Tiene esta argentina nacionalizada española una pícara sonrisa, que acentúa un rostro de aspecto aún juvenil aunque haya cumplido cuarenta y cuatro tacos de almanaque. Y puede presumir de un cuerpo muy proporcionado, del que destacaríamos su cimbreante cintura y un trasero que ella misma se ha ocupado, orgullosa de ello, de darlo a conocer a través de Instagram. Las mujeres saben de sobra qué parte de su cuerpo serrano es el más favorecido, y es lógico que lo luzcan. En el caso de Natalia Verbeke ya se ha encargado de mostrar todos sus encantos femeninos, en las películas Nadie conoce a nadie, El otro lado de la cama y, sobre todo, Arritmia, donde sus explícitas secuencias de sexo convierte a esta encantadora actriz en un icono del erotismo fino. Esa es la diferencia del porno. Y quienes han compartido cama en los rodajes (luego escribiremos los nombres de los que también lo hicieron, pero en la intimidad) junto a tan atractiva mujer, insinuante siempre en su mirada, son entre otros Eduardo Noriega, Gael García Bernal, Ernesto Alterio y Antonio Resines.
En cuanto a la lista de los hombres que la han amado, el primero que sepamos fue Gonzalo Miró, el hijo de Pilar Miró, cuyo currículum sentimental lo coloca en los primeros lugares de una supuesta clasificación entre los más seductores de España de los últimos tiempos. La cosa con este comentarista deportivo duró año y pico. Inestable en sus relaciones, dio paso a un torero madrileño, Miguel Abellán, que debía haber alcanzado mayores triunfos y ahora es gerente de asuntos taurinos en la Comunidad, propietaria de la plaza de las Ventas madrileña. Formó una buena pareja con Natalia Verbeke, de otro modo no se entenderían los cinco años que vivieron juntos. Pero el mundo del toro a veces está reñido con el amor y el diestro se dedicó a su carrera en tanto la actriz buscaba otras sensaciones. Las encontró con el excelente actor Guillermo Gonzalo Castro, al que conoció durante el rodaje de la serie televisiva Doctor Mateo, de notable audiencia. Ello sucedió entre 2010 y 2013. Se rompió el encanto de la pareja y Natalia fue a caer a los brazos de un chef de cocina llamado Jaime Renedo, con quien en el año que estuvieron juntos hubo de todo. Lo principal es que en 2014 anunciaron su boda. Tres días antes la anularon.
Podríamos gastar la broma de que siendo el novio dueño de un restaurante, el asunto del lunch y su costo tendría arreglo. ¿Qué les pasó? ¿Por qué se les rompió el amor de la noche a la mañana? Ninguno quiso al principio dar explicaciones, mas poco a poco se conocieron algunas. Él acusó de ciertas aficiones o adicciones, no sé bien, a quien iba a ser su esposa. Pero ella fue más clara: su ya ex había mantenido contactos con una revista del corazón que iba a pagarle ¡doscientos cincuenta mil euros! por la exclusiva de la boda. Mucho nos parece habida cuenta cómo se cotiza ese mercado según la importancia de los personajes, pero dando por buena la acusación de Natalia, digamos en su honor que jamás en su vida vendió ninguna exclusiva. Y en este caso que nos ocupa ni siquiera el chef le había comunicado su decisión de poner el cazo autorizando de motu propio permiso para las fotos del evento. De casados ¿se hubieran repartido la pasta?
La verdad es que aquella boda frustrada no dejó buen sabor de boca a Natalia Verbeke, como al novio engañado de la película El graduado. Pero siguió con sus películas y series, de las que recordamos El hijo de la novia, Días de fútbol, Los Serrano... Y de pronto se dio de bruces con un muchachote argentino, un cachas que para eso es jugador de rugby y además, internacional: Marcos Poggi. Encuentro que sucedió en 2015. Nada importa que él tenga unos años menos. Esas diferencias de edad hoy en día no se tienen en cuenta. La verdad es que desde el primer momento se volvieron locos uno por la otra y así sucedió que en 2017 tuvieron una niña, Chiara.
En la actualidad, Natalia Verbeke concluye una serie de próxima emisión, parece, en la cadena Antena 3, titulada El nudo, que pertenece al género del thriller, acerca de unas parejas que viven un amor prohibido. Ella está contentísima con los guiones, donde se suceden escenas de mucha carga sexual. "Ya era hora de que se cuente lo que nos pasa a los cuarentones con el sexo". Seguro que esta declaración es el mejor anuncio que pudiera tener El nudo. Porque, añade la actriz, "es muy bonito vivir esas experiencias cuando una ya no es una adolescente". Nada que objetar a tan razonable pensamiento.