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A Paco Gento, leyenda del Real Madrid, le reclama ser hija suya una sevillana de 59 años

Paco Gento podría ser el padre, antes de casarse, de una mujer sevillana que reclama su paternidad.

Paco Gento podría ser el padre, antes de casarse, de una mujer sevillana que reclama su paternidad.
Francisco Gento | Cordon Press

Proliferan los casos de famosos a los que reclaman la paternidad supuestos hijos suyos. A los últimos conocidos de Manuel Benítez el Cordobés, Julio Iglesias y Curro Romero, hay que incluir ahora el de Paco Gento, legendario jugador madridista y de la selección nacional. Lo raro de la demanda que ha emprendido recientemente una mujer sevillana de cincuenta y nueve años es que esta historia se conozca públicamente ahora, cuando su supuesto progenitor tiene ochenta y seis años cumplidos en octubre, quien además atraviesa problemas de salud y su familia lo protege de toda intromisión en su intimidad. Para quiénes ignoren quién es, o fue, Gento les pondremos en seguida al corriente: un jugador de fútbol extraordinario que fue considerado en su época, entre los años 50 y 60 "el mejor extremo izquierda", cuando competía por ese liderazgo con otro as, el vizcaíno Piru Gaínza.

Francisco Gento era natural de Guarnizo, Santander, donde nació el 21 de octubre de 1933. Hijo de un camionero, tuvo que colgar sus estudios para ayudar a los suyos, que cuidaban una pequeña finca con vacas. Jugaba al fútbol desde chico, entró en las filas del Real Spórting de Santander y allí lo descubrió uno de esos cazatalentos del balonpié, pues el Real Madrid se había interesado por sus servicios. Por cinco años de ficha le pagaron en total ciento veinticinco mil pesetas el año 1953, y una mensualidad de cuatro mil. Al dejar al equipo blanco el 21 de mayo de 1971 ya cobraba tres millones al año. Y no firmaba ya ningún compromiso en los últimos tiempos, sino temporada tras temporada. Hoy vive de sus recuerdos en el club blanco, donde a la muerte de Alfredo di Stéfano lo nombraron Presidente de Honor. También fue un jugador destacado en la Selección Nacional: fue alineado en cuarenta y cuatro ocasiones.

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Gento en 1966 | Archivo

Gento se permitía en sus años de gloria saltarse a la torera la disciplina del Real Madrid, frecuentando locales nocturnos, uno especialmente, Morocco, en la calle del marqués de Leganés, a espalda de la Gran Vía y de la de San Bernardo. En dicho local su estrella era una fogosa bailarina egipcia llamada Naima Cherky, cuya especialidad era la danza de los siete velos, de resonancias bíblicas, dejando al aire la contemplación de su ombligo mientras se contorsionaba sensualmente. En aquellos años, finales de los 50 y comienzos de la década siguiente, los varones que acudían a Morocco gozaban con aquella actuación. Por las razones que fueren, la censura lo permitía, lo que entonces no ocurría en el resto de las salas de espectáculos en Madrid. Puede que en Barcelona sí existiera "manga ancha" para tales exhibiciones. Aquella Naima Cherky fue contratada para la película La venganza de don Mendo, junto a Fernando Fernán-Gómez, donde hizo gala de su danza erótica. Hace unos años falleció en Madrid, ya completamente olvidada. El caso es que Paco Gento y Naima Cherky vivieron varios años una apasionada relación sentimental, dejando en la estacada a otro mito merengue, el húngaro Pancho Puskas (Cañoncito Pum), que también bebía los vientos por la bailarina egipcia y era buen cliente del mentado local. En domingos donde la suerte le era esquiva en el estadio a Gento los aficionados le echaban en cara "su mala vida", pues muchos de ellos estaban al cabo de las correrías nocturnas del extremo izquierda, a las que no quería renunciar. La directiva del club blanco, con Santiago Bernabéu a la cabeza, miraba para otro lado, disculpando al jugador en virtud de que muchas veces sus veloces arrancadas culminaban en gol. Aquello no se publicaba en la prensa y mucho menos en la deportiva, sujeta a unos compromisos tácitos con los equipos importantes. Tampoco en esas calendas existía una entrometida prensa del corazón. De ese modo los amores clandestinos de Gento no se divulgaban, pasando inadvertidos o consentidos. Fuera de Madrid, la gente ignoraba la vida golfa del idolatrado extremo inquierda.

