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Así ha exprimido la vida Sofía Mazagatos, la reina del "candelabro"

Que Sofía Mazagatos haya dicho cosas que removieron los cimientos de nuestra lengua no quita para alabar su excelente inteligencia.

Que Sofía Mazagatos haya dicho cosas que removieron los cimientos de nuestra lengua no quita para alabar su excelente inteligencia.
Sofía Mazagatos | Gtres

Bien nacida en los Madriles el 5 de octubre de 1974, fecha más fiable aunque en algunos sitios he encontrado la de un año anterior el caso es que Sofía Mazagatos ha sido una de las misses que más ha aparecido en la prensa rosa, en razón de su agitada vida sentimental. Puede que esa duda acerca del año exacto en que vino al mundo se deba a que se presentó a varios concursos de belleza siendo menor de edad, y alguien pudo alterar el dato para que pudiera tomar parte en algún certamen. Una chiquilla era cuando fue declarada Miss Madrid, y poco después Miss España. Semifinalista en Miss Europa. Lo que no pudo es competir por el título de Miss Universo. No alcanzaba la edad exigida en sus bases.

Recuerdo que la elección de Miss España 1991 tuvo lugar en el Coliseo de La Coruña, que por entonces también servía en agosto para dar corridas de toros, luego suprimidas por los políticos de las Mareas, ahora ya felizmente desalojados del Ayuntamiento de tan bella ciudad. Pues, bien: en aquel escenario, un jurado presidido por Luis María Ansón, éste muy activo a la hora de prevalecer sus gustos a los del resto, eligió a Sofía Mazagatos como la ganadora. Buen ojo tuvo el veterano periodista, admirador siempre de la belleza femenina. Sofía Mazagatos, a la que entrevisté entonces por primera vez, tenía un rostro angelical, cara de no haber "roto nunca un plato", y unas medidas que puede que el tiempo haya cambiado: entonces 88-62- 90. Criatura algo ingenua en apariencia que en poco tiempo, enrolada en el mundo farandulero, procuró disimular.

Era ambiciosa, quería triunfar como modelo, actriz y casarse a ser posible con un millonario. Nada a lo que no aspiren tantas jovencitas soñadoras. Y, bien: una vez consumido el año de su reinado, la cadena Telecinco que se había implicado mucho en el concurso de Miss España, la contrató como presentadora de algunos programas infantiles. Montó una agencia de modelos con Mar Flores, otra ambiciosa y bella mujer, aunque el negocio no les fue provechoso. Llegaron a compartir o al menos a tener un mismo amante: el entonces reconocido "play- boy", pariente de don Juan Carlos, el falso conde Lecquio. Diez Minutos pagó cuatro millones y medio de pesetas por un reportaje gráfico en el que la Mazagatos y el aristócrata italiano no disimulaban lo mucho que sentían estando amartelados. Y luego él contaba en su tertulia televisiva detalles de esa relación, "poniendo el cazo" a cambio. Así fue viviendo...

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Sofía, en portada | Interviú

Dada su indiscutible notoriedad, Sofía anunció un montón de productos: marcas de automóviles, muebles, pantalones vaqueros, bebidas varias, farmacia, y hasta "spots" de los muy conocidos almacenes "Macy e Nueva York. No le faltaron admiradores de relieve a la juvenil Sofía Mazagatos que, en las distancias cortas siempre fue muy simpática, de accesible trato con los reporteros, de lo que doy fe. Posó desnuda o semidesnuda para las revistas del género erótico: Interviú, en varias ocasiones, una de ellas dedicándole ¡dieciseis páginas!, y en una de esas veces en su primera plana sin sujetador y luciendo un brevísimo tanga; y en Man, la anunciaron en su portada enseñando "sus importantes armas de mujer". Hay que recordar que Interviú adquirió un material gráfico de dudosa legalidad, en cuanto a que pertenecía al debut cinematográfico de Sofía Mazagatos, Las pasiones de sor Juana, coproducción hispano-mexicana donde apareció tal y como su madre la trajo al mundo. Eran descartes, como se dice en el argot cinematográfico, del rodaje pero la productora o alguien que tuvo acceso a tales imágenes las hizo llegar a la revista, sin el consentimiento, al parecer, de la cuitada. No sé si fue verdad que el asunto le supusiera un berrinche, pero luego pensó que, publicitariamente, aquel reportaje en cueros vivos le proporcionaría una indiscutible popularidad. Y ya no tuvo reparos en aparecer con poca ropa o ninguna, según qué circunstancias en otras publicaciones. Películas, aunque he hallado algunos títulos sin poder verificarlos, sólo fueron cuatro: dos cortometrajes (Quiero y Despegue) y dos largos, la ya antes citada coproducción, y La maldición del pirata. Todas esas cintas fechadas en los primeros años del 2000. Convengamos que Dios no la llamó para destacar como actriz. Y eso que pasó una temporada inscrita nada menos que en el famoso "Actor udio, centro educativo neoyorquino para la formación de jóvenes interesados en el Arte Dramático, del que salieron en su día Marilyn, Brando y James Dean. Esa estancia, aparte de suponerle el desembolso de un buen puñado de dólares, le serviría para su "curriculum", en el que aparecen sus apariciones en algunas series de televisión españolas como Academia de baile Gloria, que protagonizó Lina Morgan. En teatro, el recientemente desaparecido Arturo Fernández, la tuvo como pareja en su compañía cuando estrenó en 2001 Esmoquin, comedia de Santiago Moncada. Y entre trabajos artísticos, fiestas y más reportajes exhibiendo cuerpo juncal, Sofía Mazagatos no descuidaba su vena empresarial, pues montó una agencia de comunicación, gestionaba campañas publicitarias y hasta se anticipaba a negocios hoy habituales, ventas "on line", en su caso de frutas ecológicas.

