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Sofía Loren termina su última película con 85 años, y asegura que siempre ha sido madre antes que actriz

Este 20 de septiembre la actriz cumple 85 años. ¿Es la hora de su retirada o aceptará algún rodaje más?

Este 20 de septiembre la actriz cumple 85 años. ¿Es la hora de su retirada o aceptará algún rodaje más?
Sofía Loren | Gtres

Sorprende que a sus ochenta y cinco años, que cumple este 20 de septiembre, Sofía Loren concluya la que, por el momento es su última película. ¿Es la hora de su retirada o aceptará algún rodaje más? Me viene el recuerdo de "la Bertini", quizás la más longeva actriz en la historia italiana, que trabajó hasta muy avanzada su provecta edad. Pero es que Sofía Loren todavía sigue luciendo un físico espléndido, teniendo en cuenta claro está su calendario y sin enfermedad importante que la impida llevar una vida sin muchas complicaciones. En esta ocasión no podía, no quería negarse a ser la protagonista de un filme que va a titularse en italiano La vita davanti a sé, y en inglés The Life Ahead, basado en una antigua novela del francés Romain Gary (al que yo conocí en Madrid dirigiendo a su ex esposa Jean Seberg), Madame Rose, de la que ya hubo el antecedente de otra cinta que hizo Simone Signoret, mejor película extranjera en los Óscar de 1978. Y ¿por qué Sofía asintió nada más recibir la propuesta de interpretar el primer papel? Porque se lo pidió su segundo y último hijo Eduardo, Dodu en la intimidad.

Sofía Loren siempre ha repetido en sus entrevistas esta frase: "Antes que actriz, yo siempre he sido madre". Se lo escuché en los dos encuentros que tuve con ella, dama encantadora, de fuerte carácter, pero accesible, educada con los periodistas. Nada diva, siéndolo en lo que pueda entenderse como una de las más grandes del cine internacional.

"Mis hijos me conocen tan bien...", dejaba caer cuando ellos ya habían crecido. Recuerdo a mediados de los años 60 cuando las revistas del corazón publicaban habitualmente las cuitas de la estrella italiana, feliz por sus éxitos en la pantalla pero lamentando el drama íntimo que no le permitía ser del todo feliz: su ansiada maternidad. Rara era la semana que alguna publicación española, no digamos las italianas, que se hacían eco de esos deseos permanentes de quien se había unido a un hombre bastante mayor que ella, Carlo Ponti, que le llevaba veintidós años de diferencia quien fue el responsable por su condición de productor cinematográfico de lanzarla como estrella. ¿Era culpa de él o de ella por lo que no tenían descendencia? Hubo una boda de la pareja en 1957, celebrada civilmente en México, que no tuvo validez porque la esposa legal de Ponti lo denunció y en 1962 aquella boda se deshizo. Mas pudieron celebrar una ceremonia autorizada en París en 1966 cuando ya se había solucionado aquella demanda por bigamia. No les importaba demasiado esa situación, sino la de ser padres: recorrieron las clínicas de los mejores ginecólogos hasta que dieron con el doctor Watteville, que ejercía su especialidad en Suiza. Sofía había tenido dos abortos. Watteville consiguió lo que parecía imposible: que Sofía diera a luz un precioso bebé al que llamaron Carlo, como el papá, nacido en 1968, al que llamaban Cippi entre ellos. La actriz napolitana se había sometido a una serie de indicaciones y un tratamiento específico cuando no se conocían como ahora tan positivos resultados con la inseminación artificial. Y unos pocos años más tarde, en 1973, también tuvieron a Eduardo, el mentado Dodu, que la ha dirigido no sólo ahora sino en alguna otra ocasión, filmando unos cortometrajes, uno de ellos con textos de Jean Cocteau y su obra La voz humana.

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Sofía Loren, alcanzada su maternidad, ya fue otra mujer. Carlo Ponti, su marido, vino a ejercer en su hogar el papel, amén de marido, del padre que nunca tuvo en realidad la actriz. Entiéndase: su madre tuvo relaciones con un arquitecto y barón italiano, que se negaba a casarse con ella, aún así mantuvieron largo tiempo unas relaciones sentimentales de las que nació Sofía, en un pueblo cercano a la capital napolitana. Y el progenitor no quiso saber nada de la niña, cuya infancia, y adolescencia vivió al lado de su madre. Muy jovencita se dio a conocer como modelo fotográfica, apareciendo asimismo en una colección de fumettis, fotonovelas.