Debió ser por entonces, si atendemos ahora a las reivindicaciones de esa señora sevillana, cuando alrededor de 1959 Paco Gento conoció en Madrid a otra bailarina, del género clásico, con quien, siempre siguiendo el relato de aquella, mantuvo contactos íntimos durante un par de años, fruto de los cuáles nació la ahora demandante que, ya decíamos, cuenta cincuenta y nueve años de edad. No ha querido ésta dar a conocer su identidad. Es el abogado Fernando Osuna, el mismo que ha llevado los casos de paternidad relacionados con el Cordobés, Julio Iglesias y Curro Romero, ya mencionados antes, quien esta semana presentará, según su anuncio, una demanda contra Francisco Gento en los Juzgados de Primera Instancia e Instrucción de Madrid. ¿Y por qué ahora, tantos años después? En vida de esa bailarina, ya fallecida se dice que acabada su relación con el futbolista, dio a luz a su hija y no quiso emprender acciones contra el supuesto padre de la criatura. Pero es ahora cuando, por lo visto, cansada de dirigirse a su supuesto progenitor ha decidido llevarlo a juicio... si es que prospera su petición. ¿Será así, cuando han transcurrido sesenta años de aquellos encuentros amorosos, siempre supuestos? Ardua tarea tiene por delante el letrado.

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Paco Gento | Archivo

Gento, por lo contado anteriormente, no se privaba de vivir como cualquier joven soltero aventuras sentimentales. Y acabado su romance con Naima Cherky que se fue a vivir con un sobrino del afamado director de cine Nicholas Ray, Sumner Williams, actor y técnico, que regentaba un club de jazz en Madrid llamado Nika, iba muchas tardes y noches al teatro Martín, ya desaparecido, famoso porque allí Celia Gámez y otras grandes de la revista musical estrenaban las mejores obras del género. El futbolista entraba por la puerta de artistas y se quedaba "entre cajas" viendo embobado las evoluciones de una "supervedette". Lo sorprendí un atardecer cuando me decidía a entrevistar a dicha estrella, la madrileña Mariluz Real. Como quiera que Gento advirtiera mis intenciones, me insinuó con un tono terminante y autoritario: "Tú no me has visto aquí. ¿Entendido?" Yo tenía entonces apenas veinte años, comenzaba mis primeras armas periodísticas y no era cuestión de replicar al sujeto como se merecía. Él era un futbolista de fama y yo un aprendiz de reportero. Estuve con ella en el camarín, la entrevisté y me abstuve de preguntarle nada sobre su celoso novio. Insisto de nuevo que la prensa de aquellos años, mediados ya los 60, eludía publicar historias amorosas de personajes españoles populares, máxime si ellos no lo deseaban. Bastaba que el interesado en que ello no se supiera llamara a los diarios y revistas para que sus amenazas o súplicas fueran atendidas.

Gento, además, conduciendo su automóvil, tuvo un accidente, creo recordar en las inmediaciones de San Lorenzo del Escorial, y las consecuencias de un involuntario atropello fue silenciado en la prensa lo máximo que pudo el culpable. Ello era entonces posible en los años del franquismo. Y el Real Madrid era para muchos (algo exagerado e injusto) "el equipo del Régimen", ignorándose la limpieza de sus triunfos. Al ser Gento una especie de "intocable", se le podían perdonar ciertas debilidades u ocultar otras cosas. Gento se casó con Mariluz Real, quien se retiró para siempre del mundo del espectáculo. Nacida el 7 de marzo de 1942 (nueve años más joven que el novio) comenzó muy jovencita interpretando coplas en espectáculos de variedades. Llegó a intervenir en algunas películas (El halcón de Castilla, Salto mortal). En el madrileño teatro Calderón coincidió con otras jóvenes a aspirantes a estrellas, como Esperanza Roy y Lina Morgan. Hasta que contratada por un empresario ligado al mundo de las revistas musical, autor asimismo de celebrados libretos, José Muñoz Román, se convirtió en "supervedette" de obras muy taquilleras, la más importante en su carrera ¡Qué cuadro el de Velázquez, esquina a Goya! Mariluz fue una de las más elegantes figuras de la historia de la revista musical. El matrimonio fue a vivir a un piso propiedad de Gento, cercano al estadio Santiago Bernabéu, por el que había pagado cuatrocientas cincuenta mil pesetas. Con lo mucho ganado en el Real Madrid, la galerna del Cantábrico como había sido motejado, invirtió lo suficiente para no tener problemas económicos en la actualidad, dueño de varios inmuebles. La pareja tendría dos hijos, ninguno continuador de la profesión paterna: Paco, que encontró trabajo en la clínica Rúber, y Julio, protésico dental. Uno de ellos convirtió en abuelo al popular futbolista. Quien ya retirado nunca ha dejado de seguir los avatares del equipo de su vida, siendo él ya leyenda viva del mejor Real Madrid, aquel de la delantera de la que formaba parte junto a Raymond Kopa, Ramón Marsal, Ferenc Puskas, Alfredo Di Stéfano, Héctor Rial... y él mismo, por no citar otros arietes históricos.

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