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Asunción Balaguer renunció a ser una primera actriz por su amor a Paco Rabal

La actriz prefirió estar al lado de su marido y sus dos hijos, renunciando a ventajosos contratos y aceptando trabajos muy por debajo de su categoría.

La actriz prefirió estar al lado de su marido y sus dos hijos, renunciando a ventajosos contratos y aceptando trabajos muy por debajo de su categoría.
Fotografía de archivo de Asunción Balaguer. | EFE

Siempre tuvo Asunción Balaguer suficiente acreditado talento, una desbordante simpatía, sencillez y tanta humildad como para quitarse importancia, quedando para el gran público como "la mujer de Paco Rabal". De haber continuado su espléndida carrera de primera actriz se habría consagrado en seguida como una de las mejores en la historia del teatro español. Mas prefirió estar siempre al lado de su marido y sus dos hijos, renunciando a ventajosos contratos. Aunque no se retiró, y cuando se lo permitían sus deberes familiares, aceptaba trabajos muy por debajo de su categoría. Ha muerto a los 94 años recién cumplidos el pasado día 8 de este mes de noviembre, dejándonos el mejor recuerdo, sobre todo por su gran humanidad.

Se llamaba María Asunción Balaguer Galobart, natural de Manresa (Barcelona). Le llevaba sólo unos meses de diferencia a Paco Rabal, a quien conoció cuando se trasladó a Madrid en 1948, como primera actriz de la gran compañía Lope de Vega, dirigida por José Tamayo. El actor murciano era uno de los galanes de la compañía. Muchas veces formaron pareja escénica en obras tan importantes como El rey Lear, El mercader de Venecia o El águila de dos cabezas. Durante sus prolongadas giras por toda España compartían asientos en los desplazamientos de ciudad en ciudad a bordo de un autocar o en trenes.

Me contaba la excelente actriz: "Nos casamos teniendo los dos veinticinco años, en la iglesia Jesús de Gracia, en Barcelona. Antes que nada fuimos muy buenos amigos, congeniamos, supimos comprendernos al tener una misma profesión, lo que es sinónimo de un mismo amor. De Paco lo que más me gustó al principio, físico aparte, era que estaba pendiente de su familia. En cuanto tenía un momento libre lo ocupaba en escribir a los suyos, cartas a sus padres llenas de cariño. Si hubiera encontrado en mí a una mujer huraña y egoísta, él no hubiera sido feliz. Yo le preguntaba qué le decía a sus padres, escribiéndoles a diario, respondiéndome que hasta les contaba el color de los calcetines que llevaba puestos. Cosas así con tal de mandarles una carta todos los días del año. Era muy sacrificado. Pedía prestado para comprarse un bocadillo y, en vez de comérselo, guardaba ese dinero para ahorrar y comprarles un regalo a los suyos. Siempre fue muy tierno".

Asunción Balaguer prefería hablar de su marido que contarnos sus propios pensamientos y vivencias. Y es que quiso con locura a Paco. Al punto de que fue abandonando sus apariciones en la compañía citada de Tamayo, una vez casada y con hijos: "Paco no me puso jamás trabas de ninguna clase, al contrario, quería que no abandonara mi carrera artística. Fui yo misma quien me até al hogar, a Paco, a nuestros hijos, Teresa y Benito".

Al cabo de unos años, cuando su prole había crecido (Teresa se convirtió en actriz y cantante especializada en el público infantil y Benito en ayudante de dirección cinematográfica), Asunción Balaguer hizo colaboraciones esporádicas en algunas películas, luego también en teatro aunque no de primera actriz como antaño, y sobre todo en la televisión. Por ejemplo, año 1993, en Truhanes y al siguiente en Una gloria nacional. Junto a Paco, por supuesto, que era protagonista de ambas series.

Comprensiva, disculpó siempre la irregular vida de su marido, seductor nato, vividor en el mejor sentido de la palabra, que se pasaba infinidad de noches en colmados de carretera escuchando flamenco, o en salas de fiestas, y siempre ojo avizor si columbraba alguna hembra que le hiciera tilín. Luego volvía al redil, pedía perdón a Asunción y así continuaba días después su mismo itinerario de juergas y deslices amorosos con actrices sobre todo o cualquier mujer que acabara rendida ante sus encantos. Nunca riñeron Paco y Asunción, jamás ella lo amenazó con separarse. Aguantaba lo que muy pocas damas que sepamos hubieran permitido a sus cónyuges. Pero el amor todo lo puede. Cuando el galán se iba de gira dentro o fuera de España, o a rodar muchas de sus películas en el extranjero, no había día que no la telefoneara o le escribiera largas y poéticas misivas; cartas cargadas de cariño, que luego se agavillaron en un hermoso libro.

En la primavera de 1995 Asunción era "la madre de Concha Velasco" en la serie televisiva Yo, una mujer. Y así, su vida de actriz fue continuándose hasta no hace mucho, cuando todavía, octogenaria, se subía a los escenarios para dejar impronta de su buen quehacer teatral. Con Paco Rabal siempre fue una mujer feliz, nada caprichosa ni frívola. La popularidad como galán le permitió a él ganar importantes cifras de dinero; adquirieron un chalé en las inmediaciones de la zona de Arturo Soria, al norte de Madrid, al que bautizaron con el poético nombre de "El Recuerdo", en atención a unos versos de quien fue gran amigo de la pareja, Rafael Alberti, que reprodujeron en un mosaico adherido a las paredes de entrada a la vivienda. Llegó un día que al matrimonio les resultaba demasiado grande aquel lugar, ya independizados sus hijos. Vendieron el chalé y compraron dos pisos en una barriada de clase media, alejada un tanto del centro de la capital, en uno de los cuáles residieron unos años y en el otro, justamente en frente, habitaba Teresa con su marido, Eduardo Rodrigo. Hasta que decidieron irse todos ellos a la sierra madrileña, adquiriendo otro chalé más modesto en el pueblo de Alpedrete.

Finalizaba el mes de agosto de 2001 cuando Paco y Asunción regresaban en avión desde Montreal, en cuyo festival cinematográfico habían asistido. Cuando el aparato sobrevolaba la ciudad francesa de Burdeos, Paco comenzó a toser compulsivamente. Apenas podía respirar. "El jodío fumeque" tenía entre otras cosas la culpa, como repetía en la serie "Juncal". El comandante del avión optó por un aterrizaje forzoso para que el actor fuera trasladado inmediatamente a un hospital bordelés. Paco Rabal murió en los brazos de su queridísima Asunción. Paradoja la del lugar del óbito, sabiendo que el gran actor había personificado hacía poco tiempo la figura de Francisco de Goya, quien también falleció en esa ciudad.

Desde su antedicha casa de Alpedrete, hace pocas fechas, Asunción Balaguer, ya con su salud quebradiza, fue trasladada a un hospital cercano, en Cercedilla, donde le ha sorprendido la muerte.

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