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Adelfa Calvo, la nieta de Niña de la Puebla, da el pelotazo a los 55

Adelfa Calvo aceptó desnudarse para reivindicar que a su edad y siendo “curvi” no hay por qué acomplejarse con su físico.

Adelfa Calvo aceptó desnudarse para reivindicar que a su edad y siendo “curvi” no hay por qué acomplejarse con su físico.
Adelfa Calvo | Gtres

En la última entrega de los Goya se difundieron profusamente las imágenes de esos personajes del "glamour", tan frecuentes en los programas rosa de la televisión o en las revistas del ramo. Sin embargo, pasaron inadvertidas, por ejemplo, las de una mujer más modesta pero formidable cómica, a quien en esa misma velada galardonaron con el premio "a la mejor actriz de reparto". Me estoy refiriendo a Adelfa Calvo, por su nombre aún no muy conocida del gran público, aunque por su físico sí la reconocerán. Sin ir más lejos gracias al excelente trabajo por el que ha sido también premiada en los premios "Feroz", el de la portera doña Lola de la galardonada película de Martín Cuenca, El autor. Cuenta que se vio obligada a desnudarse ante las cámaras, "por exigencias del guión". Nada pacata, manifiesta que aceptó el envite pensando en todas esas otras mujeres de su misma edad, cincuenta y cinco años y encima gordita, que padecen complejo por su físico. "¿O lo harían sin más ni más los hombres con barriga y cincuentones?".

Adelfa Calvo resulta que es hija de la estupenda cantaora andaluza Adelfa Soto y nieta, por tanto, de la mítica Niña de la Puebla, aquella que creara unos personalísimos "Campanilleros", que han quedado en la mejor tradición de los villancicos aflamencados. Adelfa no es nombre corriente. Pocas son las mujeres así llamadas. El abuelo materno, Luquitas de Marchena, también figura del cante, fue quien decidió llamar así a su hija, la antes citada Adelfa Soto, porque lo escuchó en unas bulerías de Antonio el Sevillano. Y luego ésta cuando tuvo una de sus hijas, quiso prolongar también ese apelativo. Y así, Adelfa Calvo es como ha llegado a darse a conocer.

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Adelfa Calvo, con su Goya por El autor | Gtres

En todas sus biografías figura como nacida en Málaga, el 5 de abril de 1962, pero resulta que vino al mundo en Melilla, por deseo de su progenitor, también melillense. Inmediatamente después la pequeña viviría ya su infancia y adolescencia y juventud en la capital de la Costa del Sol y también con prolongadas temporadas en Sevilla, que es ahora donde más está radicada, aparte de sus viajes profesionales a Madrid.

Sabiendo sus ancestros flamencos no es difícil intuir que de niña estuvo familiarizada con la copla. Aprendió a tocar la guitarra. Y a cantiñear con el arte preciso. Pero en vez de ser cantaora decidió dedicarse al teatro, hizo sus estudios correspondientes en la Escuela Superior de Arte de Málaga, formó parte del grupo Brea, que es donde se hizo amiga de Mercedes León, con la que comparte profesión e íntima amistad.

En Andalucía es donde comenzó a ser muy popular a raíz de intervenir en un interminable culebrón titulado Arrayán, vieja apuesta de Canal Sur. Mas el serial que la dio a conocer en toda España fue El secreto de Puente Viejo, donde aparecía en el personaje de la camarera Rosario Castañeda. Su paso al cine fue una sorpresa para ella. Circunstancialmente fue elegida por la responsable del "cásting" de Biutiful, la película de González Iñárritu, cuyo protagonista fue Javier Bardem. Y allí Adelfa Calvo se divirtió mucho cuando el galán, fuera del rodaje, se escondía para que los "paparazzi" no lo sorprendieran junto a Penélope Cruz. Y es que Adelfa tiene muy claro que eso del "famoseo" no va con ella, que se considera sólo una modesta actriz, pese al importante Goya conseguido: "Soy consciente de que esta profesión que he elegido es como el humo. Hoy te premian y mañana mismo puedes estar en el paro y quién sabe si desapareces de la noche a la mañana, porque te olvidan". Sensata consideración que, no por harto sabida, deja de tener su importancia cuando alguien goza de la popularidad, esa calderilla de la fama, frase que me apetece recordar de vez en cuando del ya olvidado César González Ruano.

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Con Javier Gutiérrez en El Autor | Archivo

No es casualidad que Adelfa Calvo esté muy bien considerada entre los compañeros que la conocen. Tiene los pies en el suelo. Y una poco abultada pero interesante filmografía: La voz dormida, Miel de naranja, A cambio de nada, La isla mínima… Y en la pequeña pantalla en "El Ministerio del Tiempo". Donde coincidió, por cierto, con Javier Gutiérrez, su último compañero de cine en El autor. Su director, en la escena de un karaoke donde el personaje de Adelfa tenía que cantar enfrente del de Javier, le dijo a la malagueña: "Atiende, tú, aunque mires a Javier, imagínate que quien va a escucharte es tu propia abuela, si viviera, La Niña de la Puebla…" Sabio consejo de Manuel Martín Cuenca que supuso para Adelfa Calvo unos instantes emotivos. Recordaba que su abuela la fue educando para cuando ya fuera profesional. Un día visité la casa malagueña donde la legendaria cantaora vivía con su hija Adelfa; hogar muy modesto para quien estuvo siempre considerada una gran figura del cante. Se había quedado ciega a poco de nacer, por un colirio mal administrado. Me contó que en los primeros años 30 coincidió una vez con otro ciego ilustre, el maestro Joaquín Rodrigo y estuvieron un rato, él tocando con los nudillos una mesa y ella entonando los compases de "Los campanilleros". Leía muchos libros, ya que dominaba el sistema Braille. Siempre de madrugada. Decía que el silencio de esas horas le procuraba mayor concentración. Estuvo cantando casi en vísperas de su muerte, la última vez en una peña flamenca. Su nieta Adelfa Calvo habla de ella, comprensiblemente, con cariño y veneración.

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