La verdad es que eso de que las misses son en su mayoría guapas pero un poco tontitas no reza en su persona. Aunque no tuviera estudios que avalaran su preclara inteligencia, al menos la demostró para ganar pasta gansa. Sólo aprobó 3º de BUP. Otra cosa es que llegada la hora de pronunciarse ante los periodistas, dijera cosas que removieron los cimientos de nuestra lengua. Por ejemplo: "Me gustan los hombres que están en en candelabro". La frase hizo fortuna para que aún se recuerde y quedara grabada en la memoria de muchos humoristas, y hasta colegas de la prensa que así titulaban sus secciones frívolas: "En el candelabro". La Academia de la Lengua pudo haberla recogido en una de sus ediciones. No estaba tan descaminada Sofía. ¡Qué más da candelero que candelabro...! De su verbo florido salieron otras perlas. Hélas: "Me encanta cómo escribe Vargas Llosa. No he leído nada de él, pero lo sigo". O bien: "Francisco Rivera tiene unos genes muy peligrosos". Y para concluir su faceta lingüística: "Le dio un simposium de corazón". Ciertamente muchos fueron crueles con ella. Pero a Sofía Mazagatos no le importaron demasiado aquellas críticas, pensando aquello de "que hablen de mí aunque sea bien".

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Con el iraní Reza Badiyi | Gtres

Le dolió desde luego enfrentarse a su padre, el señor Isidoro, que le reprochaba el tren de vida que llevaba y sus líos falderos. Algún reportero consiguió del buen hombre declaraciones en las que ponía a su hija como hoja de perejil, en el sentido de que sólo pretendía casarse con alguien que "tuviera posibles". Pero don Isidoro olvidaba que ese es el sueño de millones de mujeres: desposarse con un millonario. Y Sofía Mazagatos estaba en ello... Tuvo encuentros apasionados con el matador de toros, ya fallecido, José María Manzanares (padre del actual diestro asímismo llamado). Tanto que Yoyes, su esposa, "le dio Puerta, Camino y Mondeño". Fijó luego sus ojos Sofía en un empresario, no tan guapo como el fino torero alicantino, José María González de Caldas, que oficiaba a la sazón como presidente del Sevilla C. de F. Encandilado con Sofía Mazagatos no dudó en ofrecerle el oro y el moro, con el escándalo de cierta afición sevillista, creyendo que el "presi" utilizaba las arcas del club. Exageraban los "forofos", piensa uno de buena fe. Lo cierto es que el caballero en cuestión le regaló a Sofía un "Mercedes" descapotable y un chalé en Madrid. Caldas enfureció cuando la Mazagatos fue enfriándose con él y la amenazó con desposeerla de su nidito de amor. Bueno, un nidazo, dadas las características de la vivienda, por la que pleitearon durante un buen tiempo. A Sofía no hubo quien la detuviera en su afán de seguir "en el candelabro". Un empresario iraní la embaucó con la promesa de que haría de ella una estrella del cine internacional. El tipo, llamado Masoud Badiyi, hasta quería casarse con ella, a poco de tratarla y llevarla al catre. Más lista que el hambre, Sofía le sugirió que redactara un documento prematrimonial por el que se aseguraba cobrar dos millones de dólares por la boda (1.600.000 euros), y ciento cincuenta mil dólares mensuales como si fuera un sueldo por convertirse en su esposa (124.000 euros). Y si se quedaba embarazada, un millón de euros por cada bebé que trajera al mundo. Francamente, el contrato de Onassis cuando se casó con Jacqueline, fue desde luego más cuantioso, pero éste que propuso Sofía Mazagatos no me digan que tenía "su aquel"... Pero resultó que el tal Badiyi no era tan próspero empresario como parecía. Y además, al decir de ella, mentía como un bellaco y la engatusaba con palabrería. Terminaron como el rosario de la Aurora pero al menos nuestra compatriota supo quedarse con el apartamento neoyorquino en el que habían compartido un tiempo su intimidad.

En marzo de 2015, ¡Hola! anunció que Sofía Mazagatos estaba embarazada. Madre soltera, Sofía Mazagatos tuvo una niña en noviembre y le impusieron su mismo apelativo. Más adelante, los sabuesos del periodismo cordial descubrieron que "el hombre de la miss" era un empresario, socio de varias discotecas madrileñas: Tito Pajares. Acabó por descubrirse que Tito era el padre de la niña. Y pareja de Sofía, pese a los desencuentros que tuvieron a lo largo de su relación. En el otoño de 2018, ella perdió el segundo hijo que esperaba, en el octavo mes de gestación. En la actualidad, Sofía Mazagatos parece que ha encontrado el equilibrio que necesitaba. Y ya no suele aparecer ni en las fiestas de la gente guapa, esas de "las influencers y las celebrities", porque está más que harta del pasado en donde era habitual de cualquier "sarao". Se ocupa de su hija y de su compañero, al que tampoco le apetece aparecer en las publicaciones rosas. Buscan la tranquilidad y el anonimato en sus vidas. Y hemos de respetarlos al tiempo que les deseamos un buen verano. Sin estar "en el candelabro", claro.

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