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Las buenas migas que hizo Sharon Stone con Javier Elorrieta en España

Pese a sus ataques de divismo, la americana Sharon Stone logró un buen amigo en Javier Elorrieta.

Pese a sus ataques de divismo, la americana Sharon Stone logró un buen amigo en Javier Elorrieta.
Sharon Stone | Archivo

Una de las secuencias cinematográficas más eróticas del cine de hace unas pocas décadas fue la protagonizada por la actriz norteamericana Sharon Stone en Instinto básico, cuando cruzaba sus piernas ante la mirada atónita de Michael Douglas, sin tener puesta ninguna prenda íntima. Desde entonces, la cotización de la estrella, hasta entonces considerada de segunda fila, fue en aumento. Hace pocas semanas ha estado en Madrid para recibir un premio de la revista Harper azar, en su edición española, recorriendo sus principales calles y monumentos, cámara en mano, para tomar imágenes de las fachadas que más llamaron su atención. La acompañaba su hijo Roan, un joven de diecinueve primaveras sorprendido de la popularidad que su madre sigue teniendo en España, a sus sesenta y un años.

Sharon Stone recordaba cuando visitó nuestra capital por vez primera, en 1989, para rodar una nueva versión basada en la célebre novela de Vicente Blasco Ibáñez, Sangre y arena, que dirigió Javier Elorrieta. A petición del productor José Frade, Javier se encargó de buscar la protagonista femenina de su película, y la encontró casualmente al contemplarla en otra que se exhibía en un cine de la Gran Vía madrileña. Nada más comenzar aquel rodaje, Sharon Stone se comportó como una diva caprichosa, que desdeñaba el automóvil que pusieron a su disposición porque no le gustaba la tapicería. Peor fue que no tolerara el perfume que usaba el conductor del vehículo. Probablemente era "Eau du sobac", vamos, que éste era manifiestamente hostil a la ducha diaria. Tuvo la estrella broncas continuas con el personal técnico de Sangre y arena, que la motejaron como "Charito Piedra", y se enfrentó con ademanes violentos al mentado productor, que no es precisamente alguien que se deje achantar. Sin embargo, con Javier Elorrieta hizo "buenas migas" y se llevó muy bien durante las semanas que duró la filmación, cuyo presupuesto se elevó entonces a trescientos cincuenta millones de pesetas, cifra elevada para la época.

Al despedirse en el aeropuerto, Sharon Stone, con una pícara sonrisa, le riñó a Javier por no haberle enviado un ramo de doce rosas. ¿Hubo más intimidad entre ambos? Conociendo a Elorrieta, seductor nato, todo es posible pero, aun siendo conocido mío, se ha negado a aportarme más detalles sobre su relación aquellos días con la atractiva actriz. A través del reconocido relaciones públicas Enrique Herreros, que la saludó en Los Ángeles después, a Javier le llegó un cariñoso saludo de Sharon Stone. No lo había olvidado.

Javier Elorrieta procede de una familia relacionada con el mundo artístico: su padre, José María, fue un destacado director cinematográfico en los años 50. Su hermana Beatriz también fue actriz durante un tiempo, lo mismo que una de las hijas de Javier, Bárbara, que mantiene hoy esa dedicación. Además, es sobrino segundo de una personalidad tan destacada en su tiempo como fue Edgar Neville. El caso es que, al principio de su vida profesional, Javier, cuando aún estudiaba Filosofía y Letras, componía bandas sonoras para las películas de su padre. Luego empezó a desarrollar su vena tras una cámara, sólo que en cometidos primero de "cortos" y después de "spots" publicitarios, hasta que se convirtió en director de una de las más importantes empresas con las que ganó muchos millones; después iría interviniendo en sus películas, la primera de ellas La noche de los bastones largos, historia que sucedía durante una noche con dos ciegos perdidos bajo tierra, entre las vías de varias estaciones del "Metro" madrileño. José María Rodero consiguió allí su mejor trabajo en la pantalla, secundado por el muy estimable Enrique San Francisco. Más adelante, Elorrieta continuó alternando sus trabajos publicitarios con sus aventuras en el cine, que le iban costando gran parte del dinero ganado con aquellos.

Hace un decenio, cuando le fue imposible seguir rodando películas, emprendió otra carrera, la de cantante romántico. Ahora acaba de presentar su quinto disco, Avec le temps. No es la primera vez que recurre al mejor repertorio de los grandes cantautores franceses del pasado siglo. Así, en la voz grave y melodiosa de Javier Elorrieta nos deleitamos con hermosas melodías de autores tan memorables como Leo Ferré, que da título al Cd., "Une belle historie·, de Michel Fugain, "La vie en rose", que estrenatra Edith Piaf, "La boheme", de Charles Aznavour, "Un homme et une femme", tema central que Francis Lai compuso para el filme asímismo conocido, "La mer", de Charles Trenet, "Les feuilles mortes", de Prevert y Kosma, que cedieron a Yves Montand, "Ne me quitte pas", la célebre creación de Jacques Brel, melodía eterna como todo el conjunto – catorce piezas en total- que se reúnen en este magnífico trabajo, que cuenta con un acompañamiento musical de gran calidad, basado en sonidos puramente de jazz.

Javier Elorrieta se consagra así como un destacado intérprete que no sigue modas del presente sino que recrea joyas de un nostálgico ayer, ya clásicas. Se expresa en un perfecto francés, pues no en vano estudió en el Liceo, en Madrid, que existe en las inmediaciones de la Audiencia Nacional. Por ahora sólo piensa en ofrecer actuaciones musicales. Su único proyecto como guionista y realizador es una posible serie, si es aprobada, basada en la novela "Delfines de plata", en torno a unos terroristas afincados en Madrid. Por lo demás, completando el perfil de Javier Eorrieta, digamos que ha sido siempre un conquistador impenitente, como se demuestra contando que han sido cuatro las mujeres de su vida, con las que ha tenido cuatro hijos. La primera era hija del gran empresario publicista Santiago Moro. Y otra de ellas, la modelo Elena Nieto. Él, no le da importancia al asunto. Pero es un galán que incluso ofició de tal en la película "Freddy el croupier", junto a Ana Obregón.

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