps y berzas. A mí me encanta la naturalidad, me encanta la celulitis -quizá en esto exagere, si me permiten la licencia- y me encanta Gisele Bundchen. Y que, puestos a elegir, particularmente las prefiero -ustedes seguro que también- con unos kilitos de más que de menos. Pero las manifestaciones conducidas por el odio y la insatisfacción personal no son sino una prueba de la pérdida del sentido del ridículo y del exceso de tiempo libre. Propongo para la famosa lista de "objetivos a cumplir en 2018" hacer menos el idiota, sustituir los complejos por la curiosidad, la envidia por la fuerza de voluntad y los celos por el amor.

En Chic

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