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Rosa Belmonte

El salacot

En la nueva era de la ofensa perpetua o eres colonialista o haces apropiación cultural si te vistes como los oriundos del lugar.

En la nueva era de la ofensa perpetua o eres colonialista o haces apropiación cultural si te vistes como los oriundos del lugar.
Melania Trump | Cordon Press

Al síndrome de Rebeca va a haber que añadirle un nuevo significado. Hasta ahora se refería a los celos hacia un ex de la pareja actual de quien lo sufre. El término viene por la novela de Daphne du Maurier y, sobre todo, por la película de Hitchcock. Por esa Joan Fontaine sin nombre y atormentada por el hecho de que nunca podrá estar a la altura de Rebeca, la mujer muerta. Hay una escena en la película en que la malvada señora Danvers, y ante la fiesta que se va a dar en Manderley, la anima a vestirse como la señora de un cuadro que hay colgado en la casa. Es Rebeca, pero ella no lo sabe, con lo que se monta un pequeño escándalo cuando aparece disfrazada así. Otro síndrome de Rebeca es el que sufre Melania Trump. Aunque seguramente no hay ninguna señora Danvers que le diga qué se tiene que poner. Pero se lo pone y a ella la ponen verde. Lo último ha sido el salacot en su gira por África. Ese sombrero con cúpula de ventilación en lo alto y orificios en los lados con origen en Filipinas (salacot es un filipinismo, viene del tagalo salacsac o salaksak). Que si estaba homenajeando al colonialismo, que quién la asesora, que si patatín, que si patatán. Ese supuesto símbolo del colonialismo también es un símbolo de la aventura y la exploración. Pero nada, como el príncipe Harry cuando se puso el uniforme nazi. Como si se hubiera pintado la cara de negro. Como si se hubiera achinado los ojos con los dedos. Esas cosas que ahora son tontamente inadmisibles.

Con su pinta, Melania se podría poner una maceta en la cabeza, como Millán Salcedo cuando imitaba a Montserrat Caballé y estaría guapa. Me la imagino preparando su equipaje a África con las dos sombrereras, la del salacot y la del sombrero que se puso en Egipto. ¿El Panamá también es colonial? Mi tío tenía un salacot y era misionero. Lo suyo no era colonialismo. Que parece que Melania haya llegado a África para cortar manos a los negros del Congo Belga que no le trajeran suficiente caucho, como los secuaces del rey Leopoldo. A saber qué habría pasado si Michele Obama se pone el salacot. Y, vaya, que el casco de ‘Manolo guardia urbano’ no es tan diferente. Los salacots también los llevaba la Guardia Civil en Guinea Ecuatorial y en la isla de Fernando Poo.

Pero en la nueva era de la ofensa perpetua o eres colonialista o haces apropiación cultural si te vistes como los oriundos del lugar. Los soldados del Vietgong llevaban salacot. Poco colonizadores eran estos también. Llevaban un sombrero fresco y útil para el lugar (no blanco, claro). Como Harry Faversham en ‘Las cuatro plumas’, la novela de A. E. W. Mason. A mí lo que me ofende es la planta que tiene Melania. En África en Egipto o en Atlanta. Me parece un abuso para el resto de las mujeres. El qué mona va esta chica siempre de ‘Aquí no hay quien viva’ es un chiste al lado de Melania. Porque Melania está muy por encima de todo el mundo y no sólo porque sea la mujer del presidente de los Estados Unidos. Adlai Stevenson, que pudo ser también presidente de Estados Unidos si ganaran los mejores y no los que mejor llegan a los votantes, decía que la diferencia entre una mujer guapa y una mujer encantadora es que a una guapa la ves tú y una encantadora te ve a ti. Melania nunca va a ver a todos esos que la acusan de colonialista.

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