La nombraron Miss Italia y a partir de entonces acudió a algunos castings, en uno de los cuáles Carlo Ponti la descubrió, le facilitó pequeños papeles en la pantalla hasta convertirla en la estrella de su productora, amante y luego su esposa, la segunda como quedó relatado anteriormente, de la que nunca se separaría hasta su fallecimiento en 1977. No se tiene conocimiento de que Sofía Loren, amén de algunos pretendientes de poca monta en su juventud, le fuera infiel a Carlo Ponti. Aunque tuviera galanes a su lado como Marcello Mastroianni, el más habitual en sus películas, quien siempre respetó a la actriz y a su marido, al igual que el director más querido por ella, el siempre encantador Vittorio de Sica. La nómina de otros galanes se nutre con nombres de la talla de Charlton Heston, Frank Sinatra, Cary Grant, William Holden, Paul Newman… Dícese que rodando en tierras segovianas Orgullo y pasión, dos de sus compañeros, Sinatra y Grant, trataron de conquistarla. Sin éxito. Lo de Cary resultaba un tanto sospechoso, siendo bisexual.

Ya citado un escenario español, apuntemos que Sofía Loren rodó varias películas entre nosotros. Aparte de la citada, El Cid, incorporando el personaje de doña Jimena; La caída del Imperio Romano y alguna otra hasta completar el número de cinco. El Festival de Cine de Almería le dedicó un homenaje hace cinco años, cuando ella alcanzó los 80. Su filmografía es muy brillante, de la que hay que destacar Dos mujeres, que le brindó su primer -Óscar (el segundo fue honorífico), Los girasoles, Matrimonio a la italiana, Una jornada particular… A título anecdótico rodó en 2009 Nine, que no tuvo éxito ni de crítica ni de taquilla, en donde nuestra Penélope Cruz pudo compartir el reparto y recibir muestras de amistad de la admirada napolitana.

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De aquellas dos entrevistas que sostuve con Sofía, rescato algunas de sus confidencias y comentarios: "Mi matrimonio está basado en el equilibrio, en el contraste de pareceres. Además, Carlo es milanés, y yo, napolitana. Antes que mi carrera, están por este orden, mi esposo, mis dos hijos, mi hogar. Carlo es un hombre con mucha paciencia, inteligente y un padre formidable". Carlo Ponti, que nos escuchaba, respondió a mi pregunta de si Sofía hubiera llegado tan arriba sin la ayuda de alguien tan importante en el cine como él: "No lo dude usted, es una artista fuera de serie. Se nace o no artista y ella lo es". ¿Y celosa, Carlo? "Mucho", contestó. Pero es que, con ese empuje, pasión y arrebato de los napolitanos, Sofía entró al trapo: "También yo soy celosa". ¿Y cómo se define, en pocas palabras, Sofía? A lo que me dijo: "Odio el aburrimiento y siempre tengo ilusión por algo. No me interesa el dinero ni me creo una diva. Considero que soy buena ama de casa, me entusiasma la cocina, de lo que se conoce por haber publicado un montón de recetas mías".

Siempre demostró Sofía Loren un gran sentido del humor en las entrevistas y ruedas de prensa. Y cuando escuchó que se decía que Carlo Pontio era, por sus producciones de elevado coste algo así como "el Onassis del cine", ella, riendo, comentó: "Sí, sí, lo que quieran… pero mi marido es más guapo que el griego".

¿Podríamos conocer si para usted el momento más dichoso de su vida fue al recoger el Óscar por La ciociara, o Dos mujeres? Y tajante, me replicó: "Se equivoca. Fue cuando nació mi primer hijo".

Entre los años 70 y 80 Sofía Loren cobraba doscientos millones de pesetas por película, se las pagara su esposo o cualquier otro productor. Y al hacérselo notar, su respuesta fue ésta: "No entiendo de dinero y, además, yo me considero todavía pobre. No, no se sorprenda: quiero ser rica, pero en sentimientos".

Cuando nos despedíamos, se me antojó decirle si no le era a veces duro compaginar sus trabajos en el cine y los deberes como esposa y madre. No se lo pensó mucho: "Puedo todavía compaginarlas. Y le digo que hasta los noventa años no dejaré el cine".

Acaba de cumplir ochenta y cinco. Los que nos congratulamos de admirarla y haberla conocido ya sabemos que, si el destino no la contradice, le queda un quinquenio para continuar siendo una estrella con la virtud de seguir siendo una mujer extraordinaria.

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