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Sara Mora, la amante del hombre de María José Cantudo

La aragonesa Sara Mora fue una de las más solicitadas de la España del destape.

La aragonesa Sara Mora fue una de las más solicitadas de la España del destape.
Sara Mora en portada | Interviú

En este recorrido biográfico, anecdótico y sentimental sobre las ninfas que formaron parte de la generación femenina del destape le hacemos hoy un hueco a la aragonesa Sara Mora, en la actualidad con sesenta y seis años, quien en su juventud fue una de las actrices más solicitadas para aparecer en una veintena de películas eróticas. Su apellido parecía estar en consonancia con su físico: un rostro moreno, como surgido de tierras árabes. Llamaban la atención, por este orden, sus ojos oscuros, luego unos labios carnosos y por supuesto una armónica figura (no era muy alta), proporcionada, de apretada cintura y bonitas piernas. Su busto, que admiramos en bastantes imágenes, fue objeto de portadas de Interviu en 1978 y de Lib, un año después.

Digamos que la notoriedad de Sara Mora se debía a las escenas, algo libidinosas, que protagonizaba en la pantalla, y algunas también cercanas al mundo del "porno", pongamos por caso en La frígida y la viciosa, donde la recordamos acariciando el pubis de otra mujer. Los títulos de su filmografía son más que aparentes, empezando por La pitoconejo y siguiendo con La insólita y gloriosa hazaña del cipote de Archidona, La masajista profesional, Atraco a sexo armado y Evaman, la máquina del amor. Cierto es que en sus comienzos artísticos en Zaragoza sus pretensiones eran la de convertirse en una actriz de grandes aspiraciones dramáticas. Tuvo un papelito, ya en Madrid, año 1973 en La muerte de Danton. Y aunque al final de su carrera también fue contratada en comedias o dramas en los que no estaba obligada a desnudarse, lo cierto es que su nombre está asociado a ese cine del despelote, que nació amparado por los nuevos aires de la Transición y la ausencia de la censura franquista.

También en televisión paseó su palmito como azafata de los programas Sumarísimo, Destino Argentina y algunos otros, así como series populares. Nunca desde luego fue protagonista, que no fuera en alguna de esas cintas antes mencionadas. Puede que a título personal todavía recuerde haber coincidido con Tony Curtis, que vino a Madrid en 1982 para rodar una horrosa película, Othelo, en la que el inolvidable galán de Con faldas y a lo loco, ya en el final de su carrera compartía cartelera con Nadiuska. Sara Mora tenía allí una episódica intervención. Del cine fue retirándose conforme se iba el siglo XX y aún hizo algunos trabajos en los primeros años del siguiente. De su vida íntima contemos que convivió con el más importante empresario teatral de los últimos tiempos, el vallisoletano Enrique Cornejo. Un tipo encantador, culto, enamorado de los escenarios... y de las mujeres bonitas. Pues tuvo algunos amores con actrices que frecuentó. Como la francesa Anne Marie Rossier, con quien tuvo un hijo, Alain; y después Rosa Valenty y María José Cantudo, entre las más conocidas.

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Con la actriz Carmen Conesa, en 2012 | Cordon Press

Sara Mora compartió con este dinámico empresario los más felices momentos de su trayectoria profesional, pues Cornejo le posibilitó más de un contrato, amén de proporcionarle promoción con la prensa. Así conocimos a la guapa aragonesa, que siempre nos pareció muy desenvuelta y simpática. Pero un día Enrique Cornejo y Sara Mora se dijeron adiós, de la noche a la mañana. Y Sara desapareció de la vida artística madrileña, dejó de acudir a fiestas y de salir en las revistas y los programas de televisión. Se esfumó. La versión de su amante es que le había puesto, sencillamente, los cuernos. Nos hubiera gustado conocer la versión de Sara Mora, pero no nos ha sido posible. Sí añadiremos que en su primera película, Las alegres vampiras de Vogel, de 1973, aunque se estrenara un par de años después, coincidió en el reparto con María José Cantudo, su rival, la competencia amorosa respecto a un mismo amante, el antes citado Cornejo. Y durante los treinta y cinco días que duró el rodaje, no se hablaron jamás, ni siquiera para darse los buenos días. Genio y figura. De "la Cantudo", naturalmente.

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